Orlando

Orlando Resumen y Análisis Capítulo 1

Resumen

En algún momento del siglo XVI, Orlando es un joven de dieciséis años que juega con “la cabeza de un moro” (p.11) que uno de sus nobles ancestros trajo de África. El narrador-biógrafo describe entonces el alto estatus de la familia de Orlando y luego, la apariencia física del atractivo protagonista. Orlando es también un poeta apasionado. Su tema literario suele ser la naturaleza, aunque observar efectivamente la naturaleza siempre le impide escribir. El biógrafo describe entonces cómo Orlando se pierde recorriendo la extensa propiedad familiar, intentando no cruzarse con nadie y buscando un lugar en la naturaleza donde pueda estar solo. Sube a una suerte de cerro, coronado por una encina, desde donde puede observar diecinueve condados ingleses. Se recuesta sobre la tierra hasta que, en un momento, resuena una trompeta avisando la llegada de la Reina.

Orlando vuelve corriendo a su casa, se lava y se viste rápidamente y se dirige al salón de banquetes. En el camino, se detiene súbitamente al ver a un pobre sirviente sentado en una mesa, inmerso en la hoja en la que escribe poesía. Orlando se queda mirándolo, intentando animarse a hablarle, preguntarle acerca de todo, pero no lo logra y sale corriendo. Llega al salón de banquete, se inclina ante la Reina y le ofrece un aguamanil con agua de rosas. La Reina se fascina con Orlando, su inocencia y su atractivo, y esa misma noche firma un documento invitando al joven a comparecer ante ella en Whitehall.

Cuando el joven llega a Whitehall, la Reina lo recibe llamándolo “mi inocente” (p.20), se quita un anillo de un dedo y se lo obsequia. Lo nombra, a su vez, su Tesorero y Mayordomo. El narrador deja entender que la Reina se siente atraída físicamente por él, y que por eso, desde entonces, hace que él la acompañe siempre a donde sea que ella vaya. También le lega propiedades para que él las cobre como herencia luego de su muerte. Un día, la Reina ve a Orlando besando a una chica, se enfurece, rompe un espejo y se queja hasta que muere.

El narrador señala que no se puede culpar a Orlando por lo sucedido, porque en la época isabelina regía una moral distinta a la del presente. Describe entonces la época, sus costumbres y creencias. “Las muchachas eran rosas”, dice; “antes de la caída de la noche había que cortarlas” (p.22). Sobre la muchacha a la que besó Orlando, afirma, da igual quién es. Podría haber sido cualquiera: “la afición de Orlando era amplia: no sólo le gustaban las flores de jardín; lo silvestre y las hierbas ejercían también su fascinación” (p.22).

El biógrafo se explaya entonces sobre el origen familiar de Orlando, que contiene cierto porcentaje de linaje de baja clase social. Relata también un episodio en que el protagonista es recogido por un Conde y una muchacha llamada Sukey, que trabaja en un barco. Después de un tiempo, Orlando se cansa de pasar tiempo con gente de baja clase social y vuelve a la corte del rey Jaime (sucesor de Isabel). El rey recibe alegre a Orlando: según el biógrafo, no puede ser de otra manera, puesto que Orlando es ”joven”, “rico” y “hermoso” (p.25). Muchas jovencitas de la nobleza rápidamente se interesan en la idea de casarse con Orlando. Con tres de ellas Orlando vive amoríos: Clorinda, Favila, Euphrosyna. Al menos así, dice el biógrafo, Orlando las llama en sus sonetos. Euphrosyna es con quien mantiene una pasión más seria. Mientras los abogados preparan los documentos para el compromiso, llega la Gran Helada.

La Gran Helada es el invierno más severo de la historia de las islas británicas. Mientras dura, animales y personas se congelan hasta la muerte. Pero mientras el pueblo campesino de Inglaterra padece, el Rey Jaime aprovecha la oportunidad de tener un gran río helado para festejar sobre él un elegante carnaval. Nobles y ciudadanos comunes de Londres disfrutan entonces de bebidas, banquetes, decorados. Pueden pisar el río porque está perfectamente congelado como para que se pueda transitar en la celebración con libertad. El hielo es transparente y brillante, tanto que se pueden ver animales, botes y hasta una mujer con una canasta de manzanas congeladas debajo de la superficie.

Una noche, mientras está bailando, Orlando ve que del pabellón de la Embajada Moscovita sale “una figura -mujer o mancebo, porque la túnica suelta y las bombachas al modo ruso equivocaban el sexo-” (p.29). Esta persona, que comienza a patinar sobre el río congelado, llama la atención del protagonista, hasta que Orlando se decepciona al creer que “era del mismo sexo, y que no había posibilidad de un abrazo” (p.29). Sin embargo, cuando se aproxima Orlando se da cuenta de que es una muchacha. Se entera que la forastera es sobrina del Embajador Moscovita. Es también una princesa llamada Marousha Stanilovska Dagmar Natasha Iliana Romanovitch, así que se dirige a ella por su apodo, Sasha.

Ninguna de los rusos habla inglés, pero Sacha puede hablar en francés con Orlando, único joven en la fiesta que habla el idioma. El protagonista se enamora rápidamente de la princesa. La intimidad entre ambos crece día a día hasta convertirse en un escándalo en la corte por el compromiso de Orlando con Euphrosyna.

Orlando y Sasha pasan varios días de pasión en el campo. La pareja comparte largas conversaciones sobre todas las cosas. Por momentos Orlando cae en un estado de melancolía y habla de la tristeza y de la muerte, lo que Sasha encuentra infantil. A veces Orlando se enfurece al sentir que Sasha le esconde cosas: incluso después de su larga charla él sigue sin saber nada sobre la familia y el linaje de la muchacha. Ella no sabe cómo calmarlo.

Un día, ambos encuentran la embarcación de la Embajada Moscovita parcialmente congelada en el agua. Sasha quiere buscar unas ropas que dejó allí. Un hermoso marino que habla ruso se ofrece a ayudar a Sasha en la búsqueda, y ambos entran en el barco mientras Orlando espera afuera. Se queda inmerso en sus pensamientos hasta que se da cuenta de que pasó demasiado tiempo. Entra al barco y encuentra a Sasha en los brazos del joven. Orlando estalla y se arroja al cuello del marino; Sasha se interpone y Orlando queda desmayado. Cuando vuelve en sí, Sasha le habla hasta convencerlo de que lo que creyó haber visto nunca sucedió.

De regreso en Londres, Sasha es más cariñosa que nunca con Orlando, y hasta le confía historias sobre su vida en Rusia. En una ocasión van al teatro y ven Otelo, y por un instante Orlando se imagina a sí mismo estrangulando a Sasha, de la misma manera que el protagonista de la obra ahoga a su mujer.

Más tarde, Orlando siente un arrebato de pasión y susurra la frase secreta que él y Sasha habían inventado para encontrarse a medianoche y huir juntos.

Orlando llega temprano al punto de encuentro. Espera que se haga la medianoche intentando calmar sus nervios. Comienza a llover, pero él aún cree que Sasha llegará. Por eso se horroriza cuando escucha la primera campanada anunciando la medianoche. Sin embargo, conserva sus esperanzas. Pero cuando la doceava campanada suena, no puede mentirse más a sí mismo. Se queda parado bajo la lluvia hasta las dos de la mañana y luego se monta a su caballo. Cabalga hasta el amanecer, llega a las orillas del Támesis frente a Wapping, y cuando sale el sol ve que el río se derritió en trozos de hielo. El agua fluye y las personas atrapadas en icebergs son arrastradas por la corriente. Orlando mira asombrado por un rato y luego galopa hacia el mar para examinar los barcos de los embajadores. Los ve a todos menos al moscovita, y luego, entrecerrando los ojos hacia el mar, ve a esta embarcación alejándose. El capítulo termina con Orlando saltando al agua hasta las rodillas y lanzando insultos inútiles al barco.

Análisis

Si bien la historia y su protagonista sufrirán diversas modificaciones con el avance de los capítulos, muchas de las cuestiones instaladas desde este inicio se conservarán hasta el final. Entre estas cuestiones invariables se presenta el narrador, voz que se ofrece a la vez como un personaje ficticio: un biógrafo que se propone relatar la historia de un personaje que se postula histórico, aunque esta presunción es ficticia también. Dicho narrador se aboca en este primer capítulo a presentar al protagonista de su relato, Orlando, cuya vida relatará a lo largo de toda la novela. Y aunque el hecho de que el narrador se postule a sí mismo como biógrafo haría suponer que el formato del relato es el de una biografía, pocos elementos típicos de dicho formato se encontrarán en esta novela. Muy por el contrario, el narrador se encargará en varios momentos de despotricar contra otros biógrafos o historiadores, criticando sus modos de relatar las vidas de aquellos a quienes dedican sus estudios. Habrá, además, numerosos pasajes en los cuales lo relatado exceda los limites de lo estrictamente biográfico, como extensas reflexiones sobre la literatura, la vida, la muerte. Estas disrupciones respecto a lo que sería una estructura típica de biografía estarán habilitadas, en buena medida, por el tono satírico con el cual se narra toda la novela.

A la par del narrador biógrafo, el otro elemento que se conservará hasta el final de la novela es, por supuesto, el sujeto-objeto de la biografía, Orlando. En tanto los atractivos argumentales que presentará la novela tendrán que ver con la transformación de género del protagonista y el modo particular en que este atraviesa la temporalidad cronológica, es preciso leer este primer capítulo como una voluntad del narrador por presentar las bases y los principios sobre los cuales sucederán tales modificaciones. En esta línea, por más que durante todo el primer capítulo Orlando se conserve como un personaje varón, de determinada edad y en determinado tiempo histórico, el relato ofrece algunas características del personaje que permitirán tejer cierta continuidad en los sucesivos virajes del protagonista a lo largo de la novela. Por ejemplo, Orlando es desde el inicio una persona que disfruta escribir, a la vez que contemplar la naturaleza y pasar horas pensando. También se evidencia como una persona capaz de sentir amor y sufrir el desengaño.

Pero quizás un ejemplo más relevante de lo anterior es el hecho de que, aunque Orlando no se transforma en mujer hasta el tercer capítulo, el narrador deja entrever ya aquí cierta fluidez en cuanto al género y la sexualidad del protagonista. Quizás el momento más notorio de este tipo de indicio es la atracción y confusión que acechan por igual a Orlando cuando ve a Sasha por primera vez. El narrador en tercera persona con focalización interna en el protagonista describe desde la percepción de Orlando la aparición de Sasha: “una figura -mujer o mancebo, porque la túnica suelta y las bombachas al modo ruso equivocaban el sexo- que lo llenó de curiosidad. La persona, cualesquiera que fueran su nombre y su sexo...” (p.29), y luego: “Orlando estuvo por arrancarse los pelos, al ver que la persona era de su mismo sexo, y que no había posibilidad de un abrazo” (p.29). Orlando se siente atraído por la persona sin importar su sexo, y el obstáculo o impedimento aparece claramente impuesto por las normas sociales de la época, que proponen la heterosexualidad como única fórmula posible de vinculación íntima entre personas.

Además de sentirse atraído por personas sin reparar en su género, Orlando transgrede normas sociales del siglo XVI al vincularse con mujeres sin importar la clase social a la que pertenecen. En el momento en que se narra la escena en la cual la Reina ve a Orlando besando a una muchacha, dice el narrador: “en cuanto a la muchacha, ignoramos su nombre como lo ignoró la Reina Isabel. Pudo haber sido Doris, Cloris, Delia o Diana, porque él dedicaba versos a todas ellas; lo mismo pudo ser una azafata que una dama de la corte. Pues la afición de Orlando era amplia” (p.22). Esta característica de Orlando, la amplitud de su afición, no se modifica con el avance de la novela. Sus emociones nunca se detendrán por el género, la edad o clase social de la persona por la que se sienta atraído. Más adelante se casará con una bailarina y con un marinero, y rechazará las propuestas de pretendientes de clase alta. Quizás esta faceta de la personalidad de Orlando esté relacionada con su amor por la naturaleza y por la poesía, en el sentido de que se siente atraído por aquello que encuentra honesto y bello, desprendido de toda pretensión social.

En cuanto a los eventos históricos aludidos en este primer capítulo, es preciso dar cuenta de que la celebración que tiene lugar en Londres durante la Gran Helada descrita en la novela no es enteramente ficticia. El río Támesis se congeló por completo en dos ocasiones en el siglo XV, en cinco ocasiones en el siglo XVI y diez veces más en el XVII, y en muchas de esas ocasiones se festejó la Helada con festivales. De todos modos, un invierno en particular, el que tuvo lugar entre los años 1638 y 1684, se dio al fenómeno el nombre de Gran Helada. Este evento histórico puede entonces ayudar al lector a contextualizar la historia de Orlando en el tiempo, a la vez que brinda la primera señal de que la vida del protagonista no se desarrolla de la misma manera, en términos temporales, que la del común de las personas. Poco después, en la novela, se brindará el dato de que Orlando empezó a escribir su poemario “La encina” en 1586, lo cual implica que el joven ya ha vivido al menos cien años antes de conocer a Sasha. Al final de la novela, Orlando habrá vivido trescientos años, aunque física y psicológicamente tendrá, como dirá el narrador, 36. En tanto la edad de Orlando no refleja el paso del tiempo, el narrador aporta datos como eventos célebres o avances tecnológicos, así como la aparición de determinados edificios importantes, para guiar al lector a la hora de establecer un contexto histórico que brinde marco a los hechos.

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