El estrépito parisino
En la “Carta IV”, ya desde un paisaje tranquilo, Rilke describe a través de una imagen auditiva cómo el ambiente de París le impedía conectar con la profundidad de las cosas: “...su hermosa preocupación por la vida me conmueve aún más de lo que ya me conmovió en París, donde todo cobra otras resonancias que se extinguen por el estrépito que hace temblar todas las cosas” (p. 54).
Las fuentes de agua en Roma
En la “Carta V”, Rilke se expande largamente acerca del ambiente romano. Manifiesta un profundo disgusto por el valor que se le da a las ruinas, pero encuentra placer en la vida que brota de las numerosas fuentes de agua.
Describe ese placer a través de estas imágenes visuales y auditivas: “Aguas infinitamente vívidas vienen a la gran ciudad por los viejos acueductos, y danzan sobre las blancas fuentes de piedra de gran número de plazas, y se extienden en los estanques amplios y espaciosos, y murmuran por el día y elevan su rumor por la noche, que aquí es grande y estrellada, y suave por los vientos” (p. 69).
La llanura norteña de Worpswede, Alemania
En el comienzo de la “Carta IV”, Rilke describe el paisaje de la llanura norteña de Worpswede, Alemania, destacando la paz que esta le genera, en contraposición de la excitación que le producía París. Describe el lugar a través de estas imágenes: “… he venido a una gran llanura norteña donde la amplitud y la calma del cielo me restablecerán. Pero entré bajo una lluvia persistente. Solo hoy quiere escampar un poco sobre la comarca, agitada por los vientos…” (pp. 53-54).
Más adelante, retoma la importancia que genera este ambiente pacífico en él, en su claridad para comprender las palabras de Kappus, a través de la siguiente imagen: “Aquí, donde un dilatado suelo me rodea, al cual vienen los vientos desde los mares, aquí siento que sobre esos problemas y sentimientos que en lo profundo tienen una vida propia, nadie puede contestarle…” (p. 54).
Las afueras de Roma
Como lo afirma varias veces, Rilke tiene problemas para sentirse en paz en medio del ruido de las ciudades. Eso le ocurre, por ejemplo, en Roma, en la “Carta V”. Sin embargo, afirma que prontamente se trasladará a las afueras, a un sitio en donde podrá encontrar la paz gracias al silencio.
Describe ese lugar a través de estas imágenes visuales y auditivas: “Pero al término de algunas semanas me trasladaré a un sitio apacible y sencillo, a un viejo pabellón perdido en el fondo de un gran parque, preservado de la ciudad y de sus ruidos y asechanzas. Allí viviré todo el invierno y me alegraré por el gran silencio del cual espero el regalo de horas buenas y fecundas…” (p. 70).