“Biografía de Tadeo Isidoro Cruz (1829-1874)” es uno de los relatos más conocidos de Jorge Luis Borges.
Desde el propio título, que presenta al cuento como una biografía apócrifa, los lectores podemos anticipar que nos encontramos ante un texto de difícil clasificación. Esta sensación no hace sino acrecentarse con el avance de la lectura, en la que es tan evidente que presenta personajes y tópicos propios de la literatura gauchesca, como que pertenece, al menos parcialmente, al género fantástico. Las referencias a datos de la historia argentina del siglo XIX, así como los guiños a la propia historia familiar de Borges, no ayudan en la tarea de definirlo. Todo esto, sin contar con que la estructura de la narración bien podría coincidir con la de un policial clásico, en la medida en que nos presenta incógnitas que deberemos dilucidar, con la ayuda de diferentes pistas, al final de la historia: ¿Quién es Tadeo Isidoro Cruz? Y, en menor medida, ¿cuál es el otro ‘libro insigne’ en el que se cuenta su vida?
Hasta aquí, nada a lo que Borges no nos tenga acostumbrados. Su carácter de ‘orillero’, en palabras de la especialista Beatriz Sarlo, es lo que hace posible situar su obra en esa intersección donde se reúnen los géneros textuales y literarios más irreconciliables, la historia nacional y familiar, y distintas tradiciones filosóficas.
En Borges, suele afirmarse, la escritura siempre es reescritura, y en ello descansa la clave para comprender cabalmente “Biografía de Tadeo Isidoro Cruz”. Este cuento es una reescritura del gran clásico de José Hernández; “es una glosa al Martín Fierro” (197), como nos dice el autor. Es una marca de estilo borgeana el acudir a un texto ajeno de heterogénea procedencia para reflexionar acerca de problemas literarios y textuales como el punto de vista, la autoría, la tradición y la forma literaria, entre otros. Es por ello que tanto su obra como su propia figura encuentran en la biblioteca su elemento natural. Volviendo a Sarlo, la pensadora afirma: “La biblioteca abre, también, todas las promesas del «arte combinatorio», la repetición con variaciones, el corte y el pastiche, las estrategias a las que Borges confiará su literatura posterior. En la biblioteca está una reserva infinita de peripecias, es decir, la sustancia misma que la ficción debe buscar allí y no en la acumulación fluida e indeterminada de lo real” (1995: 44).
“Biografía de Tadeo Isidoro Cruz” debe comprenderse en relación con este diálogo constante con la tradición literaria, un diálogo transversal a toda la producción de Borges. Su sargento Cruz no es más que una reformulación de ese otro gaucho matrero que en el Martín Fierro traiciona a su patria para luchar codo a codo con el gaucho Fierro, quien se ganó su respeto a base de coraje. Sin embargo, no se trata de una reproducción fidedigna del colega de Fierro, sino que se apropia de su figura para transmitir reflexiones acerca del tiempo, la existencia, la tradición y el destino -temas eminentemente borgeanos-.
“Biografía de Tadeo Isidoro Cruz” fue publicado originalmente en diciembre de 1944, en el número 122 de la revista Sur y luego, en 1949, con unas pocas modificaciones, en El Aleph, uno de los más aclamados libros de cuentos de Borges. Al día de hoy, se ha convertido en un verdadero clásico y en un texto ineludible para todo aquel que quiera sumergirse en la compleja y fascinante obra de Jorge Luis Borges.
