A la hora de pensar en el título de la novela, es necesario abordarlo en distintos niveles de significación. En primer lugar, el sintagma aparece ya en el epígrafe que abre la narración, y está tomado de un merengue, género musical muy popular en República Dominicana. Estos versos destacan la celebración de la muerte del Chivo: "El pueblo celebra / con gran entusiasmo / la Fiesta del Chivo / el treinta de mayo”. Ya desde el comienzo, entonces, el epígrafe anuncia el tema principal de la novela: el asesinato de Trujillo, a quien apodaban el Chivo. Además, la idea de la muerte del dictador como un acontecimiento festivo predispone al lector a entender en estos términos su asesinato: un suceso que el pueblo festeja y agradece.
Más allá de esta presencia literal que da nombre a la novela, el título se entiende también simbólicamente. En la novela, el apodo "Chivo" es otorgado a Leónidas Trujillo a sus espaldas. Este animal simboliza el egoísmo y la desmesura sexual del dictador, famoso por su supuesta potencia viril. A lo largo de la Edad Media, también las representaciones del diablo estaban ligadas con este animal. Así, el conspirador Salvador Estrella Sadhalá, ferviente católico, se refiere a Trujillo como “la Bestia” (p. 239), subrayando aún más la idea de una lucha entre el Bien y el Mal.
A lo largo de toda la novela se desarrolla un conjunto de referencias vinculado con lo festivo y la celebración. El término Fiesta aparece destacado con mayúscula en el título, lo que puede remitir al concepto de un gran evento pensado para celebrar nada menos que la muerte del tirano. Sin embargo, la palabra también aparece como la excusa que Agustín Cabral le ofrece a la niña Urania para su encuentro con Trujillo. En este sentido, la palabra “fiesta” se asocia con el engaño, la coerción y la violencia característicos del régimen. En esta celebración, el invitado no puede rechazar la invitación, así como la sociedad dominicana se ve obligada a sobrevivir bajo su dominio. Del mismo modo que Cerebrito permite y promueve la violación de su hija, el mismo país acepta, resignado, participar en su propia humillación. Todos están invitados a la fiesta de Trujillo, en la que son oprimidos y perpetúan su propia sumisión.
Por último, la palabra “fiesta” también aparece ligada a las sesiones de tortura llevadas adelante por el hijo de Trujillo, Ramfis. Ya casi al final de la novela, cuando Ramfis planea una farsa para acabar con los seis prisioneros, Salvador Estrella Sadhalá piensa que “tuvo que emborracharse para celebrar su última fiesta, el hijo del Chivo" (p. 443). Así, el asesinato de los integrantes del complot es un evento asociado con la diversión y el ocio.