Resumen
En 1928, Virginia Woolf da una serie de charlas en el Newham College y el Girton College, universidades femeninas de la Universidad de Cambridge. Le han pedido que hable de las mujeres y la novela. Woolf comienza la disertación explicando sus primeras reflexiones sobre el tema de la lectura. Le cuenta a su audiencia que podría tratarse sobre cómo son las mujeres, sobre la ficción que escriben las mujeres, sobre la ficción escrita sobre mujeres o sobre una combinación de los tres asuntos. Sin embargo, admite que no puede formar una verdad concluyente sobre estos temas y, en cambio, plantea "un punto sin demasiada importancia: que una mujer debe tener dinero y una habitación propia si va a escribir ficción" (7). Dice que utilizará recursos de ficción para relatar cómo sus pensamientos sobre la conferencia se han mezclado con su vida diaria. Le pasa la palabra a una narradora que dice: “llamadme Mary Beton, Mary Seton, Mary Carmichael o cualquier nombre que os guste” (9).
La narradora explica que una semana antes de la conferencia se encontraba sentada junto a un río pensando en la lectura. Se entusiasmó con sus pensamientos y corrió por el pasto de la universidad de Oxbridge hasta que fue interceptada por un bedel, un funcionario menor de la parroquia. El hombre le aclaró que solo se permitían becarios y académicos en el césped, pero no mujeres. Luego decidió visitar la biblioteca, pero un anciano le informó que las mujeres solo eran admitidas con un “fellow” o una carta de presentación. Enojada, se juró a sí misma no volver a pedir esa "hospitalidad" (15) de entrar a la biblioteca. Pasó por la capilla, escuchó el órgano y miró a la congregación entrar, pero no quiso entrar, ya que le negarían el permiso nuevamente. Reflexionó entonces sobre la riqueza que se había invertido en la construcción de la universidad; la riqueza provenía de hombres independientes.
Luego fue a almorzar a la universidad masculina y vio a un gato sin cola caminando por el patio; sintió que algo era diferente. Se imaginó un almuerzo antes de la guerra en el que la gente decía las mismas cosas pero sonaban distintas porque había un contexto que cambiaba “el valor mismo de las palabras” (23). Reflexionó sobre las diferencias en la poesía escrita antes y después de la guerra.
Caminó hasta Newnham, la universidad de mujeres donde se aloja como invitada, y cenó en el comedor. Considera que la calidad de la comida es muy inferior a la del almuerzo en la universidad de varones. Luego bebió y conversó junto al fuego con una amiga suya, Mary Seton. La narradora continuó reflexionando sobre los reyes del pasado y los magnates financieros de su tiempo que construyeron las universidades con su oro. Se preguntó qué hay debajo de su universidad. Seton dijo que los fondos para la universidad se habían recaudado con dificultad y, por lo tanto, no se podían pagar comidas caras.
La narradora y Seton denuncian a sus madres, y a su sexo, por estar tan empobrecidas y dejar a sus hijas con tan pocos bienes materiales. Pero la narradora se da cuenta de que si la madre de Seton se hubiera dedicado a los negocios y a generar dinero no hubiese tenido tiempo para criar a Seton ni al resto de sus hijos. Además, solo durante los últimos cuarenta y ocho años se ha permitido a las mujeres conservar el dinero que ganan (antes de eso, el dinero pertenecía a sus maridos). De regreso a su hotel, la narradora piensa en los efectos de la riqueza y la pobreza en la mente, en la prosperidad de los hombres y la pobreza de las mujeres, y en los efectos de la tradición o la falta de tradición en el escritor.
Análisis
Una habitación propia es un ensayo escrito por Virginia Woolf y publicado en 1929 que presenta grandes innovaciones desde lo formal y desde lo temático. Significativamente, el ensayo comienza con la palabra "pero", un punto de partida poco convencional que enfatiza la naturaleza innovadora del texto. En primer lugar, aunque se trata de un texto de no ficción, utiliza recursos de la ficción, como la incorporación de una narradora ficticia, creando un texto singular e inédito. En segundo lugar, Woolf aborda un tema que, para 1928, había recibido poca atención: las mujeres y la escritura. La narradora explica que el tema es demasiado amplio para resumirlo en un espacio corto, por lo que propone una idea más específica para su conferencia: las mujeres deben tener su propia habitación y su propio dinero para poder escribir ficción. Esta idea es revolucionaria en el contexto de publicación de su ensayo y de la conferencia en la universidad de Cambridge. Solamente diez años antes (en 1918) las mujeres habían conseguido el voto femenino en el Reino Unido, pero las reflexiones respecto del lugar de las mujeres en el mundo del arte no eran frecuentes.
La narradora recorre una universidad ficticia llamada Oxbridge, donde vivencia la discriminación que sufren las mujeres. Tanto en la biblioteca como en el jardín se le niega la entrada por ser mujer. La narradora expone en el primer capítulo cómo las mujeres se constituyen como ciudadanas de segunda clase que no gozan de los mismos derechos que los varones. También reflexiona sobre la incompatibilidad entre el trabajo doméstico (es decir, el cuidado de la familia y del hogar) y la posibilidad de generar dinero. En este sentido, destaca la falta de independencia que tienen las mujeres.
Fundamentalmente, el capítulo hace énfasis en la importancia del dinero como un ingrediente necesario para la creatividad. Relaciona el dinero con el que cuentan las personas con el tipo de conversaciones que pueden tener. En este sentido, la narradora entiende que los varones tienen el dinero y el tiempo suficiente como para discutir ideas abstractas durante sus almuerzos. Por el contrario, son pocas las mujeres que tienen una riqueza propia con la que disfrutar de una vida creativa. La narradora acentúa que, hasta hacía poco, las mujeres no habían podido ser dueñas de sus recursos o propiedades. Insinúa que estas condiciones afectan las habilidades creativas de las mujeres; detallará sus teorías en los capítulos siguientes.
También reflexiona sobre los cambios que tienen lugar en la poesía luego de la Primera Guerra Mundial. Es decir, considera que la poesía se ve influida por la vida y la época de sus poetas. En capítulos posteriores va a profundizar esta idea: si el sufrimiento de la guerra ha afectado la producción literaria, las pobres condiciones materiales de vida de las mujeres -caracterizadas por la falta de dinero y de privacidad- impactan siempre en la literatura que producen.
Por otro lado, el ensayo muestra cómo el contacto que Woolf tuvo con la psicología tiene una importante influencia en su producción literaria. La escritora pertenece al círculo de Bloomsbury, un grupo de intelectuales británicos que discute sobre política y arte. En 1917 funda con su marido la editorial Hogarth Press y edita la obra de Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis. En este sentido, la narradora le dice a la audiencia: “Voy a exponer en vuestra presencia, tan completa y libremente como pueda, la sucesión de pensamientos que me llevaron a esta idea” (8). Hay una intención expresa por enunciar el desarrollo de su manera de pensar que aleja a este texto de un ensayo tradicional y lo relaciona con la disciplina psicoanalítica.
Además, estas alusiones a los procesos de pensamiento (más adelante, la narradora afirmará: “os cuento mis pensamientos tal como me vinieron”, 13) pueden asociarse a una técnica muy aprecida por la autora en su producción ficcional: el monólogo interior. Este recurso, indisociable del surgimiento del psicoanálisis, consiste en un intento por imitar el fluir de la conciencia al interior de las mentes de los personajes, y es característico del modernismo. El modernismo literario es una corriente artística que tiene su apogeo en la primera mitad del siglo XX en la literatura anglosajona, es decir, en la producción de escritores de habla inglesa. Se caracteriza por una importante experimentación de las técnicas narrativas y un rechazo al estilo realista del siglo XIX. Virginia Woolf es una figura clave en la consolidación de la novela modernista inglesa.
Otra peculiaridad, en relación a esto, es que, como el texto presenta fragmentos en los que la narradora cuenta sus pensamientos, el ritmo del ensayo se guía por la cadencia de sus reflexiones. Es decir que no se sigue un tiempo cronológico sino que se respeta el tiempo psicológico de la protagonista. A diferencia de lo que se esperaría de la estructura de un ensayo o una conferencia tradicional, el ensayo de Woolf muestra los desvíos en la mente de la narradora. Por ejemplo, mientras camina de vuelta a su hotel, expone sus reflexiones: “Medité sobre por qué motivo Mrs. Seton no había tenido dinero para dejarnos; y sobre el efecto de la pobreza en la mente; y pensé en los extraños ancianos que había visto por la mañana con trocitos de pieles sobre los hombros; y me acordé de que si se silbaba uno de ellos echaba a correr; y pensé en el órgano que bramaba en la capilla...” (44). Se trata de una enumeración de distintos temas desordenados que no se constituyen como una argumentación lógica. En este sentido, aunque Una habitación propia se trate de un ensayo, la inclusión de una narradora ficticia que relata el devenir de sus pensamientos es un recurso propio de la ficción que aleja al texto de la estructura de un ensayo tradicional. La narradora incluso dice que va a relatar la historia de los días previos a la conferencia “haciendo uso de todas las libertades y licencias de una novelista” (8). De aquí se desprende la idea de que la utilización de recursos literarios le permite a Virginia Woolf desarrollar el tema de su análisis con más libertad.
Por otro lado, la narradora ficticia del ensayo se presenta como un sujeto autoconsciente, es decir, se explicita que hay una voz que está contando una historia de ficción. Dice, por ejemplo: “puesto que he dicho ya que era un día de octubre, no me atrevo a arriesgar vuestro respeto y poner en peligro la límpida fama de la novela cambiando de estación” (30). La narradora muestra el artificio con el que construye la historia.
Una última reflexión sobre la voz narrativa del ensayo: la narradora aclara entre paréntesis: "llamadme Mary Beton, Mary Seton, Mary Carmichael o cualquier nombre que os guste, no tiene la menor importancia" (9). Estos nombres aluden a una balada escocesa del siglo XVI llamada “The four marys”, que incluye a los personajes Mary Beaton, Mary Seton y Mary Carmichael. Woolf utiliza estos nombres y se los otorga a distintos personajes que aparecen a lo largo del ensayo: Mary Seton es una estudiante en la universidad de Fernham, Mary Beton es la tía de la narradora y Mary Carmichael es una aspirante a novelista. Además, una vez más, la narradora explicita aquí el artificio -la técnica que usa para construirse- cuando agrega: “«yo» no es más que un término práctico que se refiere a alguien sin existencia real” (9). Explica así que la narradora es un instrumento ficcional. Como ese “yo” no refiere a una persona concreta, tiene un alcance muy amplio: el ensayo le da a las mujeres de la audiencia la sensación de que están unidas en una narrativa colectiva.