Resumen
Acto I, Cuadro I, Escena I
Bodas de Sangre comienza con una escena de conversación entre el Novio y la Madre. Ella está en una habitación, y el Novio ingresa para avisarle que va a salir. Ambos personajes se nos presentan bajo estos nombres: "Novio" y "Madre". En esa misma escena discuten durante un momento porque la Madre expresa que no quiere que él salga; le parece peligroso que ande afuera, sobre todo, siendo hombre: considera que eso es un factor de riesgo. De inmediato, mediante un diálogo breve en que el Novio le pide a la Madre una navaja para cortar uvas en el camino, se introduce el tema de los cuchillos: la Madre le responde “La navaja, la navaja... Malditas sean todas y el bribón que las inventó”. Acto seguido, despotrica también contra otros tipos de armas: “Y las escopetas y las pistolas y el cuchillo más pequeño, y hasta las azadas y los bieldos de la era.”
Ella habla también del pesar que continúa sintiendo por la muerte de su marido y su otro hijo en manos de las armas; aparentemente, en enfrentamientos. Luego, dice al hijo: “Que me gustaría que fueras una mujer”, y expresa que así no tendría que preocuparse por su supervivencia.
Continúan la conversación y el Novio saca el tema de que está pensando en contraer matrimonio. La Madre responde que la candidata le parece bien, aunque la decisión parece apresurada. Además, expresa que a ella le provoca una mala sensación. El Novio se va.
Acto I, Cuadro I, Escena II
Aparece la Vecina de visita. Hablan de otra gente de la zona; la vecina le cuenta a la Madre la historia trágica de un vecino. La Madre interroga a la Vecina sobre la familia de la Novia y esta le cuenta varias cosas. Por un lado, que la madre de la Novia (que está muerta) “no quería a su marido”. Por el otro, que la Novia tuvo un novio, Leonardo, que ahora está casado con una prima de ella. La Vecina le cuenta a la Madre que Leonardo es de “los Félix”, y se comprende que es esa la familia con la que la Madre tuvo un conflicto tiempo atrás, acaso el que acabó con la vida de su marido e hijo. Convienen en no decirle nada al Novio sobre esto, pero la Madre se queda preocupada.
Análisis:
Los textos teatrales están, casi siempre, organizados en actos, cuadros y escenas. Son divisiones que marcan cambios en los personajes, el espacio o el tiempo de la obra, así como lo hacen, por ejemplo, los capítulos de una novela. Los actos son los fragmentos más largos; están divididos, a su vez, en cuadros, que se dividen en escenas.
En el caso de Bodas de sangre, en el texto original no están marcadas las divisiones de escenas, pero las reconocemos por la entrada y salida de los personajes. Es una obra con tres actos y siete cuadros en total (el primer acto tiene tres cuadros, y el segundo y tercero tienen dos cuadros cada uno).
En la lectura de la pieza también encontrarán didascalias: son aclaraciones incorporadas por el autor, que indican criterios para la representación en escena. Por ejemplo, hay indicaciones sobre música u otros sonidos, escenografía, movimientos de los personajes. Las didascalias contienen información muy relevante para la interpretación de una obra.
Otra particularidad de esta pieza es que los parlamentos, es decir, las palabras dichas por los personajes, están estructurados tanto en verso como en prosa: en este primer cuadro todavía no se utiliza la forma del verso, pero se verá que aparece en reiteradas ocasiones a lo largo del texto. Para entender un poco más cuál es el sentido de esta forma, pueden leerse la sección "El uso del verso en Bodas de sangre".
Bodas de sangre es una obra trágica. Se considera una tragedia porque su tema principal es la contradicción que sufren dos personajes centrales (Leonardo y la Novia) al ver contrapuestos sus deseos personales y los mandatos sociales, que los limitan. El desenlace fatal -la muerte de Leonardo y el Novio- explicita este sentido de la tragedia, o sea, que los personajes no pueden escapar de la muerte y la desdicha. Este final se anticipa, como veremos, desde el comienzo de la obra.
Los personajes principales de esta pieza son la Novia, Leonardo y el Novio. Los dos primeros sostienen un amorío secreto, pero la Novia va a concretar su matrimonio con el Novio, intentando ocultar o negar su relación con Leonardo. El resto de los personajes (la Madre, el Padre, la Suegra, la Criada, entre otros) representan, como veremos, distintas posturas y distintas fuerzas en este conflicto. Esta inclusión de personajes con nombres genéricos trata de poner en escena cierta circulación de los valores y roles sociales asignados en una comunidad pequeña de esa época en España, como es el poblado en el cual está ambientada la pieza.
Con estas primeras dos escenas, la obra nos introduce en su universo y sus personajes principales. Se trata de una historia familiar, doméstica: una madre y un hijo discuten en su casa sobre cuestiones familiares. Se muestra también qué tipo de relación sostienen madre e hijo: él parece cariñoso con ella; ella, temerosa. Él la escucha y le da importancia a su opinión, y ella expresa cuestiones importantes sobre su pasado y sus temores.
Además, la escena nos ubica, aunque sin mucho detalle, en el contexto espacial: se trata de un universo rural. La Madre menciona herramientas del campo, y también "las viñas y los olivos propios", que es a donde va su hijo. Esta mención también nos ubica respecto del nivel económico de la familia: son dueños de cierta extensión de tierra.
Por otro lado, él da a entender que ya le ha mencionado antes su intención de casarse, y que la Madre evitó previamente definirse sobre el asunto. Esta conversación nos sitúa, también, en un contexto de costumbres conservadoras, que se rige por protocolos matrimoniales tradicionales (pedido de mano, etcétera).
Desde este primer cuadro ya se presentan varios de los temas principales de la obra. Por un lado, el tema de la muerte: la Madre plantea su temor y su obsesión con la muerte de sus seres queridos: sabemos que su marido e hijo murieron apuñalados. Sus comentarios sobre las armas funcionan, en cierta forma, como un presagio que permite adelantar al lector un sentimiento de peligro, de tragedia. Al encontrar esto en la apertura de la obra, el lector puede advertir que algo malo ocurrirá en relación a las armas y a los hombres que las portan.
En este cuadro la Madre dice: "La navaja, la navaja... Malditas sean todas y el bribón que las inventó. [...] Y las escopetas y las pistolas y el cuchillo más pequeño, y hasta las azadas y los bieldos de la era. [...] Todo lo que puede cortar el cuerpo de un hombre". Con esta cita introduce el motivo de las armas, cuyo análisis ampliamos en la sección "Símbolos, alegorías y motivos". Menciona una serie de elementos de filo con los que un hombre podría infligir dolor o incluso matar a alguien. Así, la Madre expresa toda su aversión y temor hacia las armas, y de esta manera transmite, a la vez, la información de que su marido y su otro hijo murieron por lesiones provocadas por armas blancas.
A su vez, también hay una mención de la Madre al tema de la familia de la Novia, lo que se relaciona también con el presagio. Da a entender que su procedencia o su linaje influyen en ella, en su destino y su personalidad. Esto está imbricado también con el tema del matrimonio: cuando el Novio le menciona el casamiento, la Madre le responde: "No lo sé yo misma. Así, de pronto, siempre me sorprende. Yo sé que la muchacha es buena. ¿Verdad que sí? Modosa. Trabajadora. Amasa su pan y cose sus faldas, y siento, sin embargo, cuando la nombro, como si me dieran una pedrada en la frente". Con este comentario, trae de nuevo un mal augurio. Alude a un mal sentimiento, a la intuición negativa sobre el destino de ese matrimonio.
El tema del mal augurio y el destino están muy relacionados. La Madre teme por la vida de su hijo porque, en el fondo, considera que la propia historia familiar de hombres muertos influye en el desenlace de la vida de su hijo. Es decir, es consciente de la amenaza del destino trágico que recae sobre el linaje masculino de su familia, dado que tanto su marido como su hijo mayor han muerto en enfrentamientos. En el temor de la Madre se plantea el tema de la herencia del destino trágico, muy central en la obra.
En este primer cuadro ya están planteados casi todos los símbolos y motivos centrales de la pieza: además del destino, las armas y los valores sociales, el tema de la sangre también es presentado de inmediato. En esta introducción, ya está condensado por completo el sentido múltiple que el autor configura en el concepto de sangre desde el título de la pieza. Por un lado, esta representa la muerte (mencionada tanto por la Madre como por la Vecina); por el otro, refiere a la casta familiar (la sangre como cuestión genética, como signo de la casta de hombres a la que refiere la Madre) y, por último, es la pulsión individual, representada, por ejemplo, en el abuelo que "dejó a un hijo en cada esquina". Esta concepción múltiple del símbolo de la sangre es repetida y explotada en muchas ocasiones a lo largo de la obra.
A su vez, el tema del género también está presente desde que la Madre expresa: “Que me gustaría que fueras una mujer”. Esta frase es muy significativa para pensar qué lugar tienen el hombre o la hombría en la obra. Según la visión que la Madre expresa desde el principio (y los hechos de la pieza le darán la razón), los hombres se enfrentan entre ellos, son violentos y terminan mal. Ser varón, entonces, pareciera ser un factor de riesgo, iría contra la conservación de la vida. La Madre fantasea con que, en vez de hombre, su hijo hubiera nacido mujer, para poder quedarse a su lado y protegerla en el interior de la casa. Sin embargo, también agrega: "Tu padre sí que me llevaba [a las viñas]. Eso es buena casta. Sangre. Tu abuelo dejó a un hijo en cada esquina. Eso me gusta. Los hombres, hombres; el trigo, trigo". Con estas frase, la Madre muestra una ambivalencia que será clave para el desarrollo posterior de los hechos: si bien desdeña y teme la violencia que acaba con la vida de los hombres, también estimula en su hijo los supuestos valores de la hombría, asociados en buena medida con esa misma violencia que critica. A su vez, sitúa el valor de la reproducción para la consagración de un 'buen hombre'.
El Novio se muestra como un personaje que está pendiente de lo que su Madre dice y opina, y la Madre se presenta con un carácter fuerte y melancólico, que trae al presente acontecimientos traumáticos de su historia familiar.
Con la segunda escena, y la visita de la Vecina, podemos ver una muestra de los usos y costumbres del contexto social: por un lado, la visita aparece sin previo aviso; por el otro, se muestra la circulación de la información sobre el propio entorno. La Madre interroga a la Vecina sobre la familia de la candidata a esposa de su hijo, y la Vecina le cuenta lo que sabe. El chisme es una forma de sociabilidad que se genera en el tipo de sociedad que la obra busca representar, y la información que los personajes tienen sobre las vidas de los demás cumple un rol importante en el desarrollo de los acontecimientos. Respecto de esto, al enterarse algunos detalles sobre la familia de la Novia, la Madre le responde a la Vecina: "Es que quisiera que ni a la viva ni a la muerta las conociera nadie. Que fueran como dos cardos, que ninguna persona los nombra y pinchan si llega el momento". O sea, desearía que quedaran fuera del circuito de juicio social que recae sobre aquellos cuyas vidas se conocen. Con esta expresión, la Madre está poniendo de manifiesto el peso que tiene el juicio social sobre las personas.