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¿Por qué Unamuno llama ‘nivola’ a Niebla?
Unamuno utiliza el neologismo de nivola para referir a una construcción ficcional cercana a la novela, pero que difiere de la estructura tradicional de esta. En este sentido, Niebla rompe con la novela tradicional en varios aspectos: en primer lugar, plantea un juego entre la realidad y la ficción a partir del prólogo, que está escrito por un personaje de la propia novela, y el post-prólogo, en el que Unamuno le responde a su personaje y debate con él. Más aún, el personaje de Víctor Goti (presunto autor del prólogo) menciona que está escribiendo una nivola que repite, a su vez, todas las características de Niebla. Por otro lado, Niebla escapa del realismo literario del siglo XIX y propone una narración intimista, centrada en la subjetividad de los personajes, que nada tiene que ver con las tradiciones literarias previas. Es por esto que Unamuno busca una nueva forma de llamar a su obra y alejarla así de las novelas tradicionales.
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¿Qué juegos entre la ficción y la realidad plantea Niebla?
La novela sugiere que es imposible diferenciar completamente la ficción de la realidad. Para ello, se plantea el juego de entremezclarlas, borrar sus límites e ir de una a la otra para producir confusión respecto a qué es real y qué no. Esta comunión entre la realidad y la ficción se puede encontrar apenas empieza la nivola, en el prólogo. Escrito por uno de los personajes de la novela, Víctor Goti, este prólogo nos muestra al personaje en plena discusión con su propio creador, Miguel de Unamuno.
Otro momento de confusión entre la ficción y la realidad se produce al final de la novela, cuando Augusto, el protagonista, se encuentra con Miguel de Unamuno, quien revela que es el autor de Niebla y, por ende, su creador. Augusto queda consternado por la revelación y se enfrasca en un debate sobre la ficción y la realidad a través del cual se aborda el problema de la existencia, el libre albedrío y la inmortalidad.
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¿A qué remite la metáfora de la niebla que da título a la obra?
La metáfora de la niebla alude a una forma de transitar el mundo caracterizada por la confusión y la imposibilidad de experimentar plenamente la realidad. Augusto padece la presencia de la niebla a lo largo de la novela y siempre la describe como una ceguera que lo invade y lo sume en el desconcierto.
La niebla es, entonces, el existir sin perspectivas en un mundo que no puede llegar a conocerse completamente. Augusto se hace consciente de esta niebla que lo rodea cuando se enamora de Eugenia. Su enamoramiento le enseña hasta qué punto ha pasado alienado toda su vida en esa existencia indefinida, y cómo el amor es la potencia que puede rescatarlo de la misma.
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¿Qué importancia tiene el amor en la vida de Augusto y en la constitución de su identidad?
El amor es de vital importancia en la vida de Augusto, ya que es a través de este sentimiento que comienza a percibir y comprender el mundo como una realidad externa a sí mismo. Luego de enamorarse de Eugenia, Augusto dice en uno de sus monólogos: “El amor precede al conocimiento” (p. 47), por lo que el enamoramiento representa un despertar y un cambio de paradigma en su vida.
Posteriormente, Augusto se refiere al amor como aquella fuerza que echa luz sobre el mundo, disipa la niebla y permite llegar al conocimiento. Así, este sentimiento supone un abrir los ojos al mundo sensible. Desde ese momento reconoce la sensualidad como una potencia transformadora que puede, incluso, más que la razón. De esta forma, se expresa una reflexión filosófica central en el pensamiento de Unamuno: el amor es lo único que da esperanzas de vida a un sujeto y que puede conferirle sentido a la existencia. Por eso, el abandono de Eugenia es lo que le quita a Augusto las ganas de vivir y lo que, en definitiva, lo empuja hacia la muerte.
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¿Qué posturas se presentan en la novela sobre el matrimonio y los roles de género?
En la novela se presentan diferentes posturas sobre el matrimonio y los roles de género a través de lo que piensan y dicen sus personajes. La tía de Eugenia, Ermelinda, plantea una visión conservadora que concibe al matrimonio como un contrato pragmático que nada tiene que ver con el amor. Por eso le recomienda a Eugenia casarse con Augusto, que es rico, y no con Mauricio, a quien su sobrina ama. Además, Ermelinda es conservadora en su concepción de la mujer, ya que considera que el destino de Eugenia es garantizarse su bienestar económico a través de un esposo.
La contrapartida a estas ideas podemos encontrarla en Eugenia, que hace lo que ella desea, guiándose por el amor y no por la conveniencia. Además, Eugenia procura ser autónoma económicamente, incluso aunque eso implique trabajar de algo que odia, como dar clases de piano. En este sentido, Eugenia representa la mentalidad liberal de principio de siglo, que se corre de los roles de género preestablecidos históricamente y, por ello, recibe el mote de ‘feminista’ por parte de su tía.
Otra postura sobre el matrimonio y los roles de género la encarna Fermín, el marido de Ermelinda. Declarado anarquista, este personaje considera que el dinero no debe ser una variable a la hora de contraer matrimonio, sino que las personas deben guiarse solamente por el sentimiento. A diferencia de Ermelinda, Fermín no interviene en las decisiones de su sobrina, ya que, como anarquista, respeta ante todo su libertad individual.