1984

1984 Resumen y Análisis de Parte primera, VI-VIII

Resumen

Winston escribe en su diario, revelando los detalles de una noche particularmente sórdida cuando tuvo relaciones sexuales con una prostituta prole con la cara densamente maquillada (las mujeres del Partido nunca se pintan). Winston lucha con su confusión interna en relación a este acto desdeñoso, haciéndose notar a sí mismo que el sistema nervioso del hombre es su peor enemigo. No hay forma de luchar contra los espasmos faciales involuntarios o el hablar dormido. Estas son las acciones que no se pueden detener, pero que pueden condenarlo a uno a la muerte.

Winston recuerda a su esposa Katharine, de quien se separó pero nunca se divorció, según la práctica del Partido. Winston describe cómo el Partido trabaja continuamente por eliminar todo el placer de los actos sexuales, considerando el erotismo un enemigo. Los matrimonios partidistas deben ser aprobados por un comité, y para obtener tal aprobación, el hombre y la mujer en cuestión no deben demostrar ninguna atracción física real entre ellos. El objetivo de un matrimonio es producir descendencia, no buscar el placer o la satisfacción personal. De hecho, ciertas organizaciones del Partido, incluida la Liga Juvenil Anti-Sex (de la cual es miembro la chica de cabello oscuro, como lo demuestra la banda carmesí alrededor de su cintura), defienden el celibato y la procreación a través de semart, palabra en Neolengua para la inseminación artificial, e incluso sugieren que los niños deberían criarse en instituciones públicas en lugar de con los padres.

Katharine y Winston se separaron hace casi once años, y Winston casi nunca piensa en ella. Él la apodaba "la banda sonora humana" debido a su mente vacía y a su disposición a lanzar constantemente propaganda del Partido. Katharine siempre había sido extremadamente fría cuando se trataba de sexo, pero insistía en que ella y Winston debían seguir tratando de tener hijos para cumplir con su "obligación para con el Partido".

Winston regresa a su historia de prostitución, revelando que cuando encendió la luz para mirar la desnudez de la mujer con la que estaba a punto de tener sexo, se dio cuenta de que era vieja. No tenía dientes, y tenía al menos cincuenta años, pero Winston completó el acto de todos modos. Al escribir esta confesión, Winston lucha, frotándose los ojos con los dedos y usando cada vestigio de autocontrol para no gritar malas palabras.

Un rato después, Winston escribe: "Si hay alguna esperanza, está en los proles". Los proles, que son el ochenta y cinco por ciento de la población de Oceanía, son los únicos, según él, que pueden derrocar al Partido. Es imposible hacerlo desde adentro. Winston recuerda haber caminado por una calle y escuchar lo que pensó que era un motín: una rebelión prole. De hecho, eran mujeres que peleaban por un suministro limitado de sartenes de mala calidad que se rompieron por la mitad durante el enfrentamiento. Winston escribe: "Hasta que no tengan conciencia de su fuerza, no se rebelarán, y hasta después de haberse rebelado, no serán conscientes". Reconociendo esta círculo vicioso, Winston reflexiona sobre cómo el Partido ha afirmado haber liberado a los proles de la esclavitud de la sociedad capitalista, cuando en realidad los proles siguen viviendo en la miseria, trabajando, produciendo hijos, tomando cerveza y muriendo a la edad de sesenta años. La Policía del Pensamiento siempre está entre ellos, buscando a aquellos considerados demasiado inteligentes o demasiado conscientes de las actividades del Partido, y arrancándolos de la sociedad.

Winston saca una copia de un libro de historia infantil que tomó de un cajón del escritorio de la señora Parsons, y comienza a copiar un pasaje que describe los males de la sociedad capitalista, incluyendo a niños hambrientos que tienen que trabajar para crueles patrones, y a capitalistas que siempre usan abrigos negros y largos con sombreros de copa. Winston luego recuerda otros hechos históricos que le han enseñado sobre el pasado capitalista, incluyendo la jus primae noctis, que supuestamente era una ley "según la cual todo capitalista tenía el derecho de dor-mir con cualquiera de las mujeres que trabajaban en sus fábricas". Winston señala que es imposible decir cuántas de estas historias son mentira, ya que nada puede probarse o refutarse. Solo una vez en su vida tuvo Winston en sus manos pruebas reales de que la historia del Partido era falsa.

A mediados de los años sesenta, durante una serie de grandes purgas que eliminaron a los líderes originales de la Revolución, tres hombres llamados Jones, Aaronson y Rutherford fueron arrestados. Confesaron, bajo tortura, una variedad de crímenes. Luego fueron liberados y devueltos a puestos dentro del Partido. Winston los vio una vez en el Café del Nogal, y sus espíritus parecían completamente rotos. Mientras los observaba, se escuchaba una canción en la telepantalla: "Bajo el nogal de las ramas extendidas, yo te vendí y tú me vendiste...". Poco después, los tres fueron nuevamente arrestados y acusados ​​de una nueva serie de crímenes. Cinco años más tarde, en 1973, Winston estaba trabajando y llegó a su puesto de trabajo un recorte de periódico describiendo a los tres hombres en una función en Nueva York en la fecha en la que habían confesado estar en Eurasia cometiendo un crimen contra el Partido. Winston tuvo en su mano una prueba concreta de su inocencia. Diez minutos después, Winston dejó caer el recorte en el agujero de la memoria, destruyéndolo para siempre. Pero nunca olvidó la experiencia.

Al recordar ese día, Winston escribe "Comprendo CÓMO: no comprendo PORQUÉ". Se pregunta si está solo en esta creencia de que el Partido altera la historia, a veces por razones completamente desconocidas. Se pregunta si es un lunático, y si es posible saber que algo es cierto. Recordando la cara de O'Brien, se da cuenta de que está cuerdo. Con una flamante valentía, escribe: "La libertad es poder decir libremente que dos y dos son cuatro. Si se concede esto, todo lo demás vendrá por sus pasos contados¨.

Un día, después del trabajo, Winston se encuentra caminando por las calles de Londres entre los proles. Tras ser advertido, sobrevive a un ataque de "vapor" (bomba cohete), un hecho común en Londres, que constantemente sufre tales ataques. Después del ataque, sigue su camino y se encuentra cerca de la tienda de antigüedades donde compró su diario, aquella en la que compró su pluma y la tinta. Al otro lado de la calle, ve a un hombre muy viejo entrar a una cantina y decide correr el riesgo de seguirlo y preguntarle sobre la vida antes de la Revolución.

En el bar, el viejo le sigue pidiendo al cantinero una "pinta", y él frustrado cantinero le sigue diciendo que solo hay litros y medio litros en venta. No sabe lo que es una "pinta". Winston le compra al hombre un trago y empieza a hacerle preguntas puntuales sobre el pasado, y sobre cómo han cambiado las cosas desde la Revolución. El hombre reconoce haber vivido antes de la Revolución, pero solo se refiere a aquella vida con referencias a detalles específicos a cuestiones personales que a Winston no le parece particularmente interesantes o satisfactorias, como referencias a sombreros de copa, lacayos y su suerte con las mujeres. El hombre simplemente no le responde a Winston si la vida era mejor o no antes de la Revolución.

Frustrado, Winston se va y se encuentra frente a la tienda de antigüedades. Entra, pensando que puede alegar estar buscando hojas de afeitar si lo interrogan. El dueño de la tienda, el señor Charrington, es un hombre frágil de unos sesenta años con ojos benévolos, gafas gruesas, pelo blanco y cejas tupidas. Winston nota que tiene "cierto aire intelectual". El señor recuerda cuando Winston estuvo en su tienda la vez anterior, comprando aquel raro diario. Winston recorre la tienda y encuentra un pisapapeles con una pieza de coral dentro. Winston se sorprende por su belleza y decide comprarlo. El señor Charrington le sugiere a Winston que eche un vistazo a otro cuarto, encima de la tienda. La habitación consta de una franja de alfombra, algunas fotos, un sillón, una chimenea, un reloj anticuado de doce horas y una cama grande. Asombrado, Winston se da cuenta de que no hay una telepantalla. El hombre le explica que nunca tuvo necesidad de una, y comienza a mostrarle a Winston una imagen de San Clemente en la pared. Recita parte de una canción de cuna sobre la antigua iglesia: "Naranjas y limones, dicen las campanas de San Clemente". No puede recordar el resto, pero sabe que la rima incluye los nombres de todas las iglesias de Londres.

Winston eventualmente se despide del señor Charrington y sale de la tienda. Se va a su casa, preguntándose brevemente cómo sería alquilar esa habitación encima de la tiende del anciano. Mientras recuerda la rima que el señor Charrington le enseñó, de repente ve a la chica morena del Ministerio de la Verdad frente a él. Nervioso, se queda quieto mientras ella camina rápidamente. Anda sin rumbo por unos minutos y luego se detiene, preguntándose si debería regresar, seguir a la chica y asesinarla con el pisapapeles para evitar que lo entregue a la Policía del Pensamiento. De repente abandona esa idea, creyéndose demasiado débil, y se dirige a su departamento. Una vez allí, se regaña a sí mismo por ser tan temeroso y no actuar para protegerse. Escribe en su diario la rima que aprendió y empieza a contemplar lo que le sucederá cuando la Policía del Pensamiento eventualmente venga a llevárselo. Será torturado, le romperán los huesos, sangrará y gritará de dolor. Piensa en O'Brien diciendo: "Nos encontraremos en el lugar donde no hay oscuridad". En su línea de pensamiento, la imagen del Gran Hermano se fusiona y es luego reemplazada por la cara de O'Brien. Saca una moneda del bolsillo para mirar el rostro del Gran Hermano y, en cambio, se enfrenta a los lemas del Partido: "La guerra es la paz", "La libertad es la esclavitud" y "La ignorancia es la fortaleza".

Análisis

A través del doloroso recuerdo de Winston de su experiencia con una vieja prostituta prole, comenzamos a entender la profundidad de la represión sexual del Partido. El recuerdo le duele a Winston. Como estaba tan desesperado por tener una experiencia sexual cercana, prosiguió con este encuentro incluso tras darse cuenta de que la mujer estaba desdentada y avejentada. El Partido reprime todos los actos sexuales en un esfuerzo por forzar a los miembros del Partido a canalizar todas sus energías hacia la consecución de sus propios objetivos y necesidades. El Partido debe aprobar todos los matrimonios, y tales uniones no deben basarse en la atracción sexual. El placer sexual es un acto individual que promueve el pensamiento y las experiencias independientes. Claramente, se requiere el sexo para la procreación, pero a través de organizaciones como la Liga Juvenil Anti-Sex, el Partido convierte el sexo en un deber para con el Partido, en función de propagar la raza humana, en lugar de un acto realizado por placer personal. La esposa de Winston, Katharine, lo sentía así y era helada en el dormitorio, para frustración y humillación de Winston. Como aprendemos más adelante, el Partido incluso alienta la abstinencia y aboga por la procreación solo a través de la inseminación artificial.

El libro de texto para niños (indudablemente publicado en el Ministerio de la Verdad) que Winston ha obtenido es particularmente revelador sobre la historia revisionista del Partido. El Partido demoniza el capitalismo y a los capitalistas, y Winston no sabe qué información del libro es verdadera y cuál es falsa. La historia de Winston sobre el recorte del periódico que prueba la inocencia de Jones, Aaronson y Rutherford demuestra aún más el grado en el que anhela obtener información sobre el pasado. Aunque Winston destruyó el recorte, sabe que existió, y que el Partido lo ocultó. Aquí, él aborda una importante pregunta que continuará presentándose a lo largo de la novela, y solo será respondida en el Ministerio del Amor: ¿Por qué? Entiende cómo el Partido revisa la historia constantemente, pero no entiende por qué lo hace.

Cuando Winston viaja al mundo de los proles comenzamos a ver cómo vive el resto de la población de Oceanía. Los proles son indigentes, viven en la pobreza en zonas alejadas de los negocios y la vida del Partido. Las colonias prole también son los únicos lugares a los que Winston y los demás pueden ir si desean encontrar reliquias del pasado. Winston visita la tienda de antigüedades del señor Charrington, compra un pisapapeles y sueña con cómo sería vivir en el departamento de arriba de su tienda, libre de la vigilancia de la telepantalla. Winston admira la tienda del señor Charrington y desea poder sumergirse en la historia de sus artefactos. Ve una gran libertad en el mundo de los proles, y es por esta razón que cree que, si hay esperanza, "está en los proles". Lamentablemente, los proletarios parecen incapaces de capitalizar sus libertades y no se interesan por los asuntos del Partido.

Cuando Winston se encuentra con el anciano en la cantina, vemos el marcado contraste entre su esperanza de una rebelión prole y la realidad de la existencia prole. Winston espera que el anciano revele las diferencias ideológicas entre la vida antes de la Revolución y esta, bajo el control del Partido. Sin embargo, el hombre se centra solo en recuerdos muy personales que no responden a las preocupaciones de Winston. Este se frustra en esta conversación porque cree que los proles, que no están sujetos al doblepensar y a la revisión de la historia, tienen los verdaderos detalles de la historia y, por lo tanto, la esperanza de un futuro mejor.

Cuando visita al señor Charrington, Winston ve la imagen de San Clemente por primera vez. Esta imagen, y la rima que la acompaña, se convierten en símbolos del pasado para Winston. Se aferra a esta imagen y a las primeras líneas de la rima que recuerda el señor Charrington, creyendo que representan su ideal de una verdad incontrovertible y una rebelión contra el Partido. El Partido no puede controlar esa imagen ni ese poema. A pesar de la esperanza que Winston pone en este objeto y esta rima, ambos presagian su caída. La rima termina con la línea "Aquí tienes un hacha para cortarte la cabeza", y mucho más tarde vamos a enterarnos de que una telepantalla se esconde detrás de esa imagen. La caminata de Winston por esta zona prole de la ciudad confirma aún más su rebelión y sigue encaminándolo hacia un eventual arresto y derrota.