Muerte de un viajante es la obra más exitosa, en términos de crítica, público y representaciones alrededor del mundo, de Arthur Miller. La obra se estrena en Broadway en 1949, cuando el autor ya posee un importante reconocimiento por Todos eran mis hijos, estrenada dos años antes, y por la que había obtenido el Premio del Círculo de Críticos de Nueva York a la mejor obra teatral del año. Muerte de un viajante, como Todos eran mis hijos, tienen al drama familiar como elemento central de la trama.
Muerte de un viajante es una obra en la que confluyen tanto experiencias personales de Arthur Miller como tradiciones teatrales. La obra recupera en gran parte la tradición del teatro yiddish, que focaliza en la familia como elemento crucial, y que suele concentrar la mayor parte del conflicto en las vicisitudes del núcleo familiar: Muerte de un viajante toma como protagonistas a un padre y sus dos hijos.
Aunque la obra se estrena en 1949, Miller comienza a escribirla a sus diecisiete años de edad, mientras trabaja para la compañía de su padre. En esta primera versión, en formato de cuento, la historia versa sobre un comerciante entrado en edad, incapaz de vender nada y maltratado por sus jefes, que debe pedir dinero prestado a su hijo, el joven narrador. El final de este manuscrito contiene una nota que informa que el vendedor en el que se basa la historia se arrojó a las vías del tren.
Arthur Miller retoma la escritura de esa historia, esta vez en formato dramático, en 1947, luego de una reunión con su tío, Manny Newman. El tío de Arthur, comerciante, es un hombre muy competitivo que incluso compite constantemente con sus hijos, Buddy y Abby. En sus escritos autobiográficos, Miller describe la dinámica familiar de los Newman como un ambiente en el que está prohibido rendirse o perder la esperanza. Es esta dinámica la que se refleja en la familia Loman, en Muerte de un viajante, obra en la que se advierten numerosos paralelos entre Abby y Buddy Newman y sus contrapartidas ficcionales, Happy y Biff Loman: Buddy, como Biff, es en su juventud un atleta destacado y acaba reprobando sus estudios; por otro lado, la relación de Miller con sus primos es similar a la de los Loman con su vecino, Bernard.
Al construir su obra, Miller intenta crear una acción continuada que pueda ser armónicamente atravesada por diferentes períodos temporales. La mayor innovación de la pieza se da justamente en el fluir ininterrumpido entre los segmentos. Los flashbacks no se presentan separados de la acción, sino como parte integral de esta. Así, la trama se desliza hasta quince años atrás sin dejar de centrarse en el presente, y se mueve de Brooklyn a Boston sin interrumpir la acción central.
En su estreno en 1949 en Broadway, Muerte de un viajante es protagonizada por Lee J. Cobb y dirigida por Elia Kazan, célebre director teatral que más tarde delatará a Arthur Miller frente al Comité de Actividades Antiamericanas. El éxito es arrollador y le vale a Miller el premio Pulitzer y el Tony Award a la mejor obra. La famosa revista The New Yorker declara que la obra es una combinación de “compasión, imaginación e innovación técnica y formal que no suelen encontrarse en nuestro teatro”. Desde entonces, la obra se representa una y otra vez en Broadway con numerosas producciones, así como también alrededor del mundo, y es adaptada a versiones cinematográficas y televisivas. Como arquetipo que representa el fracaso del sueño americano, Willy Loman es interpretado por diversos actores, como Fredic March (en la versión fílmica de 1951), Dustin Hoffman (en el reestreno de Broadway de 1984 y en la película del mismo año) y por Brian Dennehy en una nueva versión teatral, ganadora del Tony Award.