La vida campesina vs. la vida en la corte
La relación entre la vida campesina y la vida cortesana es uno de los temas que atraviesa toda la obra. De hecho, gran parte de la crítica considera que este es el tópico más importante de Soledades, así como el motor que inspira a Góngora a escribir la obra.
En el poema se plantean dos estilos de vida opuestos: la vida campesina y la vida en la corte. Este último se emparenta con la vida en la ciudad, como si fueran equivalentes. Estos estilos de vida no se presentan meramente como opuestos, sino que hay un juicio muy claro de valor al respecto: tanto el yo lírico como los personajes ven con buenos ojos a la vida campesina, mientras que la que se vive en la corte se critica constantemente.
Los valores destacados de la vida campesina son el contacto de las personas con la naturaleza; la humildad y la simpleza con la que viven sus habitantes, y la bondad y armonía que reina entre los campesinos.
La vida cortesana, por su parte, se critica por la falta de humildad y sencillez que degenera en la pompa y la ostentación; así como la falsedad que reina entre los cortesanos, y la importancia de la apariencia por sobre la esencia.
Es importante destacar que todo el poema transcurre en un ambiente campesino, y que las críticas a la vida en la corte aparecen, generalmente, por oposición. Se destaca algún aspecto de la vida campesina y, al mismo tiempo, el yo lírico o alguno de los personajes critica a la vida cortesana por fallar en ese mismo aspecto.
La historia del peregrino es, en definitiva, la historia de un hombre que pertenece a la vida de la corte y por un accidente (el naufragio) termina conociendo la vida campesina y descubriendo en esta un modo superior de vivir.
Para concluir, cabe señalar que Góngora escribe Soledades en medio de una crisis de fe en la razón y el progreso. A comienzos del siglo XVII, el imperio español comienza a entrar en decadencia, y Góngora, como muchos otros autores, pierden la confianza en sus gobernantes y el estilo de vida que reina en España hace más de un siglo. Postular la vida campesina como un ideal es, en definitiva, postular un retorno a lo esencial que permita recuperar los valores que, en pos del progreso, se han perdido.
El amor
En línea con el tema anterior, dentro de la obra aparecen dos tipos de amor: el cortesano (y/o urbano) y el campesino.
El amor cortesano se representa en la fallida relación del peregrino con su amada. Son pocos los datos que el lector tiene acerca de la vida pasada del protagonista, pero se sabe que fue un noble y, sobre todo, que sufrió el desamor de una mujer. Dicho desamor lo impulsó a navegar y, en consecuencia, a naufragar.
Por el contrario, el amor campesino, que tiene su representación en la boda a la que asiste el peregrino, aparece en la obra como la forma ideal del amor. Si bien los novios están recién casados y, por ende, no se sabe cuál será el devenir de la pareja, todo lo que aparece en relación con la boda es armónico, noble y honesto, al punto de transmitir la sensación de que la felicidad eterna de los recién casados está garantizada. La armonía de la vida campesina asegura que el amor entre los campesinos sea, justamente, armónico. En cambio, la vida cortesana, que durante toda la obra se critica por su falta de armonía y nobleza, genera, lógicamente, amores fallidos que conducen a la tragedia, como en el caso del peregrino.
La riqueza
El tema de la riqueza aparece en la obra fundamentalmente en el extenso monólogo de la labradora, quien les dedica buenos augurios y les da consejos a los recién casados. Uno de los deseos de la labradora es que la pareja tenga prosperidad económica, pero que dicha prosperidad no sea excesiva. Les desea que tengan muchas cabezas de ganado, pero que las puedan contar fácilmente.
De este modo, la riqueza se presenta como un peligro, no solo para la pareja, sino para toda la aldea campesina. Según la labradora, si los recién casados se volvieran ricos, podrían generar envidia dentro de la comunidad. La riqueza es una especie de virus que puede infectar a la aldea. Durante toda la obra, Góngora construye una sociedad rural en la que parecen no existir la codicia ni la envidia gracias a que en su economía no hay excedentes de ningún tipo. Los campesinos viven con lo que les da su trabajo en el campo, que es lo justo y lo necesario. La riqueza es, entonces, un exceso: un peligro que acecha y amenaza con destruir la armonía de la vida campesina.
La humildad
La humildad es un tema fundamental dentro de la obra. Los grandes elogios que recibe constantemente la vida campesina tienen su base y su punto de partida en este valor.
Esto se ve con claridad desde la primera interacción que tiene el peregrino con los habitantes de la isla, los cabreros que lo acogen en su hogar, le dan de comer y un lugar donde dormir. El yo lírico destaca la humildad con la que los cabreros reciben al peregrino, la docilidad que demuestran en el trato, la modestia del hogar e, incluso, la de los utensilios que utilizan para comer. En contraposición, refiere constantemente a la pompa innecesaria que atraviesa los modales cortesanos, la que reina en los hogares y la que adorna los utensilios con los que se come en la urbe.
De este modo, la humildad opera en la obra como un sinónimo de la esencia y la verdad. Les permite a los campesinos mostrarse tal como son, sin sentir la necesidad de tener que aparentar. Ahora bien, el yo lírico deja bien en claro que, por ser humildes, los campesinos no carecen de grandeza. Por el contrario, como se ve en el banquete que se ofrece en la boda, la humildad destaca aún más la grandeza y la nobleza con la que viven. Dicho banquete es delicioso y asisten a él todos los serranos de la zona. Sin embargo, el padre de la novia no hace espamentos al servirlo, ni intenta mostrarse como un gran hombre al que se le debe agradecer por ser el responsable de tal banquete.
Es importante destacar que la humildad no se presenta como una virtud propia de los campesinos, sino como una consecuencia del modo en el que se vive en el campo. Esto queda claro en la última escena de la obra, cuando aparece el príncipe. Este tiene una gran casa y, por supuesto, es un hombre de la nobleza. Sin embargo, al vivir en el campo sus modales están atravesados por la humildad. No es un noble que vive en la corte, rodeado de pompas innecesarias y atravesado por la necesidad de aparentar. Es un príncipe que vive con simpleza y humildad, en contacto con la naturaleza, como todos los que viven allí, como un campesino más.
La conquista de América
El modo en el que se aborda la conquista de América en la obra es un importante indicador de la pérdida de fe en el imperio español que comienza a reinar en el siglo XVII, cuando Góngora escribe sus Soledades. Según la crítica, nos encontramos ante una de las primeras obras (si no la primera) que aborda con pesimismo y desconfianza la llegada de los españoles al “nuevo continente”.
Este tema aparece en el discurso que da el viejo serrano en contra de la navegación. Según este personaje, la conquista de América fue llevada a cabo meramente por codicia, no por el afán científico de conocer con mayor exactitud el planeta. Además, el viejo serrano sostiene que la conquista fue injusta, ya que los españoles tenían armas de pólvora y enfrentaron a hombres que tenían que defenderse con sus puños.
Esta perspectiva negativa sobre la conquista de América es un signo de la época de Góngora, en la que los hasta entonces considerados grandes logros del imperio español comienzan a ser criticados. El llamado “Siglo de Oro Español”, que comienza en 1492, año de la llegada a América, y que está caracterizado por el auge económico y cultural de España, está llegando a su fin. España empieza a entrar en crisis. Su economía se debilita. Como consecuencia, entre los ilustrados comienza a reinar el desengaño y el pesimismo. De este modo, la conquista de América deja de ser vista como un logro épico de la nación y comienza a percibirse con desconfianza. La perspectiva del viejo serrano en Soledades es un testimonio literario muy claro de ello.
El progreso
Soledades es una obra que se opone radicalmente a la idea de progreso -entendido como el desarrollo gradual de una sociedad en lo económico, tecnológico, político, social y cultural- que domina la España del siglo XVII. El desencanto reinante con la dirección que ha tomado la nación española sobre la base de la idea de expansión y progreso aparece en la obra de diferentes modos.
Sin dudas, es en torno a la navegación en donde la idea del progreso se critica con más vehemencia. La navegación es, a partir de 1492, año de la conquista de América, lo que le vale a España convertirse en un gran imperio. Sin embargo, el viejo serrano de Soledades no solo critica la conquista de América, como hemos visto en el tema anterior, sino que considera que la navegación no ha hecho progresar realmente a la nación española; por el contrario, la ha sumido en la desgracia.
La idea de ir más allá de los límites en pos de la expansión territorial y científica aparece en la obra como un sinsentido. No hay un verdadero progreso más allá de los límites de lo conocido. Por eso mismo, el peregrino, en la “Soledad segunda”, le recomienda al viejo pescador que nunca salga de la isla en la que vive.
Al margen de estos momentos puntuales, en los que los personajes se expresan en contra del progreso, la obra está atravesada por un elogio constante a la simpleza de la naturaleza y a la vida rústica de los campesinos. Dicho elogio es, por contraste, una crítica a la vida compleja de las ciudades, en donde el progreso es un ideal dominante.
La relación entre el ser humano y la naturaleza
La relación armónica y complementaria entre el ser humano y la naturaleza aparece en Soledades como la solución a los problemas de los habitantes de la España del siglo XVII. La naturaleza gongorina delimita los alcances del ser humano en un sentido siempre productivo, dejando entrever que vivir lejos de la misma o traspasar sus límites es lo que ha generado la crisis espiritual y material en la que viven sumidas las personas urbanas y/o cortesanas.
Dentro de la obra, por supuesto, la naturaleza oceánica es la más importante. El protagonista, un náufrago, funciona como ejemplo perfecto de lo que le sucede al ser humano cuando no respeta el poderío de la naturaleza. Por el contrario, los pescadores, que aparecen en la “Soledad segunda”, son la encarnación perfecta de la armonía entre el ser humano y la naturaleza del mar, ya que se sirven de ella al pescar, pero no intentan navegar más allá de los límites que el poderoso océano les impone.
Ahora bien, más allá de la naturaleza oceánica, la obra postula múltiples ejemplos en los que los seres humanos consiguen vivir armónicamente gracias al respeto y las provisiones de la naturaleza. Por ejemplo, la labradora afirma en su discurso que, para tener una economía equilibrada, los recién casados deben poder contar un buen número de cabezas de ganado, pero deben tener cuidado con tener más cabezas de ganado de las que pueden contar. Es decir, no deben pretender más de lo que naturalmente pueden poseer, de lo que naturalmente les corresponde.
La naturaleza, además, aparece como la proveedora de belleza de las mujeres. Cada vez que aparecen las serranas, su belleza se destaca gracias a que los arroyos, el río, los árboles y los pájaros las rodean de manera armónica y elegante. Se deduce que la belleza de esas mismas mujeres no existiría si estas vivieran en la urbe o la corte.
Por su parte, la fuerza de los hombres, que destaca tanto cuando están cargando los animales, que ofrendarán como regalos en la boda, como cuando compiten al final de la misma en diferentes actividades, está dada también por su contacto con la naturaleza. La fuerza es producto de sus actividades rurales: la caza, la agricultura y la recolección de leña, entre otros. Por el contrario, se deja en claro varias veces que los hombres cortesanos son débiles.
Incluso la humildad figura como una virtud adquirida por los hombres gracias a su contacto con la naturaleza. Por el contrario, la pompa y todos los defectos de las personas que viven en la urbe nacen, precisamente, de su entorno y su falta de contacto con ella.