Resumen
Acto II, Cuadro I, Escena I
Casa de la Novia. La Criada prepara a la Novia para el evento. La provoca hablando del matrimonio, y expresando su deseo por la libertad que este otorga para tener acercamientos físicos con un hombre. La Novia no se muestra entusiasmada; todo lo contrario. Menciona que “su madre se consumió”, y agrega: “Como nos consumimos todas”. Hacen referencia al sino. La Criada la provoca más, diciéndole: “¿Es que no te quieres casar? Todavía te puedes arrepentir”. La Novia le explica: "Son nublos. Un mal aire en el centro, ¿quién no lo tiene?". La Criada responde: "Tú quieres a tu novio", y la Novia responde: "Lo quiero. [...] Pero éste es un paso muy grande". La Criada clausura la conversación allí, concluyendo que "Hay que darlo. [...] Te voy a poner la corona". Después la Novia comienza a cantar y la Criada la acompaña.
Acto II, Cuadro I, Escena II
Aparece Leonardo y lo recibe la Criada. Llega solo a caballo, menciona que su mujer viene detrás. Escuchan un coro de voces, que canta para la Novia. Son los invitados que se oyen de lejos. Sus cantos de aliento y algarabía son el fondo que se escucha durante casi todo el cuadro.
Acto II, Cuadro I, Escena III
Aparece la Novia y comienza a discutir con Leonardo a raíz de la mención al símbolo de la corona de azahar. Leonardo la provoca. La Criada intenta calmarlos y finalizar la escena. La Novia menciona que se “encerrará” con su marido, expresando que así terminará con el asunto entre ellos. Leonardo menciona cómo intentó olvidarla casándose él también, y le recuerda también que ella no lo quiso debido a que él tiene poco dinero. La Criada termina agarrando a Leonardo por la camisa e intenta echarlo. La escena termina cuando se vuelve a escuchar el canto de los invitados que llegan. La Novia se va y la Criada le advierte a Leonardo que no se le vuelva a acercar.
Acto II, Cuadro I, Escena IV
Esta escena está por completo en verso, porque los invitados cantan para la Novia mientras van llegando. Van apareciendo las “Voces”, tres Muchachas, la Criada, un Mozo y tres Convidados, y el Padre.
Acto II, Cuadro I, Escena V
Aparecen la Novia, ya del todo producida, y el Novio. Las Muchachas halagan a ambos. La Novia le cuestiona al novio los zapatos que eligió para ponerse. Aparecen Leonardo y su Mujer y los saludan.
Acto II, Cuadro I, Escena VII
Están todos. La Madre le comenta al Padre sobre la presencia de Leonardo y su Mujer. Él le dice que “Son familia” y ella responde: “Me aguanto, pero no perdono”. La Novia expresa ansiedad por partir a la iglesia: "¡Vámonos pronto a la iglesia!". El Novio le pregunta: "¿Tienes prisa?", a lo que ella responde: "Sí. Estoy deseando ser tu mujer y quedarme sola contigo, y no oír más voz que la tuya".
La Madre advierte que vayan con cuidado, “No sea que tengamos mala hora”. Salen, los despiden la Criada y las Muchachas, que cantan mientras los ven salir.
Acto II, Cuadro I, Escena VIII
Quedan Leonardo y su Mujer. Discuten porque ella quiere ir con él en auto, pero él quiere ir en su caballo. Ella dice: "No soy mujer para ir sin su marido a un casamiento. ¡Que no puedo más!" y, luego, agrega para sí: “Yo ya estoy despachada. (...) El mismo sino tuvo mi madre”. Escucha las voces que cantan y siente nostalgia por su boda. Parten todos a la iglesia. Se queda la Criada.
Análisis
La Criada provoca a la Novia en los momentos previos a su fiesta. Parece, por momentos, querer ayudarla y tener buenas intenciones pero, por otros, parece querer infligirle incomodidad o enojo. En su entusiasmo por celebrar y ser parte de la boda, cuando la Novia comienza a poder hablar, aunque sea secamente, sobre lo que le ocurre ("un mal aire en el centro"...), la Criada no le permite continuar. Con esta actitud, refuerza su rol de personaje que sostiene el statu quo, y que posibilita que las cosas se den como se espera y que todos obedezcan el rol social que toca: calla a la Novia, continuando con los preparativos. Del mismo modo obra cuando aparece Leonardo, deteniendo la discusión entre ellos y enfrentándose a él para que se aleje de la Novia. Esta puede ser leída como una actitud bondadosa para con la Novia, porque intenta mantener las cosas en su lugar, pero también borra, en cierta medida, su incomodidad, colaborando con que las cosas sigan su curso, aun cuando es consciente de que la Novia no está convencida de lo que está haciendo, y de la infelicidad que demuestra. Con la frase "Hay que darlo [el paso]", la Criada expresa muy abiertamente el hecho de que el matrimonio es un mandato y, como tal, parece ser independiente de los deseos personales de los individuos.
La discusión entre la Novia y Leonardo se da porque él le pregunta "con intención" sobre el azahar, en referencia a la corona de azahar, un símbolo de pureza y entrega de las novias gitanas. La Novia entiende la mala intención de Leonardo al preguntar por esto, como si la estuviera acusando de deshonesta por llevarlo, porque Leonardo asume que ella mantiene deseos secretos por él.
En la discusión, la Novia exclama: "Y me encerraré con mi marido, a quien tengo que querer por encima de todo". De esta forma, hace carne propia aquello que había escuchado de otras mujeres, sobre que el matrimonio es encerrarse en una casa con un marido. Repite la alusión al imaginario matrimonial relacionado con el encierro, con "un hogar y un marido y nada más". Leonardo hace frente a esta noción, respondiéndole: “Porque tú crees que el tiempo cura y que las paredes tapan, y no es verdad, no es verdad”. Frente a la idea que expresan las mujeres de esta obra (la Madre, la Mujer, la Novia) de que el matrimonio limita a las mujeres dentro de una casa y entre cuatro paredes, Leonardo, el hombre con nombre propio, que se enfrenta a las normas sociales de lo correcto y adecuado, expresa explícitamente que esto no es así, y que hay cosas -pulsiones- que exceden las cuatro paredes del hogar, e incluso la fuerza de la institución matrimonial. En esta discusión, además, Leonardo expresa que ella lo rechazó por no tener suficiente dinero.
A su vez, la Mujer de Leonardo dice, al ver a la Novia, "Así salí yo de mi casa también. Que me cabía todo el campo en la boca". La didascalia, aquí, señala que lo dice llorando. Y existe la posibilidad de que llore de emoción por ver a su prima casarse, o de angustia por la desilusión que le genera su propio matrimonio, en contraste con la ilusión que habría tenido al casarse. Con este comentario, también se expresa qué lugar ocupa el casamiento en el imaginario femenino de esa estructura social: un momento de alegría absoluta.
En este cuadro, además, se construye algo interesante para observar en relación al tópico de la herencia y el sino: las mujeres parecen heredar el sino de sus madres, y los hombres, el de sus padres. Es como si el linaje y el destino se heredaran en relación al género de los personajes. La Novia comenta en un inicio que su madre "se consumió, como nos consumimos todas". La Mujer de Leonardo, varias escenas después, se queja: "el mismo sino tuvo mi madre". Así, ambas cuentan sobre sus antepasadas mujeres que una "se consumió" (como dice ella misma que le ocurre en el sitio donde vive), o que tuvo "el mismo sino", en referencia a haber sido engañada por su marido. Con estas expresiones se refuerza la idea del destino como herencia familiar, pero, particularmente, las herencias por vía materna hacia las mujeres, y paterna hacia los hombres. Esto está puntualizado también dentro de la sección "Temas" de esta guía, bajo el título "La herencia familiar como destino".
Por otro lado, las "Voces" que aparecen en la escena de la fiesta vienen a traer un contraste, un efecto irónico, entre los sentimientos que expresa la Novia por la situación (desánimo, contradicción) y lo que la situación en abstracto representa para la sociedad: un momento feliz, de consumación de las aspiraciones y los roles sociales. Como comentamos en la sección "Usos del verbo en Bodas de sangre", esta obra hace un uso particular del elemento del Coro, central para el teatro clásico.
El Coro, tradicionalmente, comenta los sucesos acontecidos en la obra, como si tomara la voz del espectador común. En este caso, García Lorca incluye al Coro como representación del pueblo, pero para poner en escena el contraste entre la algarabía popular por un suceso supuestamente feliz, por un lado, y los sentimientos negativos que la Novia alberga en secreto, por el otro. Introduciendo al Coro con un ánimo festivo, esta escena transmite una gran tensión entre el deseo real del personaje y la situación en la que se encuentra.
Además, la utilización de la forma en verso pone en escena muchos usos y costumbres de la cultura popular. Para representar una escena tumultosa, donde asisten varios representantes de la sociedad que se muestra, y que consiste en un festejo tradicional, el verso es una vía de representación de esos usos y costumbres festivos en relación a lo que constituye la fiesta de casamiento para esta cultura en particular.