“Mi gloria es vivir tan libre / Como el pájaro del Cielo, / No hago nido en este suelo / Ande hay tanto que sufrir; / Y naides me ha de seguir / Cuando yo remonto vuelo.” (Símil) (Canto 1, vv. 91-96, p.103).
La comparación que Martín Fierro realiza en este pasaje pertenece al repertorio de saberes gauchos en los que el cantor establece una conexión particular con la naturaleza. La imagen aquí presentada asocia al pájaro y su vuelo con el destino del gaucho, que debe vivir en constante movimiento, sin poder establecerse en ningún lugar. Representa, al mismo tiempo, la felicidad de ser libre y la tristeza de tener que vivir en desarraigo y en soledad.
“Aquello no era servicio / Ni defender la frontera– / Aquello era ratonera / En que sólo gana el juerte– / Era jugar a la suerte / Con una taba culera.” (Metáfora) (Canto 5, vv. 805-810, p.137).
En estos versos se ponen en juego dos metáforas con las que Fierro realiza una denuncia sobre su participación en la frontera, que para él nada tiene que ver con servir o defender. Por un lado, sostiene que este lugar es una ratonera que atrapa a los débiles como si fueran ratas. Aquí la animalización es utilizada para protestar por las condiciones de vida en la frontera.
Por otro lado, los dos últimos versos refieren a un juego de azar conocido por los gauchos, la taba. Dicho juego consiste en apostar dinero tirando unos huesos de vaca y viendo de qué lado cae. Se gana si la taba queda con la parte hueca hacia arriba, lo que se denomina “suerte”, y se pierde si la taba queda con la parte lisa hacia abajo, lo que se denomina “culo”. Una “taba culera” es una que ha sido modificada con plomo para que caiga siempre con el lado ganador hacia abajo. Como metáfora, significa que los que se hallan en la frontera tienen siempre las de perder. Sugiere también que esta mala fortuna se debe a un agente externo (¿el gobierno?) que, engañándolos, ha trastocado las reglas del juego.
“En medio de mi inorancia / Conozco que nada valgo– / Soy la liebre o soy el galgo / Asigún los tiempos andan, / Pero también los que mandan / Debieran cuidarnos algo.” (Metáfora) (Canto 6, vv. 979-984, p.145)
Martín Fierro comienza esta estrofa con la destreza retórica de manifestar ignorancia, para colocar su conocimiento en otro tipo de saber, el que da la experiencia. Su reflexión consiste en utilizar la metáfora de la liebre y el galgo –el perseguido y el perseguidor– para explicar que, según su perspectiva, en la vida a veces se puede ser uno y otras veces el otro. Esta metáfora es contrastada con otro tipo de saber, el que tiene que ver con el rol que cumplen “los que mandan”. De esta manera, el cantor sostiene que, para evitar este estilo de vida, en permanente cacería, es necesario que los que detentan el poder lo utilicen para protegerlos. La primera del plural en “cuidarnos” realiza un pasaje de la metáfora aplicada en un sentido individual, a la denuncia de tipo social que caracteriza el canto de Fierro.
“Hagámosle cara fiera / A los males, compañero, / Porque el zorro más matrero / Suele cáir como un chorlito; / Viene por un corderito / Y en la estaca deja el cuero.” (Símil) (Canto 10, vv. 1717-1722, pp.178)
En estos versos del canto de Cruz, aparece de nuevo la comparación con animales como parte del repertorio de saberes gauchos. La situación del zorro y del cordero es similar a la del galgo y la liebre. En este caso, el símil se establece entre el zorro y el gaucho: ambos son matreros no solo en el sentido de que viven en soledad y al acecho; la comparación significa también que los dos son seres capaces y listos. En el imaginario popular, el zorro es considerado el animal más astuto. No obstante, advierte Cruz, incluso los más astutos pueden caer en una trampa y morir en el intento de buscar los medios para subsistir. Por eso, le dice a Fierro que es necesario ponerle “cara fiera” a los males, porque la adversidad puede convertir al zorro en un chorlito, un ave considerada de poco juicio por tener una cabeza pequeña en comparación con su cuerpo.
“De los males que sufrimos / Hablan mucho los puebleros, / Pero hacen como los teros / Para esconder sus niditos: / En un lao pegan los gritos / Y en otro tienen los güevos.” (Símil) (Canto 12, vv. 2131-2136, p.195-196)
Esta expresión de Cruz pone de manifiesto, una vez más, cómo el gaucho convierte la experiencia de sus vivencias del campo en conocimiento para comprender, por analogía, las injusticias que padece. Los teros, cuando se acerca un predador a donde están sus nidos, gritan en otro lugar para desorientarlo. Del mismo modo, sugiere Cruz, los puebleros –forma despectiva de referirse a los hombres de ciudad en el dialecto rural pampeano– buscan engañar al gaucho mostrando preocupación por su sufrimiento, mientras por otro lado se aprovechan de él.