Tréplev se refiere a Trigorin, escritor al que menosprecia y detesta, como un "verdadero talento" (Ironía verbal)
En el acto II, Tréplev intenta hablar con Nina y expresa ante ella su dolor: según él, la muchacha lo trata con frialdad porque su obra fracasó y ella, habiendo perdido por él el respeto, perdió también el amor. Tréplev sabe, además, que Nina ahora solo tiene ojos para Trigorin, el célebre escritor al que la muchacha tanto admira. Ambos jóvenes están dialogando cuando Tréplev ve venir a Trigorin y decide irse para dejarlos a solas, justificándose en que está aproximándose el "verdadero talento" (Acto II, p.36). Las palabras del joven constituyen una ironía verbal, en tanto el muchacho ya ha expresado, con anterioridad, su menosprecio por la literatura que volvió célebre a Trigorin.
Arkádina, luego de disentir con el texto de Maupassant que retrataba a una mujer que halagaba a un escritor para conquistarlo, acaba actuando de esa misma manera un acto después (Ironía situacional)
En tanto Trigorin plantea su deseo de quedarse junto a Nina, Arkádina comienza, de rodillas, a halagar al escritor: “Tienes tanto talento, tanta inteligencia, eres el mejor de los escritores contemporáneos, la única esperanza de Rusia…” (Acto II, p.52). El discurso de Arkádina hace recordar a una escena del acto anterior, en la que el mismo personaje leía un fragmento de un texto de Maupassant: el argumento retrataba a una mujer que, atraída por un escritor, lo llenaba de elogios y halagos para conquistarlo; Arkádina había disentido con la imagen, y había utilizado como ejemplo su propia relación con Trigorin. De algún modo, si se tiene en mente esa escena, el comportamiento de Arkádina en este tercer acto, donde efectivamente colma de halagos y elogios al escritor para conquistar su corazón, se revela ante los espectadores de la pieza -que han presenciado las declaraciones de la actriz en el acto anterior- como una ironía situacional.
Inmediatamente después de que Trigorin cede a sus desesperadas súplicas para que se vuelva con ella a la ciudad, Arkádina actúa como si nada hubiera sucedido (Ironía situacional)
Cuando Trigorin plantea ante a Arkádina que desea quedarse en la finca para vivir una historia de amor con la joven Nina, la célebre actriz entra en desesperación y comienza a colmar de halagos y súplicas a su pareja para que no la abandone. Apenas el escritor cede a su pedido, Arkádina cambia súbitamente de actitud: "(Con desenvoltura, como si no hubiera pasado nada.) Por otra parte, si quieres, puedes quedarte. Yo me iré sola y tú vendrás después, dentro de una semana. Es cierto, ¿qué prisa tienes?" (Acto III, p.53). La ironía consiste en que la actriz, tras haberse humillado y rogado de rodillas a su pareja que no la deje, alegando que, de lo contrario, ella no podría tolerar la angustia, actúa con total desenvoltura en tanto Trigorin accede a sus súplicas e inmediatamente sugiere que no habría ningún problema si él se quedara una semana más, es decir, si él hiciera exactamente lo que propuso desde el principio y motivó el torbellino de desesperados ruegos que ella acaba de representar.
Arkádina continúa jugando a la lotería sin saber que su hijo acaba de suicidarse (Ironía dramática)
El último cuadro de la obra presenta una última ironía dramática. Cuando Tréplev se suicida fuera de escena, los personajes que juegan a la lotería en la sala oyen el ruido del disparo. Arkádina se asusta, asociando el sonido con el anterior intento de suicidio de su hijo sucedido años atrás, pero Dorn pronto la tranquiliza, afirmando que el ruido fue producto de la explosión de un comprimido. Arkádina sigue jugando, aliviada, mientras Dorn le confiesa a Trigorin -y, por lo tanto, también al público- que Tréplev se suicidó. Esto constituye una ironía dramática, porque los lectores/ espectadores sabemos más que el personaje de Arkádina, y la vemos actuar ignorando la verdad.