Resumen
Luego de que Biff y Happy se duerman, Willy continúa hablando solo en la cocina. Se dirige en su imaginación al joven Biff, años atrás, y le aconseja no hacerle ninguna clase de promesas a las chicas con las que sale. Luego dice que colgará una hamaca sobre los olmos del jardín. Aparecen entonces en escena Happy y Biff adolescentes: este último lleva un balón de fútbol en la mano. Willy le regala a los niños una bolsa de arena para que practiquen boxeo y los muchachos saltan de alegría. Willy le pregunta a Biff de dónde sacó su balón nuevo, si se lo entregó el entrenador, y Biff contesta riéndose que lo tomó “prestado” del vestuario. Willy le dice que debe devolverlo, pero no deja de reírse con complicidad y agrega que seguramente Biff le cae muy bien al entrenador.
Los adolescentes le dicen a su padre que lo extrañaron y Willy les asegura que un día será el dueño de su propio negocio y no tendrá que irse de la casa nunca más. Happy pregunta si el negocio será como el del tío Charley, y Willy le contesta que no, que será un negocio mucho más importante que el de Charley. Los chicos le preguntan a dónde viajó esa vez y Willy cuenta que ese día fue a Providence y que conoció al alcalde, con quien tomó un café. Entusiasmado, Biff dice que le encantaría acompañarlo un día. Willy promete que lo harán y luego habla de cómo lo conocen en toda Nueva Inglaterra.
Después, Willy pregunta a Biff si está nervioso por el partido del sábado y el joven contesta que no. Happy cuenta que desde que Biff es capitán lo siguen las chicas por los pasillos, lo cual enorgullece a Willy. Mientras el padre elogia a Biff, Happy intenta llamar su atención en algunos momentos diciéndole que está bajando de peso, pero sus comentarios no obtienen respuesta.
Entra Bernard, un adolescente amigo de Biff, de aspecto algo preocupado, preguntando por Biff, ya que quedaron en estudiar juntos ese día. Willy se burla de Bernard, pero el joven insiste en que Biff debe estudiar porque los exámenes se aproximan, y que el profesor de matemática ya amenazó a Biff con desaprobarlo, lo cual impediría que su amigo se graduara. Biff muestra sus zapatillas con la estampa de la Universidad de Virginia, pero Bernard advierte que eso no asegura su graduación. Willy, enojado, dice que es imposible que no se gradúe cuando tiene becas deportivas para tres universidades. Bernard termina yéndose, no sin antes decirle a Biff que lo espera en la casa. A solas, los Loman ríen; Willy comenta que Bernard no gusta a la gente y que eso es más importante que sacar buenas notas. En el mundo de los negocios, dice, todo depende de causar impresión, despertar interés, gustar a las personas.
Aparece Linda, con su apariencia de años atrás, con un lápiz, y ayuda a calcular lo que el marido ganó en su último viaje. Después, hacen las cuentas de todo lo que deben pagar: el arreglo de la heladera, de la lavadora, del tejado, el arreglo del auto que aún no han pagado. Willy despotrica contra los trastos que deben pagar. Luego le confiesa a su mujer que siente que la gente no termina de tomarle cariño, que a veces se ríen de él. Debe trabajar doce horas por día. Siente que habla de más. Que en cambio Charley es un hombre de pocas palabras y es respetado. Él, por el contrario, bromea demasiado y está algo subido de peso. En una ocasión, en una oficina de un jefe de compras, oyó que un vendedor lo comparaba con una foca y él lo golpeó. Linda lo consuela diciéndole que es el hombre más simpático y buen mozo del mundo y que sus hijos lo idolatran tanto como ella.
Mientras el matrimonio dialoga, se oye por momentos, de fondo, una risa de mujer. Willy abraza a Linda diciéndole cuánto la extraña mientras está en la carretera, solo, durante tanto tiempo. La risa de la Mujer se hace más fuerte y esta acaba apareciendo en escena. Willy le habla sobre su trabajo y la Mujer, mientras termina de arreglarse frente a un espejo, le elogia el sentido del humor. Quedan en volver a encontrarse cuando él viaje nuevamente a Boston. Luego, ella le agradece por las medias que él le obsequió y se retira. La risa de la Mujer se funde con la de Linda, que ahora está zurciendo medias en la cocina, y que continúa con su discurso anterior, elogioso para su marido. Ante la sorpresa de Linda, Willy le promete a su esposa compensarla por todo. Luego, al ver que ella está zurciendo unas medias, las agarra y las tira, enojado: no va a permitir que zurza medias en la casa.
Entra a escena Bernard preguntando por Biff, quien debería estar estudiando para el examen. Willy le dice que igual él le pasará las respuestas, pero Bernard responde que en un examen final no podrá hacerlo. Willy llama a gritos a Biff, mientras Linda dice que este es demasiado duro con las chicas, que debe decirle algo, y que también debe devolver el balón que se robó. Willy le dice a Linda que Biff, al contrario de Bernard, tiene brío y personalidad. Linda llora y desaparece, queda Willy hablando solo, preguntándose por qué Biff habrá robado ese balón, si él solo le dijo cosas honradas.
Análisis
El deteriorado estado mental del protagonista funciona en la obra para justificar los flashbacks en base a los cuales se estructura la trama. Willy Loman, envejecido y evidentemente perturbado por decisiones que tuvieron lugar en el pasado y que repercuten negativamente en el presente, revive en su imaginación escenas sucedidas varios años atrás, cuando sus hijos eran adolescentes. Miller establece así un particular diseño dramático: primero, observamos a Willy hablando solo; luego, esa situación que el protagonista revive en su imaginación es representada escénicamente, con todos los personajes involucrados en ella. Así es como accedemos a momentos pasados que permiten, a pesar de su brevedad, comprender la dinámica interna de la familia protagonista de la obra. La mayor contribución de estos flashbacks a la trama radica en su carácter explicativo: conociendo el modo en que Willy crió a sus hijos podemos empezar a entender, de algún modo, los conflictos, remordimientos y frustraciones que toman a los personajes en el presente de la acción.
En una obra que problematiza el concepto del éxito, las expectativas excesivas en relación al tema se vuelven una fuente de dramatismo. Las escenas del pasado que muestran a un padre confiado en el éxito futuro adquieren un fuerte tinte irónico y trágico en tanto sabemos que el presente demostró ser algo muy distinto de lo que el protagonista esperaba:
WILLY: Algún día seré el dueño de mi propio negocio, y ya no tendré que irme de casa nunca más.
HAPPY: Como el tío Charley, ¿no?
WILLY: ¡Un negocio mucho más importante que el del tío Charley!
(p.109)
En el presente, Willy no solo no tiene su propio negocio, sino que ni siquiera consiguió que lo dejaran trabajar en la ciudad en que vive y así poder evitar viajar a su avanzada edad. Lo que trasluce también este fragmento es algo que cobrará cada vez más importancia en la obra, que es el poco respeto que Willy siente por Charley, ese amigable vecino a quien Willy prácticamente desprecia. Más allá de este punto, que será ampliado más adelante, lo principal de los flashbacks radica en las aseveraciones, certezas y sentencias que Willy Loman hace frente a sus hijos adolescentes. Porque el fracaso de aquellas expectativas en el presente de la acción no es visible solamente para Willy, sino también para los muchachos. Biff no puede establecerse laboralmente y, aunque Happy sí, este no logra configurar lazos sociales y parece sentirse algo estafado por la vida. En estas escenas del pasado aparecen pequeños indicios de lo que pudo haber producido las decepciones del presente.
En los flashbacks se evocan situaciones algo idílicas, en tanto Willy goza de la admiración y el cariño de sus hijos, relación que resulta mucho más compleja en el presente. Y lo que vemos en estas escenas del pasado es a un padre que, ante un Biff y un Happy adolescentes, en pleno crecimiento y con gran confianza en las palabras de Willy, brinda discursos algo soberbios sobre cómo es tener éxito en la vida:
Iremos tú, Hap y yo, y os enseñaré todas las ciudades. América está llena de hermosas ciudades y de gente excelente, honrada. Y me conocen, chicos, me conocen en toda Nueva Inglaterra. La mejor gente. Y cuando os lleve conmigo, será ‘ábrete, Sésamo’ para todos nosotros. ¿Sabéis por qué, chicos? Porque tengo amigos. Puedo aparcar el coche en cualquier calle de Nueva Inglaterra y los guardias lo protegen como si fuese suyo.
(p.110)
Aparece un concepto fundamental que se repetirá a lo largo de la obra, y es la certeza de Willy de que el éxito profesional depende casi por completo de la impresión que uno causa en las personas. A esta altura de la pieza, en estos primeros flashbacks, lo que observamos es un momento que luego sabremos crucial en la vida de Biff: la cercanía de un examen que, una vez desaprobado, cambiará para siempre la suerte del muchacho. Es en esta situación que hace ingreso el personaje de Bernard, el estudioso compañero de Biff e hijo de Charley, que parece ser el único en preocuparse por el desempeño escolar del joven Loman. Y en esas mismas situaciones del pasado, Willy no solo no se molesta en inculcar en Biff la importancia del estudio, sino que incluso su discurso apunta al desprestigio del esfuerzo intelectual y al ensalzamiento, en su lugar, de la apariencia física:
Puede que Bernard saque mejores notas que tú en el instituto, ¿comprendes?, pero ahora cuando llegue al mundo de los negocios, tú vas a darle sopas con honda, ¿comprendes? Por eso agradezco a Dios Todopoderoso que los dos seáis unos Adonis, porque el hombre que entra causando sensación en el mundo comercial, el hombre que despierta interés hacia sí mismo, ése sale adelante. Si gustas, nunca te faltará nada. Fíjate en mí, por ejemplo. Nunca he de hacer cola para ver a un agente de compras. ´¡Ha venido Willy Loman!’. Eso es todo lo que han de saber para que pase por delante de los demás.
(p.111)
El entramado no cronológico de la obra propone buscar en escenas del pasado las claves de los padecimientos del presente de los personajes. Biff es un joven que fue criado con la certeza y la promesa del éxito, y que, muy por el contrario, a sus treinta y tantos años, no ha logrado nada de lo que se suponía. Lo que aparece en este movimiento no es solo el develamiento de la naturaleza de la frustración que azota a Biff (y a Willy, en relación a él) en el presente de la acción, sino también, quizás, las razones de ese “fracaso”. Biff fue educado en la soberbia, el orgullo y, en cierta medida, el desdén hacia quienes son considerados (así parece delimitarlo su padre) menos merecedores de respeto. Al mismo tiempo, el joven Biff confiesa haber robado un balón, y su padre no deja de reír al respecto y quitarle gravedad al asunto. En el presente se observan consecuencias: en la conversación de los hermanos en la escena anterior, Biff confesaba haber robado también a Bill Oliver, hombre de quien, en el presente, precisa ayuda.
Algo similar, aunque de otra índole, se observa en Happy: el gran sentimiento de competencia que inunda la vida adulta del joven parece encontrar su raíz en su adolescencia, tal cual evidencia este segmento del pasado. Happy escuchó durante su período de crianza cómo su padre elogiaba a su hermano mayor por su habilidad para el deporte y su aspecto físico y cómo, en cambio, lo ignoraba a él (“Estoy perdiendo peso. ¿Te has fijado, papá?”, p.111). El joven parece haberse exigido de un modo extremo en este área, y en su presente se enfrenta a las secuelas, en tanto no logra aceptar órdenes de hombres menos atléticos que él. Algo parecido sucede con su relación con las mujeres: Happy parece haber incorporado aquellos consejos que Willy dirigía a Biff acerca de no prometerle nada a las chicas con las que salía. En el presente, Happy padece el no poder respetar a ninguna de las mujeres con las que se relaciona, lo que lo priva de mantener relaciones estables y sanamente afectivas con ninguna de ellas.
Lo que parece caracterizar fundamentalmente al Willy Loman de las escenas del pasado es la negación. Él insiste en no ver las conductas posiblemente problemáticas de Biff, como su costumbre de robar, su comportamiento con las chicas y su falta de disciplina en el estudio, y sostiene una y otra vez que lo importante y definitorio del éxito nada tiene que ver con esas cosas. Willy le dice a Linda que no hay ningún problema en Biff, sobre todo en comparación con Bernard.
Sin embargo, la risa femenina que suena de fondo parece indicar que algo, en la mente de Willy, hace tambalear sus certezas. Porque en estas escenas se da, también, la primera aparición -en flashback- de la Mujer con la que Willy mantuvo una aventura en el pasado. En este sentido, la pieza ofrece no solo un cambio de temporalidad sino también de locación, en tanto la escena sucede en una habitación de hotel en Boston. En cuanto al sentido de esta escena en su relación con la trama, podemos decir que la importancia de este casi anónimo personaje femenino aún no está siendo develada. Sin embargo, Miller introduce esta aventura de Willy en un momento que funciona como contrapunto irónico en la escena, en tanto la Mujer aparece simultáneamente al comentario de Linda acerca del modo en que Willy es idolatrado por sus hijos. Así, lo que se evidencia es la posible perturbación que ese comentario produce en un protagonista cuyos recuerdos lo hacen sentir culpable y poco merecedor de tal idolatría. A esa perturbación silenciosa reacciona Willy después, ante la sorpresa de Linda, cuando le jura la compensará “por todo”, y luego le quita las medias que está zurciendo. Las medias hacen así su primera aparición como elemento simbólico, en tanto será en lo que sigue de la obra un elemento asociado a la infidelidad y a su consecuente sentimiento de culpa.