Orlando

Orlando Imágenes

El rostro de Orlando

La belleza de Orlando es descrita en detalle, por medio de imágenes, por el narrador. "El rojo de sus mejillas era aterciopelado como un durazno; el vello sobre el labio era apenas un poco más tupido que el vello sobre las mejillas" (p.12), señala el biógrafo, quien entremezcla imágenes visuales y táctiles con símiles y metáforas, afirmando por ejemplo que "los labios eran cortos y ligeramente replegados sobre los dientes de una exquisita blancura de almendra" (p.13). Tampoco deja el narrador de utilizar imágenes para aludir a los ojos del protagonista, que son "como violetas empapadas, tan grandes que el agua parecía haber desbordado de ellos ensanchándolos", así como a su frente, descrita "como la curva de una cúpula de mármol apretada entre los dos medallones lisos que eran sus sienes" (p.13).

El clima de Inglaterra del siglo XIX

En el capítulo 5, la trama tiene lugar en el siglo XIX. El narrador describe por medio de imágenes el clima húmedo, gris y lluvioso que se impone sobre Inglaterra: "Llovía con frecuencia, pero sólo en aguaceros caprichosos, que volvían a empezar apenas concluían. Brillaba el sol, naturalmente, pero lo embozaban tanto las nubes en una atmósfera tan saturada de agua, que sus rayos eran descoloridos" (p.165). También menciona los "púrpuras anaranjados y rojos de carácter opaco" que se instalan en el paisaje, y agrega que "bajo ese dosel amoratado y huraño, el verde de los repollos era menos intenso, y el blanco de la nieve estaba sucio" (p.165).

El galope del caballo en el que aparece Shelmerdine

En el capítulo 5, Orlando descansa acostada en su jardín cuando aparece el hombre del cual se enamorará. La llegada de este hombre a caballo aparece descrita por medio de imágenes auditivas:

Tic-toc, tic-toc, así martillaba, así latía el yunque o el corazón en el centro de la tierra, hasta que al escuchar le pareció que era más bien el trote de un caballo, uno, dos, tres, cuatro, contó; después oyó un tropezón; después, a medida que se acercaba, oyó el quebrarse de una ramita y la sucesión de los cascos por el blanco pantano. El caballo se le venía encima. (p.181)

Londres a finales del siglo XIX

El último capítulo de la novela se desarrolla en los finales del siglo XIX y principios del siglo XX, en Londres. El narrador describe por vía de imágenes la situación de caos urbano que resulta tan impresionante para Orlando, que intenta moverse entre "una confusión inextricable de vehículos de todos los tamaños". Además, describe de que "cada pulgada del pavimento estaba repleta. Ríos de gente, abriéndose camino con agilidad increíble entre sus propios cuerpos y las torpezas y barquinazos del tráfico" (p.199). Lo moderno del conglomerado urbano se hace visible para la protagonista, también, por los nuevos negocios y sus numerosos "escaparates abarrotados de valijas de mano, y espejos y bastones y flores y cañas de pescar y canastas de picnic; con telas de todos los matices y dibujos, gruesas, diáfanas, desplegadas y suspendidas y ablullonadas de un lado a otro" (p.200). Otras imágenes apuntan a describir las áreas más residenciales de la Londres de inicios del siglo pasado: "avenidas de residencias quietas, sobriamente numeradas 1, 2, 3 y así hasta 200 o 300, cada una igual a la otra, con dos pilares y seis escalones y un par de cortinas cuidadosamente recogidas y almuerzos servidos para toda la familia, y un loro asomándose a una ventana y un sirviente a otra" (p.200).

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