Luvina

Luvina Resumen y Análisis Parte 1

Resumen

El narrador describe el desolado cerro de Luvina, el más alto y estéril de la región. En el pueblo hace mucho frío y apenas llueve, por lo que la tierra es, además de empinada, yerma. Esta descripción es rápidamente interrumpida por la voz de un personaje, que se encargará de relatar la mayor parte del cuento. Este hombre le describe a otro el constante viento que sopla en Luvina, y luego se queda callado, mirando hacia afuera. Desde donde están, se oyen el viento, el agua del río y gritos de niños jugando. Es de noche.

El hombre que ha tomado la palabra pide dos cervezas más antes de continuar la descripción de Luvina: su cielo siempre cubierto, su tierra estéril, el caserío blanco. Luego les pide a los chicos que juegan afuera que dejen de hacer alboroto y prosigue: en Luvina llueve apenas una vez al año, si no menos.

El hombre termina su cerveza y agrega: “Por cualquier lado que se le mire, Luvina es un lugar muy triste. Usted que va para allá se dará cuenta. Yo diría que es el lugar donde anida la tristeza” (231). Entonces anima a su interlocutor a tomar su cerveza, aunque está tibia, porque es lo único que se consigue allí donde están. En Luvina, adonde se dirige el otro hombre, no hay cerveza; solo se consigue un mezcal que emborracha rápido.

Análisis

“Luvina” es uno de los diecisiete cuentos que componen El llano en llamas, libro del mexicano Juan Rulfo publicado en 1953. Esta colección supone, al momento de su publicación, una gran innovación en la literatura mexicana, y el cuento que analizamos en esta guía concentra, en buena medida, las características fundamentales de esa innovación.

En primer lugar, la colección de Rulfo es novedosa porque no coloca la revolución mexicana como centro de su trama. Esta revolución fue un complejo proceso político que se extendió por alrededor de diez años, a partir de 1910, pero cuyos conflictos y consecuencias se prolongaron, en buena medida, a lo largo de gran parte del siglo XX. La revolución se dio como respuesta a los treinta y cinco años de dictadura de Porfirio Díaz, y se caracterizó, en líneas muy generales, por levantamientos rebeldes que reclamaban la defensa y distribución de las tierras y la reivindicación de derechos básicos asociados, sobre todo, al acceso a la educación y la salud. Todo esto se dio en un contexto de profunda inestabilidad política, que se extendió en el tiempo al punto de que hoy en día no hay un consenso claro acerca de cuándo finalizó la revolución. Se suele acordar que esto pasó en 1920, con la asunción de Álvaro Obregón, pero otras fechas de gran relevancia, que podrían asociarse al final del proceso, son 1917, cuando se firma la Constitución mexicana; 1924, cuando inicia su presidencia Plutarco Elías Calles, o 1928, cuando Obregón es asesinado.

A tal punto afectó la revolución la vida de los mexicanos, que el grueso de su literatura, ya desde mediados del desarrollo del proceso revolucionario y hasta alrededor de 1940, giró en torno a la misma. Como decíamos, la publicación de El llano en llamas supone una ruptura con el cánon literario de la época, al correrse de la narración de acontecimientos ligados a este proceso. Aun así, los cuentos abordan, de distintas maneras, el fracaso de la revolución; las funestas consecuencias que esta tiene para sus habitantes, particularmente para los campesinos. “Luvina” no es una excepción: aquí se describe un pueblo infértil, sumido en el abandono, que refleja el fracaso de la distribución de la tierra que se habían propuesto los revolucionarios, así como la indiferencia del Estado.

Además, el cuento comparte con los otros de la colección que los hechos no son contados por un narrador omnisciente de habla culta, que parece documentar la vida de los campesinos mexicanos como víctimas del poder, lo que también caracterizó la llamada literatura de la Revolución mexicana. Por el contrario, Rulfo les da voz a estos personajes rurales, introduciendo al relato un léxico, una sintaxis y giros propios del habla campesina. Así y todo, esto no significa que intente reproducirla, sino que utiliza ciertas características que le son propias para crear un estilo único, de gran fluidez y expresividad, que remite con facilidad a esa lengua oral, coloquial e inculta, pero constituye a su vez una marca exclusivamente rulfiana.

A excepción de las líneas iniciales, una brevísima interrupción intermedia y el párrafo final, que están relatados por un narrador en tercera persona, casi la totalidad del cuento se desarrolla como el monólogo de un personaje que se desahoga frente a un oyente silencioso. Así, podemos distinguir un narrador heterodiegético (es decir, que no participa de los hechos que se narran) y otro homodiegético, de mayor participación. Uno y otro describen dos espacios y dos tiempos diferentes: mientras el primero se enfoca en el presente y en ese bar ubicado en un pueblo indeterminado, el segundo mira hacia el pasado y se mete en Luvina.

El título ya sugiere lo que luego se confirma: este cuento describe esencialmente un pueblo. Apenas hay acción, y esta se centra en el recuerdo de hechos lejanos en el pasado que sirven como excusa para dar una idea cabal de la soledad, el sufrimiento y la escasez que caracterizan Luvina. En lo que respecta a la escena concreta frente a la que nos encontramos, podemos resumirla a un encuentro casual entre dos hombres que no se conocen en un bar cerca de Luvina, en el que uno le habla a otro sobre su experiencia en ese pueblo. Así, podemos afirmar que el relato es esencialmente descriptivo.

La descripción de Luvina que encontramos en estas primeras líneas del cuento -tanto la del narrador heterodiegético, que parece observar el pueblo desde la lejanía, como la del protagonista- ofrece una mirada amplia que pone el énfasis en la geografía y el clima del lugar. Analizaremos esta descripción en la sección siguiente, pero ya aquí, apenas comenzado el cuento, se vislumbra una tierra yerma, un clima inhóspito, un pueblo triste.

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