En lugar de curar a su esposa, el médico la mata (Ironía situacional)
Paquita narra la historia de un médico que, harto de su esposa, aprovecha una gripe que ella padece para matarla. La ironía situacional radica en que el médico debería ser la persona que se encarga de que la paciente mejore, pero en este caso procura lo contrario. A su vez, cuando Paquita narra estos acontecimientos, se vale de una ironía verbal, puesto que dice "le dio para curarla de un resfrío un remedio tan eficiente que ella murió a las dos horas en medio de terribles convulsiones" (p. 98). Por el efecto que produce el remedio para la gripe, es evidente que aquello a lo que Paquita menciona como remedio, es lo opuesto, es decir, un veneno.
Cándido piensa que liberó de un peligro a dos mujeres, cuando en realidad mató a sus amantes (Ironía situacional)
Cuando Cándido y Cacambo escapan de Paraguay, se encuentran con dos jóvenes que parecen escapar de dos monos. Cándido, preocupado por la integridad de las mujeres, mata a los monos con su rifle y se alegra de haber liberado a las muchachas de un gran peligro. Sin embargo, inmediatamente después ve que las jóvenes lamentan la muerte de los monos, que eran sus amantes. Así, resulta irónico que cuando Cándido crea salvar a las jóvenes, esté en realidad provocando su desgracia.
El narrador llama "pobre" a un caballero cuyo gobierno se extiende sobre sesenta y una aldeas (Ironía verbal)
Al inicio de la novela, el narrador presenta a los padres de Cándido de la siguiente manera: "Los sirvientes antiguos de la casa presumían que era hijo de la hermana del barón y de un caballero honrado y bueno del lugar, con quien la dama no había querido casarse porque el pobre había podido demostrar en su fortuna solo sesenta y una aldeas" (p. 11). En este pasaje, llamar pobre al caballero que posee tantas aldeas es una ironía verbal que pone de manifiesto la soberbia y la ambición de la baronesa, quien no quiere casarse con él porque su fortuna le parece insuficiente.
El narrador se refiere al "mejor de los mundos" al narrar una matanza (Ironía verbal)
El narrador describe la guerra entre los búlgaros y los abaros de la siguiente manera:
Al comienzo, los cañones abatieron alrededor de seis mil hombres en cada bando. Luego, los mosquetes arrebataron del mejor de los mundos más o menos a nueve o diez mil bandidos que infectaban la superficie. También la bayoneta fue razón más que suficiente en la desaparición por muerte de unos cuantos miles de hombres (p. 17).
En este pasaje, el narrador se vale de la ironía verbal al describir los horrores de la guerra cuando menciona que los mosquetes arrebatan a muchos miles "del mejor de los mundos". Sin dudas es irónico hablar del mundo en estos términos cuando lo que se está describiendo en esa misma frase es una matanza.
El narrador llama "humilde" y "modesta" a una casa hecha de oro y plata y repleta de piedras preciosas (Ironía verbal)
Cuando Cándido y Cacambo llegan a Eldorado, el narrador describe la casa de uno de los habitantes de la siguiente manera:
Ingresaron a una casa muy humilde, porque la puerta no era más que de plata y el artesonado de los marcos de oro, pero estaba todo tan bien labrado que hubiera causado envidia al mejor artesano. La sala estaba colmada de rubíes y esmeraldas, cosa que indicaba una sencillez absoluta, pero todo estaba tan ordenado que uno se olvidaba enseguida de esa sencillez y modestia (p. 65).
Por supuesto, a ojos de los europeos no hay nada humilde ni modesto en una casa hecha de oro y plata, y repleta de piedras preciosas. Por eso nos referimos a esta como una ironía verbal.