Borderlands / La Frontera se divide en dos partes. La primera, titulada "Atravesando fronteras / Crossing Borders", tiene siete capítulos, está escrita principalmente en prosa y combina memorias autobiográficas y teoría crítica. Entre esa prosa, Anzaldúa integra fragmentos poéticos, citas de otros pensadores, poetas y cantores y dichos populares, como refranes. Además, desde el comienzo se producen mezclas y saltos del español al inglés, y de registros más formales y académicos a menos formales, coloquiales y orales. La segunda parte, titulada "Un agitado viento / Ehécatl, el viento", está compuesta por cuatro decenas de poesías organizadas en seis segmentos.
El libro comienza con una descripción y un análisis de la frontera entre el sur de Estados Unidos y el norte de México. Se narra la historia de la presencia indígena originaria y de la colonización española de Mesoamérica, en particular, de los territorios habitados por los aztecas. Gracias a ello, Anzaldúa presenta una de sus primeras afirmaciones: históricamente, el sudoeste del actual territorio de los Estados Unidos es una tierra indígena, nunca ha dejado de serlo y, asegura la autora, volverá a serlo. En estas páginas iniciales se examinan problemáticas relacionadas con la migración. El hecho de que los chicanos sean considerados migrantes ilegales por el Estado que ha ocupado esas tierras de manera ilegal es destacado como ironía histórica y como una forma de la violencia.
En el segundo capítulo, Anzaldúa cuenta su historia de vida. Narra que se exilia de su casa, entre otras cuestiones, porque es lesbiana y su orientación sexual no es respetada. Dice que todavía siente preocupación y miedo cuando se trata de volver a su tierra natal y a sus vínculos familiares. Sin embargo, asegura, lleva ese hogar consigo, en su pensamiento, en sus tradiciones y en sus emociones. La autora asegura que el patriarcado es parte tanto de la cultura blanca estadounidense como de las culturas mexicanas e indígenas entre las que se ha criado. Por eso, la liberación no depende solamente de una destrucción de la cultura blanca occidental. También es preciso que las culturas chicanas, mexicanas e indígenas se transformen en ese sentido.
Estas reflexiones continúan en el capítulo 3, titulado "Penetrar en la Serpiente", donde se presenta la figura de Coatlicue, una deidad femenina azteca. Anzaldúa observa que el poder de esta diosa ha sido arrebatado por la cultura predominantemente masculina. Sin embargo, Coatlicue sigue presente y le permite a la autora ver diversas realidades del mundo con mayores niveles de profundidad. En el capítulo 4, la autora explica que esta diosa puede afectar los procesos de escritura; una vez que es aceptada, Coatlicue le otorga a Anzaldúa el poder de escribir de manera transgresora.
"Cómo domar una lengua salvaje", el quinto capítulo, examina las funciones del lenguaje y los idiomas. Anzaldúa explica que habla ocho lenguas: el inglés y el español estándar, pero también mezclas de ambas lenguas y diversos dialectos regionales. La autora asegura que su identidad es esta combinación de lenguas y registros. También, de manera narrativa, muestra que, por ser mestiza y habitar diversos ámbitos, el acceso a las lenguas siempre ha sido difícil para ella. En contextos institucionales como escuelas y universidades se ha visto forzada a hablar inglés e, incluso, a adquirir un acento estadounidense. En otras situaciones comunicativas, siempre debe ser estratégica y escoger el registro adecuado para que la entiendan y la tomen en serio.
El capítulo 6, "Tlilli, Tlapalli / El sendero de la tinta roja y negra”, estudia los distintos roles del arte en las culturas occidentales e indígenas. Anzaldúa sostiene que, en Occidente, el arte se separa de la vida diaria, mientras que, para diversos pueblos indígenas de las Américas, el arte se relaciona con la espiritualidad, y ambas dimensiones están incorporadas en la cotidianeidad. Más adelante, la autora relata y describe procesos mentales y espirituales que experimenta en relación con las palabras, las imágenes, las emociones, los pensamientos y los recuerdos. A estas experiencias las llama "estado chamánico" (125); son prácticas espirituales que la conectan con el mundo y con su propio cuerpo.
El séptimo y último capítulo de esta primera parte se llama "La conciencia de la mestiza / Hacia una nueva conciencia". En él se describe con detenimiento uno de los conceptos centrales del libro: la conciencia de la nueva mestiza. Se trata de un modo de ver el mundo enraizado en las fronteras, que contiene, abraza y explora las dualidades, las ambivalencias, las contradicciones. Para Anzaldúa, esta perspectiva indica el camino hacia el cambio revolucionario, hacia un futuro mejor. La autora resalta la importancia de tolerar la ambigüedad y se detiene en algunas dinámicas que considera cruciales: el rol de las personas blancas en los movimientos por la liberación racial, la relación entre el supremacismo blanco y la misoginia al interior de las comunidades chicanas, y problemas relacionados con el racismo internalizado. Hacia el final del capítulo, Anzaldúa propone la celebración de "El día de la Chicana" (146), una fecha imaginada para festejar al pueblo chicano liberado. La autora asegura que la llegada de ese día es inevitable, porque las tierras chicanas siempre han sido de los indígenas y volverán a pertenecerles, a pesar de la actual ocupación estadounidense.
La segunda parte de Borderlands / La Frontera es una serie de poemas divididos en seis segmentos. La primera secuencia presenta escenas protagonizadas por niños chicanos, explora las relaciones entre humanos y animales, y pone de manifiesto el impacto del trabajo forzado de los campesinos y peones de campo y de la crueldad de los dueños de las tierras. Los poemas de la secuencia siguiente se concentran en experiencias autobiográficas relacionadas con la partida de la frontera y el despertar sexual. Se elaboran líricamente cuestiones ligadas a la liberación de las mujeres y de las personas queer, y problemáticas en torno a la materialidad del cuerpo. La quinta secuencia se compone de poemas que giran en torno a la espiritualidad. Por último, la sexta secuencia retoma y profundiza, de manera poética, los vínculos entre las fronteras y la liberación de las personas y los pueblos oprimidos.