Pedro Páramo es el segundo libro de Juan Rulfo. Se publicó por primera vez en marzo de 1955 por la editorial Fondo de Cultura Económica. Rulfo la escribe entre 1952 y 1954, pudiendo dedicarse exclusivamente a escribirla gracias a una beca del Centro Mexicano de Escritores. Esta institución había sido fundada en 1951 por la profesora y escritora estadounidense Margaret Shedd. Numerosos escritores mexicanos contemporáneos de Rulfo son también becados por esa institución.
Rulfo escribe los cuentos de El Llano en llamas y Pedro Páramo, prácticamente sus únicas obras literarias, durante las décadas de 1940 y 1950. Estos años de la historia de México se caracterizan por su estabilidad política y la prosperidad económica, y contrastan con la violencia, la inestabilidad y las malas condiciones económicas de las décadas anteriores. México desarrolla muy fuertemente su industria en esta época, con lo que crecen principalmente sus ciudades. Esta estabilidad y prosperidad consolidan a México como un país moderno y conectado con lo que pasaba en los países más avanzados del mundo.
En el ámbito literario, durante esta época surgen dos corrientes en la literatura latinoamericana: la de la literatura social, que busca representar y denunciar las problemáticas de las clases populares y la realidad nacional, por un lado; y la literatura cosmopolita o de vanguardia, que busca principalmente renovar las formas literarias y arraigarse en una realidad más universal. Pedro Páramo puede considerarse una síntesis de esas corrientes, porque el carácter fantástico de la novela convive con la representación de la desigualdad social y de los sucesos de la Revolución Mexicana y de la Guerra Cristera, episodios claves de la historia mexicana del siglo XX. Por estas y otras características, la novela de Rulfo es precursora de obras como Cien años de soledad de Gabriel García Márquez y otros autores del llamado "Boom de la literatura latinoamericana", corriente literaria que se desarrolla en la década de 1960, y ubica a Latinoamérica en el mapa de la literatura mundial. En gran parte, esta renovación de las letras latinoamericanas, y la gran aceptación por parte de la crítica y el público extranjeros se da por el cruce entre las técnicas narrativas de vanguardia y los temas americanos.
Pedro Páramo, el protagonista de esta novela, es un terrateniente que domina, gracias a su riqueza y su astucia política, la vida de todos los habitantes de Comala, el pueblo en que está ambientada la historia. Todos los personajes dependen más o menos directamente de él, siendo la mayoría hijos no reconocidos de él. Este cuadro social está enmarcado en un atmósfera ambigua, en la que no se distingue claramente entre la vida y la muerte, o la realidad y el sueño. La aparición de personas muertas es tomada con naturalidad por los personajes. Aún más, gran parte de los episodios de la novela son narrados desde la tumba por personajes que están muertos. Esta manera de representar la muerte puede relacionarse con la familiaridad con los muertos característica de la cultura mexicana, que se expresa en los tradicionales festejos del Día de Muertos.
La novela está estructurada en fragmentos breves, que narran eventos protagonizados por distintos personajes y que están ambientados en períodos históricos diferentes. Es decir, los fragmentos no están ordenados cronológicamente. En los primeros fragmentos de la novela, el punto de vista está focalizado en el personaje de Juan Preciado pero, más adelante, la focalización va alternando en otros personajes, según lo que se narra en cada fragmento.
Desde el punto de vista de la técnica narrativa, Rulfo incorpora en su novela el monólogo interior o "fluir de conciencia", un recurso muy utilizado por los escritores modernistas de principios del siglo XX, como James Joyce. Mediante esta técnica, el autor pretende hacer una "transcripción" de los pensamientos en el interior de la cabeza de un personaje para que el lector pueda profundizar en sus intenciones, sus motivaciones o, en ocasiones, los eventos más íntimos de su pasado, de los que no hablarían con otros personajes, y por lo tanto, a los que los lectores no tendrían acceso. En el caso de Pedro Páramo, la técnica de monólogo interior sirve para construir personajes complejos. En los casos del padre Rentería o Susana San Juan, el fluir de conciencia permite que los lectores conozcan el dilema moral del padre o descubran qué sucede dentro de la mente de Susana, víctima de la locura.
En el mismo año de su publicación, aparecen varias reseñas de Pedro Páramo en revistas literarias de México, y un artículo del escritor mexicano Carlos Fuentes en una revista literaria francesa. También ese mismo año, Rulfo gana la primera edición del Premio Xavier Villaurrutia, que se propone reconocer el mejor libro publicado en México cada año. Estos reconocimientos muestran que la recepción crítica que la novela obtiene inmediatamente después de su publicación es inmejorable.
En 1970, Rulfo recibe el Premio Nacional de Literatura. Para ese entonces, Pedro Páramo ya tiene traducciones al alemán, inglés, francés, noruego, italiano, polaco, portugués, ruso y eslavonio, que dan cuenta de la excelente recepción que la novela tiene en toda Europa. La obra también tiene traducciones al persa, japonés, chino, turco y coreano, entre otros idiomas no occidentales, lo que le otorga una fama a nivel mundial.