Winston se encuentra en la habitación encima de la tienda del señor Charrington, mirando a su alrededor. Su pisapapeles está en el pequeño escritorio, y la habitación ahora contiene una pequeña estufa de aceite, un sartén y dos ollas, todo proporcionado por el señor Charrington. Winston alquiló la habitación, claramente para su aventura de amor con Julia. En lugar de juzgarlo, el señor Charrington destacó vagamente que la privacidad tenía mucho valor en esos días. Winston escucha a alguien cantando debajo de su ventana. Mira hacia afuera y ve a una mujer grande y sólida que cuelga pañales para bebés, cantando: "Era sólo una ilusión sin esperanza...". Aparentemente, esta es una canción del Partido publicada para beneficio de los proles, quienes disfrutan de esos versos generados automáticamente.
Winston admite que se ha arriesgado al decidir alquilar la habitación, pero recuerda lo difícil que ha sido para él y para Julia encontrarse. Una vez, ella tuvo que cancelar una reunión planificada porque su ciclo menstrual llegó temprano. Al principio, Winston estaba furioso, pero al reconocer la profundidad de su vínculo se calmó con una poderosa ola de ternura hacia Julia. Su mente deambula hacia su eventual arresto y lo que les espera en el Ministerio del Amor, pero la entrada de Julia interrumpe su deprimente ensueño.
Julia lleva consigo muchos productos del mercado negro, como pan bueno, café de verdad, azúcar, maquillaje y perfume. Cuando se maquilla y le permite a Winston que la vea, él se pone contento. Julia revela su plan de obtener un vestido real y un par de medias de seda para poder, al menos en el departamento del señor Charrington, ser una mujer en lugar de un miembro del Partido, y abrazar su feminidad. Winston y Julia hacen el amor sobre la cama grande y duermen un rato. Cuando se despiertan, Julia ve una rata asomando la cabeza desde un rincón de la habitación. Winston se horroriza, y revela que le tiene más miedo a las ratas que a cualquier otra cosa: "¡Una rata! ¡Lo más horrible del mundo!". Winston recuerda una pesadilla recurrente, en la que se para frente a una pared de oscuridad sabiendo que del otro lado hay algo terrible.
Julia explora la habitación, observando el pisapapeles y la imagen en la pared. Winston le cuenta sobre el poema del señor Charrington, y ella agrega: "Me debes tres peniques, dicen las campanas de San Martín. ¿Cuándo me pagarás?, dicen las campanas de Old Bailey... ". Winston se sorprende, pero Julia revela que su abuelo, que vivió antes de la guerra y fue vaporizado, solía recitarlo. Julia comienza a vestirse y a limpiar, mientras que Winston levanta su pisapapeles e imagina que su vida dentro de ese departamento es como el coral: atrapada en un grueso cristal, seguro y protector, fijada en la eternidad.
Algunas semanas más tarde, Syme desaparece. Tal como predijo Winston, ha sido vaporizado. Su nombre ha sido eliminado de los registros del Ministerio, y las personas comienzan a comportarse como si nunca lo hubieran conocido. Winston ha trabajado muchas horas para prepararse para la Semana del Odio. El clima está más caluroso y la población parece ansiosa por la actividad: cuelgan pancartas, carteles y pósteres, y cantan con orgullo la Canción del Odio. En el período previo a la Semana del Odio, Winston ha notado un nuevo cartel que está por toda la ciudad. Es particularmente grande, y muestra a un soldado eurasiático empuñando una ametralladora. Winston y Julia continúan encontrándose en el departamento sobre la tienda del señor Charrington, lidiando con sus escasas comodidades y el aparente problema con los insectos, para deleitarse en su creciente felicidad. La úlcera de Winston ha disminuido, sus accesos de tos han desaparecido, y su enojo ha disminuido un poco. Ha comenzado a hablar regularmente con el señor Charrington sobre los viejos tiempos y los objetos en la tienda. El departamento se ha convertido en un refugio donde se siente a salvo del Partido, capaz de actuar como una persona y no como un mero miembro del Partido. Sin embargo, Winston todavía entiende, aunque de forma distante, que su destino está sellado. Tal rebelión no pasará desapercibida para siempre. Su tiempo es precioso.
Winston le cuenta a Julia sobre el vínculo que siente con O'Brien, y ella entiende por qué Winston podría reconocerlo como simpatizante de sus sentimientos. Julia cree profundamente en el poder de tales relaciones, pero también tiende a suponer que la mayoría de la gente está en realidad en contra del Partido, aunque duda de la existencia de la Hermandad. Aunque es rebelde, Julia es algo ingenua a los ojos de Winston. Cree que el Partido inventó el avión, apenas entiende quién era Goldstein, y no puede recordar que Oceanía alguna vez estuvo en guerra con Asia Oriental y no con Eurasia. La facilidad con la que acepta la propaganda del Partido perturba ligeramente a Winston.
Mientras camina por un pasillo en el trabajo, Winston oye una pequeña tos detrás de él. Se da vuelta y ve a O'Brien, y siente que finalmente ha llegado el día en el que recibirá un mensaje de la Hermandad. O'Brien comienza la conversación afirmando que sabe que Winston está interesado en la Neolengua, refiriéndose incluso, vagamente, a Syme, que fue recientemente vaporizado. O'Brien le ofrece a Winston una copia anticipada de la Décima Edición del Diccionario de Neolengua y le da su domicilio para que pueda recogerla. Luego, tan repentinamente como llegó, O'Brien se va. Winston reflexiona sobre la interacción, creyendo que está dando un paso más hacia la completa rebelión y, también, hacia su propia tumba.
Winston y Julia están en el departamento del señor Charrington. Winston se despierta con los ojos llenos de lágrimas. Le dice a Julia que ha estado soñando con su madre. Recuerda que después de que su padre desapareciera, vivió con su madre y su hermanita. Fueron tiempos difíciles: los ataques aéreos eran comunes y las raciones, pequeñas. La madre de Winston estaba muy angustiada. Realizaba todos los quehaceres de su casa pero rara vez hablaba, y algunas veces lo abrazaba por períodos de tiempo inexplicablemente largos. Winston era un joven egoísta que siempre le exigía a su madre más comida, a pesar de que apenas había suficiente para compartir. En ocasiones, incluso, le robaba el plato a su hermana pequeña. Un día, la madre de Winston partió la ración de chocolate de dos onzas, dando tres cuartas partes a Winston y un cuarto a su hermana pequeña. Winston le arrebató la pieza a su hermana y salió corriendo de la casa, mientras su madre le gritaba que regresara. Nunca la volvió a ver. Cuando regresó al departamento, varias horas después, su madre y su hermana se habían ido.
Después de que Winston cuenta su historia, Julia le responde que ella apuesta que él era "un cerdito" en esos días. Winston intenta explicar el punto de la historia, pero Julia se duerme. Piensa en una violenta película de propaganda que vio, en la que una madre refugiada en un pequeño bote trataba de proteger a su hijo de una bomba envolviéndola con un brazo. Encuentra una similitud entre ese gesto y el recuerdo de su madre. Ambas mujeres se preocuparon primero por sus hijos, y solo en segundo lugar por el Partido o el país. Tal lealtad personal ya no existe. El Partido lo ha destruido al eliminar el instinto sexual y los lazos familiares. Winston se da cuenta de que los proles mantienen estas lealtades y descubre un nuevo respeto por ellos. Dice en voz alta: "Los proles son seres humanos. Nosotros, en cambio, no somos humanos". Julia se despierta y comienzan a pensar en su relación y en lo que sucederá cuando sean arrestados. Acuerdan que el Partido nunca podrá obligarlos a dejar de amarse. Permanecer humano y mantener su amor es la última rebelión contra ellos.
Análisis
En estos capítulos, Winston y Julia se asientan en su relación. Winston da otro paso significativo hacia su eventual arresto al alquilar el cuarto del señor Charrington. Al principio rechaza la idea, asumiendo que alquilar el apartamento significaría definitivamente la muerte. Sin embargo, su amor por Julia y su odio compartido hacia el Partido lo envalentonan, y decide correr el riesgo. Cuando Julia ve la habitación, está satisfecha. Ella le agrega una línea al poema de San Clemente, lo que emociona a Winston. Ella también sugiere limpiar la imagen de San Clemente, pero nunca lo hace. Si lo hubiera hecho, ella y Winston habrían tal vez descubierto la telepantalla escondida debajo, evitando su arresto.
El pisapapeles que Winston le compró al señor Charrington anteriormente adquiere un mayor significado simbólico en estos capítulos. Así como la pintura de San Clemente y la rima que la acompaña tienen un significado especial para Winston, también lo hace el pisapapeles. Un día después de que Julia deja el departamento, Winston se imagina que él y Julia viven en un mundo dentro del pisapapeles, protegidos por el hermoso cristal y retirados de cualquier sensación de tiempo o lugar. El pisapapeles, el departamento, la imagen de San Clemente y la rima que la acompaña simbolizan las esperanzas de libertad de Winston, pero todos son símbolos falsos. Todos vienen del señor Charrington, quien luego se revela miembro de la Policía del Pensamiento. Incluso cuando Winston cree acercarse a una mayor comprensión del Partido, de la historia, de la realidad y del potencial de rebelión, en verdad está siendo manipulado por el Partido. Tal vez lo único real en su vida es Julia. Ella acudió a él independientemente del Partido, y su amor es el único acto de rebelión que no está definido ni controlado por el mismo.
La mujer prole que canta afuera del departamento es otro símbolo importante que se introduce en estos capítulos. Winston ya reveló una casi obsesión con los proles y la creencia de que, si hay esperanza, está en ellos. Como tal, se interesa mucho por la mujer robusta que canta canciones simples pero apasionadas mientras cuelga la ropa. En la mujer prole Winston reconoce un gusto por la vida que los miembros del Partido nunca disfrutan. Escuchar sus canciones y ver su trabajo lo inspira. Ella le hace creer que hay esperanza en la humanidad fuera del Partido, tal vez en la próxima generación de proles.
En el departamento, Winston revela su mayor temor: las ratas. Cuando Julia señala una que intenta colarse en la habitación a través de un agujero en un rincón, Winston se horroriza. Describe una vaga pesadilla que siempre tiene, en la que un gran muro impide que algo horrible lo alcance. En el sueño, nunca ve lo que hay detrás de la pared, pero en su mente sabe que se trata de una horda de ratas. Una vez más, los sueños de Winston demuestran ser muy importantes para su vida. Más tarde, en el Ministerio del Amor, O'Brien sacará provecho de este miedo para romper con los últimos vestigios de independencia y con la lealtad de Winston hacia Julia. Horrorizado ante la idea de que le coloquen una jaula de ratas alrededor de su cara, Winston traiciona finalmente su amor.
En esta parte, Winston descubre que su "amigo" Syme fue vaporizado. Syme es el primer personaje de la novela en ser vaporizado, y su desaparición recuerda la amenaza real de ser arrestado y asesinado. Winston se mueve por un camino similar, pero no puede detenerse. Aunque la muerte es inevitable, Winston sigue adelante, abrazando de nuevo una actitud fatalista.
En esta sección, Winston finalmente se encuentra y habla con O'Brien, quien durante mucho tiempo ha sido un símbolo del potencial de rebelión dentro del Partido. La reunión es todo lo que Winston ha esperado. O'Brien se acerca a él y le da su dirección, una acción que Winston inmediatamente reconoce como una invitación a hablar sobre la Hermandad. Cree que finalmente ha llegado el momento: se unirá a la rebelión y su vida tendrá sentido. Trágicamente, más tarde sabremos que Winston está equivocado y que O'Brien está tendiéndole una trampa.
Al despertar de un sueño en el que Winston recuerda la última vez que vio a su madre, empezamos a comprender el sufrimiento que Winston soportó desde que era niño y la culpa que ha cargado por la muerte de su madre y su hermana. Winston está profundamente dolido por los actos egoístas de su infancia, y recuerda el amor de su madre por su hermana y por él. Winston empieza a entender que, antes del Partido, la lealtad en la familia era más importante. Cuando reconoce este sentimiento en una película de propaganda del Partido, encuentra la esperanza de que en algún lugar del mundo haya personas que se amen. Tal humanidad, que Winston y Julia exhiben en su amor, debe significar que existe la posibilidad de derrocar al Partido. Una vez más, vemos el amor de Winston y Julia como un acto de rebelión en sí mismo. Están de acuerdo en que el Partido nunca podrá destruir su amor y, de esa manera, están por encima del poder del Partido. Más tarde nos enteraremos de que están equivocados en esta suposición, y que el Partido es capaz de romper sus espíritus y su mutuo amor.