Resumen
1
La novela comienza cuando Juan Preciado viaja a Comala en busca de su padre, llamado Pedro Páramo. Juan le prometió a su madre en su lecho de muerte que iría a verlo. Ella le había pedido que le exijiera todo lo que les debía, ya que él no había estado presente durante la vida del niño. Juan no pensaba cumplir su promesa, pero en un momento se llena de esperanza sobre su padre y decide ir, finalmente, a Comala.
2
Juan Preciado va de camino a Comala. Hace mucho calor y va por un camino de montaña que sube y que baja. Lo acompaña un arriero, que hace las veces de guía. Cuando el pueblo de Comala ya está a golpe de vista, comienza a recordar las cosas que su madre le contaba acerca de Comala. El arriero le pregunta para qué está yendo al pueblo y Juan le responde que va a ver a su padre. El arriero le dice que seguramente se alegrará de verlo, ya que hace mucho tiempo que nadie viene de visita. Luego, le pregunta el nombre de su padre y, al escuchar la respuesta, parece sorprendido. Finalmente, agrega que él también es hijo de Pedro Páramo. Le pregunta si lo conoce y el arriero lo define como "un rencor vivo". Juan lleva el retrato de su madre en la bolsa de la camisa, con la intención de mostrárselo a su padre para que lo reconozca. El arriero le muestra desde y hasta dónde se extiende la Media Luna, la hacienda de los Páramo. Cuando Juan pregunta dónde están los habitantes del pueblo, el arriero le cuenta que allí no vive nadie. Entonces Juan le pregunta por Pedro Páramo y el arriero le responde que Páramo murió hace muchos años.
3
Juan Preciado llega a Comala. Le llama la atención el silencio en el pueblo. En Sayula, de donde él viene, a esa hora de la tarde las calles están llenas de niños revoloteando y de palomas. En Comala, Juan solo escucha el eco de sus pasos. Las casas están vacías, llenas de yuyos. De repente ve pasar una mujer que desaparece rápidamente. Al momento vuelve a aparecer y Juan le pregunta por la casa de doña Eduviges. La señora le indica la dirección. Luego, Juan siente que el pueblo vive, que antes solo escuchaba el silencio porque no estaba acostumbrado a él, pero que allí está lleno de voces. Sigue caminando y llega a la casa de doña Eduviges. Toca a la puerta pero su mano se sacude en el aire, como si la puerta hubiera desaparecido. Una mujer le dice que pase y Juan entra a la casa.
4
Es el momento previo a la llegada de Juan y el arriero a Comala. Se despiden, ya que el arriero sigue por el camino hasta su casa, más allá del pueblo. Juan se queda allí, pero antes le consulta al arriero dónde puede alojarse. Él le sugiere que pregunte por doña Eduviges. Juan le pregunta al arriero cómo se llama. Él le responde que su nombre es Abundio, pero Juan no llega a escuchar su apellido.
5
Doña Eduviges hace pasar a Juan a su casa. Van caminando por una serie de habitaciones oscuras, al parecer vacías, pero a medida que Juan se va acostumbrando a la oscuridad ve bultos por todos lados. Eduviges le explica que esas son las pertenencias de las personas que se fueron y se las dejaron allí. Le pregunta a Juan si él es el hijo de Doloritas. Él responde afirmativamente y ella le dice que su madre le avisó que vendría, precisamente ese día. Llegan a un cuarto vacío, sin cama siquiera. Eduviges le dice que al día siguiente le colocará la cama, que no tuvo tiempo de acomodarla porque le avisaron con poca anticipación de su llegada. Él le dice que su madre murió y ella responde que seguramente es por eso que su voz se oía tan débil. Ella le cuenta que habían hecho la promesa de morir juntas, porque eran muy cercanas de jóvenes, y que él debió haber sido su hijo. Juan piensa que la señora está loca, pero se deja llevar. Está cansado. Eduviges le ofrece algo de comer y él responde que irá más tarde.
6
Está lloviendo. Una señora le pregunta a su hijo por qué tarda tanto en el baño. Mientras, el niño está pensando en Susana, una niña de la que está enamorado. Recuerda cómo jugaban en las lomas verdes y volaban papalotes. La madre reta al niño por pasar tanto tiempo en el baño y lo manda a desgranar maíz con su abuela.
7
El niño va con la abuela y ella lo manda a limpiar el molino. Él le dice que está roto y que deberían comprar una nuevo. La abuela está de acuerdo, pero le dice que han quedado sin un centavo. Lo manda a pedirle uno fiado a la tienda, que pagarán en las cosechas. También solicita un cernidor y una podadera, dos máquinas para trabajar la tierra. Al salir, su madre le pide que traiga tafeta negra también. Al salir lo llamaron por su nombre, "Pedro", pero él ya está lejos y no escucha.
8
Se hace de noche y vuelve a llover. El niño sigue pensando en Susana. En la casa, dos mujeres están rezando el rosario. La madre le pregunta por qué no está rezando el novenario por la muerte de su abuelo. El niño le dice que está triste. Su madre se da vuelta y apaga la vela. Comienza a llorar y sus sollozos se confunden con el sonido de la lluvia.
9
La narración vuelve a Juan Preciado, que está conversando con doña Eduviges. Él le dice que su madre nunca le habló de ella. Abundio, el arriero, fue quién le indicó que fuera a su casa. Ella le dice que el arriero era muy buen hombre. Solía llevar las cartas al pueblo, pero dejó de hablar cuando quedó sordo por un accidente. Juan se queda pensativo, pues el Abundio al que él se refiere habla y escucha normalmente. Eduviges le dice que no debe ser la misma persona, además, porque Abundio está muerto.
Vuelven a hablar sobre la madre de Juan. Ella le comenta que un tal Inocencio Osorio le dijo a su madre una vez que no debía acostarse con ningún hombre durante su noche de bodas, porque estaba brava la luna. Entonces fue Eduviges a reemplazarla en el lecho, junto a Pedro Páramo. Al año siguiente nació Juan.
Eduviges le dice que Dolores siempre odió a Pedro Páramo, porque la trataba mal y siempre le pedía cosas. Ella siempre estaba triste porque extrañaba a su hermana que vivía en Colima. Un día Pedro Páramo le dijo que armara sus maletas y fuera a lo de su hermana. Doña Dolores se fue de la hacienda para siempre. Juan recuerda que su tía Gertrudis siempre le preguntaba a su madre por qué no volvía con su marido. Dolores le contestaba que Pedro Páramo no había enviado a nadie a buscarla, por lo que no dependía de ella volver a Comala.
10
El niño Pedro Páramo sigue pensando en su amada Susana. Entiende que nunca volverá a Comala, ya que odia el pueblo. Su abuela lo encuentra y le pregunta qué está haciendo. Él le dice que está paseando al niño de Rogelio mientras cuida el telégrafo. Está amargado, ya que Rogelio no le paga nada. La abuela le responde que él es todavía un aprendiz y debe resignarse a esos tratos hasta que esté en posición de ser el jefe. El niño responde con bronca que él no está para resignarse. La abuela le dice que le irá mal con esa actitud.
Análisis
Desde el comienzo de la novela se puede notar que esta está estructurada en fragmentos. Dichos fragmentos no narran eventos ordenados cronológicamente, es decir, siguiendo un orden temporal desde lo que pasó primero hasta lo que pasó al final. Las líneas de tiempo se van entrecruzando, y se mezclan eventos que pasan en un momento con otros que tuvieron lugar mucho antes.
Al principio de la narración, un joven (que luego sabremos que se llama Juan Preciado) está por llegar a un pueblo en la zona rural mexicana. Los primeros tres fragmentos parecen estar ordenados cronológicamente. En el primero, Juan Preciado está llegando a Comala; en el segundo, un arriero le indica el camino y, en el tercero, Juan ya ha llegado al pueblo y busca hospedaje en una casa. Sin embargo, el cuarto fragmento rompe esta línea cronológica, ya que en él se narra un evento anterior a lo sucedido en el tercero. El sentido de este primer desorden parece ser mostrar el artificio o el efecto narrativo en un lapso temporal breve, de modo que el lector pueda interpretar fácilmente el mecanismo: es evidente que lo que sucede en el fragmento 4 sucedió realmente entre los fragmentos 2 y 3. Es decir, entre los fragmentos 2 y 3 hubo una elipsis, un salto temporal, que se completa en el fragmento 4.
De esta manera, el narrador presenta la estructura fragmentaria y caótica que tendrá toda la novela. El fragmento 5 retoma el orden cronológico de la historia de Juan, pero por poco tiempo. El fragmento 6 introduce otra línea narrativa, muy distinta a la anterior, ya que no solo cambia el tiempo de los sucesos, sino también el punto de vista. En el fragmento 6, el punto de vista está focalizado en un niño al que, según los indicios que van dando los demás personajes, identificaremos como Pedro Páramo. El punto de vista focalizado en el niño Pedro se puede identificar principalmente por la inclusión de monólogos internos, a la manera de fluir de la conciencia, que transcriben lo que está pensando el personaje, por ejemplo: “Pensaba en ti, Susana. En las lomas verdes. Cuando volábamos papalotes en la época del aire” (p.14). Por lo tanto, el lector puede intuir que los sucesos narrados en este fragmento son anteriores a los de la historia de Juan Preciado, ya que en el presente de la historia de Juan Preciado, Páramo ya está muerto.
Otro indicio que marca la distancia temporal entre las dos líneas narrativas es la diferencia en la descripción del paisaje. En la historia de Juan Preciado, Comala y sus alrededores se presentan como un lugar árido, yermo, caluroso y abandonado. En la historia del niño Pedro Páramo el paisaje es muy diferente: hay lomas verdes y llueve bastante: “El agua que goteaba de las tejas hacía un agujero en la arena del patio. Goteaba: plas plas y luego otra vez plas” (p.14). Es muy similar al paisaje de Comala que la madre de Juan le había descrito a su hijo durante la época en la que ella vivía allí: “Hay allí, pasando los Colimotes, la vista muy hermosa de una llanura verde, algo amarilla por el maíz maduro” (p.6). Esta descripción contrasta con el paisaje que ve Juan al llegar, ya que no hay llanuras verdes, ni maíz, ni nada. Por lo tanto, el contraste en el paisaje sirve de indicio al lector para saber en qué momento histórico suceden los hechos que se están narrando en cada fragmento, pero también serán símbolo del efecto de las acciones de Pedro Páramo sobre el pueblo y sus habitantes a lo largo del tiempo.
Finalmente, en esta primera parte se pueden advertir los primeros elementos fantásticos del relato. Al llegar a Comala, Abundio le dice a Juan que allí no vive nadie, y su primera impresión es que es un pueblo fantasma. Juan ve a una señora que desaparece “como si no existiera” (p.10), y cuando llega a la casa de doña Eduviges, ella le dice que lo estaba esperando, pues la madre de él le había avisado que iría. Sabemos, claro, que se trata de su madre fallecida. Estos indicios establecen el tono de la novela, que va oscilando entre lo real y posible y lo sobrenatural.
Sin embargo, estas cuestiones no quedan del todo claras todavía. El silencio que Juan percibe ni bien llega a Comala se transforma en voces y murmullos, pero no se sabe de dónde provienen: “Y aunque no había niños jugando, ni palomas, ni tejados azules, sentí que el pueblo vivía. Y que si yo escuchaba solamente el silencio, era porque aún no estaba acostumbrado al silencio; tal vez porque mi cabeza venía llena de ruidos y de voces”. (p.10). Hasta este punto, no queda claro qué es lo real y qué no, o si los elementos sobrenaturales son producto de la imaginación de Juan Preciado.