Madame Arnoux no piensa elegir a Frédéric (ironía dramática)
Tiempo después de comenzada su relación amorosa, Frédéric le pide a Madame Arnoux que se muestren en público. Si bien la intención del protagonista es mostrar su amor ante los demás, también hay una cuota de ambición al imaginarse visto por otros con alguien del rango aristocrático de Madame Arnoux. Sin embargo, ella debe atender a su hijo, que está muy enfermo, y nunca se presenta a la cita arreglada con anterioridad.
Pero no es solo este el momento en que ella hace otra cosa que la esperada por Frédéric. En todo momento ella elige a su marido y a su posición social, por lo cual nunca se atreverá a entablar una relación seria y estable con Frédéric. Esto es algo que el protagonista ignora y siempre piensa que será posible algún día. Finalmente, los Arnoux huyen de París debido a sus deudas en medio de la caída final de la aristocracia francesa.
Decir una cosa y hacer la contraria (ironía verbal)
Una vez que Frédéric comprende que ni el vínculo amoroso con Madame Arnoux ni con Rosanette podrán prosperar, acepta a Louise, la prometida que le brinda su madre. Promete dedicarse exclusivamente a quien sí le ama.
Sin embargo, esta promesa se convierte en una mera ironía verbal, en el sentido de que el protagonista dice una cosa, pero hará todo lo contrario a lo dicho. Es decir, continuará buscando conquistar a Madame Arnoux sin tener ningún reparo por Louise.
Frédéric pretende ascender a una clase en descenso (ironía dramática y situacional)
Es muy curiosa la ironía situacional que atraviesa el personaje principal a lo largo de la novela. De principio a fin, seguimos sus pasos a través del gran objetivo que se ha impuesto a sí mismo: ascender social y económicamente. El joven estudiante de Abogacía ignora que aquello que pretende no tendrá nunca lugar, debido a la Revolución que está teniendo su curso.
Es decir, esa clase que a él le fascina y de la que espera obtener muchos favores —la aristocracia— se encuentra en franca decadencia. Por lo tanto, todos sus intentos salen contrarios a lo esperado: lejos de poder sumarse a esta clase dominante, es espectador de cómo sus máximos representantes deben huir debido a la contracción de deudas que se les han tornado impagables.
Asimismo, los hombres a los que Frédéric recurre en primer término, que son Arnaux y Dambreuse, eran para él un modelo de la posición que quería alcanzar. Sin embargo, el joven desconocía en un comienzo que eran personas estafadoras y que habían forjado su fortuna en base a mentiras y ultrajes monetarios.