Pedro Páramo

Pedro Páramo Símbolos, Alegoría y Motivos

Los cuervos (símbolo)

Los cuervos simbolizan tradicionalmente la muerte. La primera vez que se los menciona en la novela es luego de que Abundio le cuente a Juan Preciado que él también es hijo de Pedro Páramo. "Una bandada de cuervos pasó cruzando el cielo vacío, haciendo cuar, cuar, cuar" (p. 7). La mención a los cuervos justo después de que Abundio mencione a Pedro Páramo es una anticipación del final de la novela, en el que se revela que fue Abundio quien mató al hacendado.

El padre Rentería (símbolo)

El padre Rentería simboliza la Iglesia Católica. Por un lado es el árbitro moral de la comunidad: define quién merece la salvación y quién no. Y como consecuencia de este poder, en tanto representante de la Iglesia, es un personaje respetado por los habitantes del pueblo.

Rulfo sintetiza en este personaje la corrupción y la hipocresía, ya que es capaz de romper la doctrina de la Iglesia y su propio criterio por temor a ofender a los poderosos que hacen posible su sustento económico. No solo lo hace por interés, sino también por cobardía; el padre está escindido entre el respeto y el temor a Dios, y el respeto y temor a Pedro Páramo.

Las uvas ácidas (símbolo)

El padre Rentería va a visitar al cura de Contla para que le perdone sus propios pecados, pero este se niega, ya que considera que Rentería estaba siendo demasiado obsecuente con Páramo y que no debe complacer a los poderosos en detrimento de los pobres creyentes. Luego de este intercambio, ambos caminan bajo una enramada y el cura de Contla le dice, refiriéndose a las uvas que cuelgan del parral: "-Son ácidas, padre (...). Vivimos en una tierra en la que todo se da, gracias a la Providencia; pero todo se da con acidez. Estamos condenados a eso" (pág. 76). Las uvas son la materia prima del vino, elemento que en la liturgia católica simboliza la sangre de Cristo, que los creyentes beben en el sacramento de la Eucaristía. En consecuencia, estas pueden representar la decadencia de la función de la Iglesia.

Esta simbología se refuerza en el comentario siguiente de Rentería: "¿Recuerda usted las guayabas de China que teníamos en el seminario? (...) Yo traje aquí algunas semillas. Pocas, apenas una bolsita... después pensé que hubiera sido mejor dejarlas allá donde maduraran, ya que aquí las traje a morir" (pág. 77). En este sentido, este comentario, en serie con la frase anterior, deja entender que, dentro del entorno del seminario, es fácil cultivar la fe; las frutas dulces maduran solas. Sin embargo, fuera del seminario, en el mundo real, la labor de la Iglesia no es tan simple: existen otros factores que amenazan el crecimiento de la semilla de la fe e impiden que el fruto madure. Ejemplos de estos factores son la corrupción y la hipocresía.

El agua (motivo)tales

El agua en Pedro Páramo es un motivo recurrente asociado a la vida y la fecundidad. En las evocaciones del pasado idílico de Comala, por ejemplo, el de la niñez de Pedro, o el que describe Dolores a su hijo Juan Preciado, la lluvia es valorada positivamente como símbolo de fertilidad. En este paisaje edénico se destacan las llanuras verdes, los árboles tupidos, el olor a tierra mojada y la imagen de la lluvia regando los surcos. Luego de que Páramo se impone sobre el pueblo, la descripción del paisaje cambia: "Desde entonces, la tierra se quedó baldía y como en ruinas" (pág. 85). Esta frase continúa el motivo que relaciona agua y vida y, de acuerdo a la misma lógica, sequía y muerte.

En un desplazamiento de esta misma simbología, el agua también representa el erotismo y la sensualidad. Por ejemplo, en el fragmento 52, Susana San Juan evoca un recuerdo en el que se baña desnuda en el mar, junto con su primer marido. El contacto físico con el mar evoca una relación sexual:

El mar moja mis tobillos y se va; moja mis rodillas, mis muslos; rodea mi cintura con su brazo suave, da vuelta sobre mis senos; se abraza de mi cuello; aprieta mis hombros. Entonces me hundo en él, entera. Me entrego a él en su fuerte batir, en su suave poseer, sin dejar pedazo (pág. 102).

En este fragmento, el mar desencadena la sensación del placer del cuerpo y la vitalidad, que se contrapone a la situación de Susana en ese momento, que ya está muerta y enterrada.

Comala (símbolo)

Comala simboliza el Infierno, el reino de los muertos que no pueden lograr la salvación divina y están condenados a penar sus pecados por toda la eternidad.

En primer lugar, uno de los primeros indicios que permite relacionar a Comala con el infierno es el comentario que Abundio le hace a Juan antes de llegar al pueblo: "Aquí no vive nadie" (p. 9), que se puede interpretar desde el sentido de habitar (el más común, por ejemplo en la pregunta: "¿Dónde vives?") o desde el significado más prototípico de la palabra "vivir", que implica que en Comala todos están muertos.

También se describe a Comala como un lugar muy caluroso. Esta característica vincula nuevamente el pueblo con el Infierno.

-Hace calor aquí -dije.

-Sí, y esto no es nada -me contestó el otro-. Cálmese, ya lo sentirá más fuerte cuando lleguemos a Comala. Aquello está en las brasas de la tierra, en la mera boca del Infierno." (p. 8)

Por último, todos los personajes que Juan Preciado conoce en Comala hacen referencia a sus pecados y a las faltas que cometieron en vida. Esto cobra importancia desde el sentido que esas faltas y la imposibilidad de obtener el perdón son lo que los mantiene penando en Comala.

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