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¿De qué géneros participa Lolita y qué lugar ocupan en función de la trama?
Lolita es una novela principalmente clasificada como novela confesional. Humbert Humbert realiza una extensa confesión ante "señoras y señores del jurado" (p.15). A su vez, estamos lógicamente ante un gesto poético, ya que como confesión es un texto inverosímil por su extensión, por su registro y por sus licencias literarias. Además, el relato está enmarcado en primer lugar por el prólogo, que coloca a la confesión en el lugar de caso de interés psicológico-psiquiátrico. En segundo lugar, la novela en su totalidad es enmarcada por el epílogo de Nabokov, donde repone las fuentes de inspiración para esta narración puramente ficcional, rompiendo el verosímil de la confesión de Humbert Humbert.
Puertas adentro de la confesión, el narrador hace uso de otros géneros narrativos. Por ejemplo, la novela detectivesca se hace presente en la segunda parte, cuando Humbert Humbert comienza una investigación desesperada en busca del paradero de Lolita a través de las señales que va dejando junto a Clare Quilty. También la tragedia atraviesa la trama por completo, al igual que la poesía romántica.
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¿De qué manera introduce Lolita otras voces en su narración?
Al ser un relato narrado en primera persona, son pocas las irrupciones de otras voces en el texto. En primer lugar, tenemos al prologuista, John Ray Jr., que introduce una mirada moral y pseudo científica sobre la confesión que se publicará a continuación. En segundo lugar, Humbert Humbert interrumpe su relato con algunos géneros discursivos menores que contienen la voz de otros personajes relevantes: tenemos la carta de amor de Charlotte, en la que confiesa su amor a Humbert; luego, tenemos la carta de Lolita a Humbert, en la que le pide dinero y lo llama "papá". A pesar de que la posibilidad de adulterar la reproducción de estas cartas en la novela por parte de Humbert existe, transcribirlas es el modo en que consigue darle verosimilitud a, por ejemplo, la voz de Lolita. Al tratarse de un texto con un contenido cuestionable por la moral social, escrito por el perpetrador de un secuestro, violación y asesinato que, además, tiene una conducta severamente obsesiva, la duda del lector está completamente justificada en el momento en que Humbert nos narra los diálogos con otros personajes. De algún modo, a través de las cartas, logra hacernos creer que estamos ante la voz de esas mujeres que en el texto no tienen una voz potente y sin mediaciones.
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¿Por qué podemos decir que Lolita es un retrato de la crueldad?
En primer lugar, por supuesto, nos encontramos con la crueldad ejercida hacia Lolita. Humbert se casa con su madre para estar cerca suyo. Pronto empieza a abusar de ella, piensa inclusive en matar a su madre. Cuando Charlotte muere accidentalmente, Humbert secuestra a Lolita mintiéndole. La lleva por todo Estados Unidos alejándola de cualquier vínculo afectivo, la viola sistemáticamente y luego planea matar a quién cree es su secuestrador, Clare Quilty.
Sin embargo, el texto es también incisivamente feroz con el propio Humbert. Las descripciones crudas de su propia obsesión y padecimiento son de una intensidad a la cual cuesta mantenerse impasible. Humbert es humillado, puesto en ridículo e inclusive denigrado por el hombre a quien va a matar. Culmina sus días en la cárcel, pero, inclusive, ese no es el peor castigo, sino saber que ha destrozado la vida de aquella niña a la que ha dicho amar.
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Humbert utiliza para la gran mayoría de los personajes del texto nombres de fantasía. ¿Por qué podría explicarse que elija el de Humbert Humbert para él mismo?
El tema del doble es un tema bastante extendido en la novela. No sólo a través de la dupla Quilty-Humbert o Annabel-Lolita. También hay una suerte de duplicidad puertas adentro de algunos personajes. Humbert desde el primer momento dice sentirse dividido: “Mi mundo estaba escindido. No percibía un sexo, sino dos, y ninguno de ellos era el mío” (p.26). Humbert Humbert es el seudónimo de nuestro narrador. Entendemos la duplicación si pensamos en la cita anterior, y cobra mayor profundidad cuando nos encontramos, en varios pasajes, con que ese mundo escindido que Humbert Humbert habita se fractura al punto de que suceden dos cosas: en primer lugar, habla en tercera persona de él mismo, sobre todo en escenas de sexo con mujeres adultas o escenas en las cuales quiere distanciarse de su propia lujuria. Por ejemplo, habla de sí en tercera persona cuando dice "Humbert era perfectamente capaz de tener relaciones sexuales con Eva, pero suspiraba por Lilith" (p.28), o también "seamos decorosos y civilizados. Humbert Humbert hacía todo lo posible por ser bueno" (p.28).
Asimismo, esa escisión lo pone al narrador frente a dos personalidades de Humbert en más de una ocasión: "Valeria habló y Humbert el Terrible deliberó con Humbert el Pequeño si Humbert Humbert debía matar a su mujer, o a su amante, o a los dos, o a ninguno de ellos" (p.39); "En realidad —le espetó Humbert el impasible a Humbert el vacilante— sería muy astuto preparar las cosas, trasladar el arma de su caja al bolsillo, para aprovechar el acceso de locura cuando se presentara" (p.283).
Como vemos, la elección del nombre Humbert Humbert puede ser muy eficiente para explicar las propias contradicciones dentro de un personaje tan complejo como lo es el narrador de Lolita.
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¿Por qué podemos decir que el prólogo a Lolita es paródico de ciertos discursos psicoanalíticos de la época?
En los años 50 el psicoanálisis estaba en auge. En el cine (Hitchcock a la cabeza) el discurso psicoanalítico brindaba nuevas posibilidades narrativas y era un mundo que generaba curiosidad en el público. Nabokov fue siempre un gran detractor de las teorías freudianas y psiquiátricas de su época, veía en ellas una mirada reduccionista del ser humano.
Así como dentro del libro también hay pequeños momentos de parodia de estas teorías (el hecho, por ejemplo, de que el deseo por Lolita parezca en principio explicarse por el amor trunco del narrador en la adolescencia con Annabel), el prólogo es un ejemplo más contundente de esta tendencia: John Ray Jr. pone un marco a la novela, de la cual le es inevitable destacar la grandeza literaria, para justificar la publicación de un texto tan polémico. Ese marco es el de proponer el caso de Humbert como un caso de interés psiquiátrico. Inclusive se atreve a decir que, de haber consultado a un profesional, Humbert no habría ejecutado las aberraciones que ejecutó. Este tratamiento es paródico ya que, a pesar de bañar de un manto de ciencia a la publicación, John Ray Jr. se encarga de calificar negativamente a Humbert con apelativos muy propios del sentido común, o de decir que la obra brindará al final una moraleja, cosa que dista completamente de la realidad.