Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría, pues ella estaba por morirse y yo en un plan de prometerlo todo.
El comienzo de la novela es uno de los más célebres de la literatura latinoamericana. Logra condensar la ambientación, presentar al personaje y su motivación en una cantidad mínima de palabras.
Aquello está sobre las brasas de la tierra, en la mera boca del Infierno.
Esta frase es parte de una de las primeras descripciones de Comala presentes en la novela. Se la dice Abundio a Juan Preciado antes de llegar al pueblo. Establece una relación directa entre Comala y el Infierno, semejanza que será significativa más adelante, cuando Juan llegue al pueblo y comience a cruzarse con sus habitantes.
Todo esto que sucede es por mi culpa -se dijo-. El temor de ofender a quienes me sostienen. Porque esta es la verdad; ellos me dan mi mantenimiento. De los pobres no consigo nada; las oraciones no llenan el estómago.
El monólogo interno es una de las técnicas literarias por las cuales Rulfo focaliza la narración en un personaje determinado. En este caso, los monólogos internos del padre Rentería hacen posible que el lector entienda el dilema moral del personaje. Por un lado está su deber como representante de la Iglesia Católica y su compromiso con su comunidad y, por el otro, su necesidad económica, razón que explica su obsecuencia a Pedro Páramo. La focalización en el personaje permite también saber que él siente remordimiento por sus acciones, y culpa por no cumplir con sus obligaciones.
- ¿Y las leyes?
- ¿Cuáles leyes, Fulgor? La ley de ahora en adelante la vamos a hacer nosotros.
Este intercambio entre Fulgor y Pedro sobre lo que harán con Toribio Aldrete permite interpretar el criterio autoritario por el que se rigen sus actos. Él se cree todopoderoso y considera que no debe rendirle cuentas a nadie, ni a la ley, ni a Dios. La falta de ley, o la falta de importancia que tiene la ley, en el sentido de que no hay una institución que la haga respetar en la novela, hace posible la tiranía de Pedro y también las revueltas de los revolucionarios al final de Pedro Páramo.
Oía de vez en cuando el sonido de las palabras, y notaba la diferencia. Porque las palabras que había oído hasta entonces, hasta entonces lo supe, no tenían ningún sonido, no sonaban; se sentían; pero sin sonido, como las que se oyen durante los sueños.
En esta cita se expresa la diferencia entre las voces que "siente" Juan y el verdadero sonido de las palabras de las personas vivas. Para el lector, es uno de los indicios clave que permiten interpretar que todos los personajes de la novela están muertos. Para el personaje de Juan, darse cuenta de que las voces que escucha no son reales desencadena una serie de hechos que terminarán con su muerte.
Es cierto, Dorotea. Me mataron los murmullos.
Según el mismo Rulfo, en entrevistas posteriores a la publicación de Pedro Páramo, la novela originalmente se iba a titular Los murmullos. Este título hacía referencia a las voces de los muertos que rondan por Comala, condenados a pagar por sus pecados eternamente en ese pueblo fantasma. De esta frase se interpreta que Juan Preciado muere de miedo al darse cuenta de que los murmullos que percibe provienen realmente de personas muertas.
-Ese hombre de quien no quieres mencionar su nombre ha despedazado su Iglesia y tú se lo has consentido. ¿Qué se puede esperar ya de ti, padre? ¿Qué has hecho de la fuerza de Dios? Quiero convencerme de que eres bueno y de que allí recibes la estimación de todos; pero no basta ser bueno. El pecado no es bueno. Y para acabar con él, hay que ser duro y despiadado.
El cura de Contla es la contracara del padre Rentería. Cuando Rentería va a hacer confesión general, el cura de Contla lo enfrenta y le hace entender que no hacer nada no es suficiente para detener el ascenso de Pedro Páramo. Este cura es la voz de la moral cristiana e indica a Rentería que debe cambiar su conducta y no entregar su servicio a unos pocos poderosos. El padre Rentería no le hará caso.
-Este "no le daría agua ni al gallo de la pasión". Aprovechemos que estamos aquí, para sacarle de una vez hasta el maiz que trai atorado en su cochino buche.
En esta cita, se puede ver como Rulfo toma la oralidad característica de los campesinos que andan en las revueltas y la pone en boca de sus personajes para dar mayor realismo a este episodio. La comparación "no le daría agua ni al gallo de la pasión" refleja una forma de expresarse típica de las zonas rurales, así como la falta de acentuación de la palabra "maiz" o la forma "trai" del verbo "traer", que busca emular en la escritura la pronunciación característica de los personajes, diferente a la de Pedro Páramo, por ejemplo.
¿No estará pasando algo malo en la Media Luna? Hace más de tres años que está aluzada esa ventana, noche tras noche. Dicen los que han estado allí que es el cuarto donde habita la mujer de Pedro Páramo, una pobrecita loca que le tiene miedo a la oscuridad. Y mire: ahora mismo se ha apagado la luz. ¿No será un mal suceso?
Esta cita es un buen ejemplo de la construcción polifónica de los sucesos en la novela. En el fragmento anterior a este, se narra la agonía de Susana San Juan. En este fragmento, se cambia el punto de vista y la narración se enfoca en dos vecinas del pueblo, que hablan sobre la posibilidad de que algo malo haya pasado en la Media Luna, porque se apagó la luz de la habitación de Susana. Por medio de la yuxtaposición de los dos fragmentos, el lector puede construir una perspectiva completa del suceso, porque sabe tanto lo que sucede dentro de la casa como lo que se comenta en el pueblo.
-Me cruzaré de brazos y Comala se morirá de hambre.
Esta cita es importante ya que explica el motivo por el cual el pueblo entra en decadencia absoluta. La venganza de Pedro Páramo sobre Comala se origina porque el pueblo no respeta el duelo por Susana San Juan y hace una fiesta. Esta frase también demuestra hasta qué punto el poder de Páramo sobre Comala es total y absoluto, ya que el solo acto de "cruzarse de brazos", o sea, no dar más trabajo ni caridad, hace que todo el pueblo caiga en desgracia.