Luvina

Luvina Metáforas y Símiles

“(…) esas plantitas tristes que apenas si pueden vivir un poco untadas a la tierra, agarradas con todas sus manos al despeñadero de los montes” (229) (Metáforas)

Este fragmento refiere a las dulcamaras, unas plantas que apenas sobreviven en esa tierra infértil que caracteriza a Luvina. Como muchos otros elementos naturales, estas plantas aparecen en este cuento personificadas, como si tuvieran manos con las que aferrarse a las piedras que conforman, en buena medida, el suelo de Luvina. También constituye una metáfora que vivan “un poco untadas” a la tierra. Ambas figuras destacan lo dificultoso que resulta para la vegetación crecer en suelo tan yermo.

“(…) aquellos cerros apagados como si estuvieran muertos y a Luvina como el más alto, coronándolo con su blanco caserío como si fuera una corona de muerto…” (230-231) (Metáforas y símiles)

Este pasaje es sumamente metafórico: los cerros están apagados, como muertos, y las casas blancas de Luvina se comparan con una corona de muerto que rodea el cerro. La omnipresencia de la muerte, así, se concentra de manera muy potente en este breve fragmento, al mismo tiempo que ofrece una imagen muy clara de Luvina desde el punto de vista del hombre que la describe aquí.

“[Los maridos] Vienen de vez en cuando como las tormentas de que le hablaba” (237) (Símil)

El narrador cuenta que el pueblo de Luvina está esencialmente habitado por mujeres, niños y ancianos, pues los hombres jóvenes se van tras dejar embarazadas a sus mujeres, volviendo solo de vez en cuando para dejar algo de provisiones y volver a irse. Se los compara, en este punto, con las escasas tormentas, descritas anteriormente, que pasan por el pueblo una vez al año y se quedan solo algunos días. Pensándolo en sentido inverso, este pasaje es también un ejemplo de la constante personificación a la que el narrador somete a los elementos de la naturaleza.

“(…) el sol se arrima mucho a Luvina y nos chupa la sangre y la poca agua que tenemos en el pellejo” (238) (Metáforas)

Este es otro ejemplo de un elemento natural personificado por el narrador: el sol, aquí, se acerca mucho a Luvina -lo que quiere decir que es muy fuerte y produce mucho calor-, chupándole la sangre a sus habitantes -es decir, matando lo que ha logrado sobrevivir-, al igual que el agua -o sea, provocando sequía-.

“Por el pequeño cielo de la puerta se asomaban las estrellas” (239) (Metáfora)

Este pasaje metafórico ofrece una bella imagen del cielo nocturno visto a través del marco de una puerta, que lo recorta. Esta es una frase que le corresponde al narrador en tercera persona, en las pocas líneas con las que cierra el relato. Se evidencia, aquí, que el narrador focaliza en el protagonista, ya que el punto de vista desde el que se describe el cielo parece coincidir con la mirada del hombre.

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