Cartas a un joven poeta

Cartas a un joven poeta Citas y Análisis

"Esto ante todo: pregúntese en la hora más serena de su noche: «¿debo escribir?»".

Rainer Rilke, "Carta I", p. 24.

Esta cita se refiere al primer paso que debe dar el artista en formación para saber si, efectivamente, debe dedicarse al arte. En este caso, como Rilke está escribiéndole a un joven poeta, la cita apunta a la escritura.

Para descifrar la profundidad de esta frase, hay que tener en cuenta que, para Rilke, los convencionalismos sociales son profundamente negativos y falsos. Por lo tanto, puede suceder que aquel que crea que debe dedicarse al arte, en realidad esté imitando un convencionalismo. Es decir, no quiere ser verdaderamente artista; quiere lucir el disfraz de artista para el resto.

El modo de detectar, verdaderamente, si el ser tiene que dedicarse al arte es preguntarse, en la intimidad más profunda, en la soledad absoluta, lejos de los convencionalismos, si debe llevar a cabo su arte. La respuesta positiva debe salir del fondo del alma, debe ser un impulso íntimo que le demuestre al ser que no solo debe llevar a cabo su arte, sino que no podría vivir sin hacerlo. Este es el primer paso para comenzar a formarse como artista.

"Si su vida cotidiana le parece pobre, no la culpe, cúlpese usted...".

Rainer Rilke, "Carta I", p. 25.

Esta cita se enmarca dentro de los consejos que le da Rilke a Kappus acerca de lo que debe hacer para formarse como artista.

Según Rilke, el artista debe evitar en sus inicios los grandes temas y apoyarse en las cosas que lo rodean para realizar sus obras. A partir de esto, afirma que si el artista siente que aquello que lo rodea (su vida cotidiana) no tiene riqueza para convertirse en arte, debe culparse a sí mismo y no a su vida.

La idea fundamental es que, incluso si se vive en una cárcel, siempre puede haber riqueza en lo que rodea al artista. Sobre todo, porque esa riqueza no solo depende de las cosas materiales, sino también de los recuerdos y los sueños del artista.

Rilke propone que revivir la infancia es la clave. Así como el niño miraba sin comprender del todo lo que lo rodeaba, y lograba conectar con las cosas, construir un mundo en medio de la nada; de ese modo, con esos ojos extrañados, el artista debe observar su vida cotidiana y encontrar la riqueza que se encuentra en esa supuesta monotonía. De allí podrá extraer el material para realizar sus obras.

"Las obras de arte son de una infinita soledad, y por nada tan poco abordables por la crítica".

Rainer Rilke, "Carta III", p. 43.

Según Rilke, las obras de arte nacen del interior de los artistas. Esa interioridad está llena de soledad. Esa soledad es, por supuesto, sumamente personal. La crítica es ineficaz para comprender esta soledad única, íntima y personal, ya que su lenguaje debe buscar la comprensión de todos.

Para Rilke, solamente uno puede saber qué siente y qué piensa frente a una obra de arte, dado que no hay una verdad absoluta. Cada uno percibe las obras desde su propia interioridad. Por el contrario, la crítica artística debe apelar a la razón común, dar una opinión general que pueda ser compartida.

En definitiva, el problema es que la crítica artística aborda las obras de arte desde el exterior y no desde el interior; desde los convencionalismos sociales y no desde el sentimiento individual. Está obligada a afirmar verdades universales cuando, en realidad, cada ser que percibe una obra debe descubrir su propio juicio verdadero. Por eso, varias veces, Rilke le recomienda a Kappus que no lea a los críticos y que no exponga sus poemas a las opiniones de estos.

"Viva ahora usted todos los problemas. Viviéndolos, tal vez en algún lejano día, poco a poco, sin advertirlo, penetre en la respuesta".

Rainer Rilke, "Carta IV", p. 56.

El tema fundamental que aparece en esta cita es la paciencia. La propuesta de Rilke es que las personas no tienen que buscar desesperadamente la respuesta a sus problemas. Lo que deben hacer es entrar en contacto íntimo con ellos, no evitarlos; vivirlos en profundidad, con paciencia. De este modo, en un momento, sin darse cuenta, aparecerá la respuesta a esos problemas en el interior. ¿Por qué?

Porque si la respuesta no aparece cuando se piensa en el problema es porque aún la persona no ha madurado lo suficiente en su interior. No se puede forzar la comprensión exterior de un problema; hay que comprenderlo desde el interior. Para eso hay que seguir formándose en soledad.

Esta cita se puede aplicar a lo que Rilke afirma acerca de la comprensión de las obras de arte: las personas, ante la incomprensión de una obra, no deben buscar la respuesta inmediata en la crítica o la opinión de otros (en el exterior), sino que, con paciencia, deben aguardar hasta que, en algún momento de su maduración interna, esa respuesta aparezca en ellos y puedan así comprender lo que les resultaba incomprensible.

"... en las profundidades todo se vuelve ley".

Rainer Rilke, "Carta IV", p. 59.

En esta cita, Rilke opone lo superficial de la vida con lo profundo. Para él, todo aquello que está en la superficie es cambiante, no tiene consistencia verdadera, no tiene la fuerza de ser una ley. En contraposición, todo aquello que está en lo profundo es ley. Esto quiere decir que se mantiene constante, que no se puede cambiar, que es esencial.

Esta división aparece con claridad cuando Rilke se refiere a los sentimientos puros y los impuros. Estos últimos son aquellos que solamente afectan a una parte del ser, a sus intereses exteriores, superficiales. Por ejemplo, el sentimiento de euforia por un logro es impuro; aparece y luego desaparece.

En cambio, los sentimientos puros atraviesan la totalidad del ser porque están conectados con lo profundo y no desaparecen. Se escriben dentro del ser como si fueran una ley. Por ejemplo, el amor profundo, verdadero, entre dos personas que aprendieron primero a amar en soledad se sostiene con firmeza como una ley que nadie puede romper.

"Estar solo es bueno, porque la soledad es difícil".

Rainer Rilke, "Carta VII", p. 87.

En esta simple cita se puede encontrar resumida la esencia del pensamiento de Rilke. La soledad es el tema más importante para él, ya que la considera el punto de partida para que las personas logren conectarse consigo mismas, con su intimidad, con lo que las rodea. Esa conexión les permitirá comprender la verdad de la vida y del arte que, en definitiva, son parte de lo mismo.

Ahora bien, llegar a la profunda verdad de la vida no es fácil, porque no es fácil estar solo. Las personas le temen a la soledad y, por lo tanto, la esquivan uniéndose con otras personas de manera apresurada, distrayéndose en convencionalismos.

Para Rilke, por lo tanto, todo lo que es difícil es bueno, dado que todo lo bueno se consigue a partir de la soledad, y la soledad es difícil. Por ejemplo: el amor es bueno porque es difícil. Para amar se necesita primero amar en soledad. Comprender la tristeza también es bueno. Y para comprenderla se necesita atravesarla en soledad.

En definitiva, lo bueno, lo difícil y la soledad, son, en esta obra de Rilke, sinónimos.

"Tener un amor un ser humano por otro: esto es quizá lo más difícil que nos ha sido encomendado".

Rainer Rilke, "Carta VII", p. 88.

Hay dos obstáculos fundamentales que se le presentan al ser para tener verdadero amor por otro. El primero, como ya se ha dicho, es que cada uno, antes de unirse en pareja, debe aprender a amar en soledad. Para eso, debe tolerar, precisamente, estar solo y no dejarse arrastrar por la necesidad inmediata de sentir placer.

El otro obstáculo fundamental es que tanto hombre como mujer deben poder despojarse de los convencionalismos sociales que le indican cómo se debe actuar de acuerdo al sexo. Solamente entonces, el hombre y la mujer dejarán de oponerse y se considerarán humanos, no mujer u hombre. Al conectarse como humanos podrán vivir el amor de manera verdadera y no superficial.

Superar estos obstáculos es sumamente difícil. Para Rilke, todo lo difícil es necesariamente bueno. Por lo tanto, tener amor un ser humano por otro es la prueba más difícil e importante que las personas deben superar.

"... al amor que consiste en que dos soledades mutuamente se protejan, se limiten y se reverencien".

Rainer Rilke, "Carta VII", p. 96.

Según Rilke, el punto de partida para poder sentir amor por otra persona es aprender a amar en soledad. Solamente en soledad el ser humano puede percibir cómo el amor se encuentra en los animales y en las plantas que se unen, se multiplican y crecen, no por placer ni por dolor, sino por algo mucho más poderoso.

Las parejas en las que los individuos no están formados en su soledad están condenadas al fracaso de antemano, ya que cada uno se apoya sobre el otro para distraerse; para evitar, precisamente, el peso de estar solo. De este modo, solamente se pueden construir relaciones superficiales, que están lejos de la verdad, de aquello más poderoso que se encuentra en las plantas y los animales.

Por eso, el verdadero amor debe nacer de dos personas que, antes de unirse, ya se hayan formado profundamente en su soledad. Una vez juntas, ya no pueden lograr ese aprendizaje. La unión, entonces, debe ser entre dos soledades que ya saben amar, y que lo único que deben hacer es protegerse, limitarse mutuamente para no invadir la soledad del prójimo, y reverenciarse. Es decir, tratarse con respeto y admiración.

"Pero solo quien está apercibido para todo, quien nada excluye, ni siquiera lo más enigmático, sentirá las relaciones con otro ser como algo vivo...".

Rainer Rilke, "Carta VIII", p. 105.

Esta cita surge del análisis que hace Rilke en relación a la cobardía. Según él, la cobardía ha generado grandes pérdidas al ser humano, ya que ha excluido de sus experiencias aquello que lo atemorizaba, como la muerte o la soledad.

El ser debe vivir estas experiencias enigmáticas, debe sufrirlas si generan sufrimiento (como la soledad), debe pensar en ellas aunque sea doloroso (como pensar en la muerte). Esquivar, por cobardía, el conocimiento de esas experiencias limita la relación entre los seres como verdaderos seres vivos. ¿Cómo pueden relacionarse íntimamente las personas que no se atrevieron a relacionarse íntimamente con sus propios miedos?

Por eso, solamente aquel que haya vivido todo, padeciendo y soportando el miedo, puede comprender lo que le sucede a otro ser, puede relacionarse verdaderamente con él, como dos seres realmente vivos, en su totalidad. Es decir, solamente quien vivió y vive la soledad puede relacionarse con alguien que está atravesándola. Solamente quien acepta la muerte puede comprender el duelo de alguien que padece la cercanía de su propia muerte o la de alguien querido.

"El arte mismo no es más que una manera de vivir, y puede uno prepararse para él viviendo de cualquier manera, sin caer en la cuenta".

Rainer Rilke, "Carta X", p. 121.

Este pasaje es escrito por Rilke al momento de reflexionar acerca de la profesión. Se puede deducir que responde a la frustración constante de Franz Kappus acerca de su carrera militar. Por eso mismo, Rilke comienza afirmando que el arte, en definitiva, es una manera de vivir. ¿Qué quiere decir con esto?

Quiere decir que las personas, más allá de la profesión que ejerzan, siempre se pueden estar formando como artistas, incluso sin darse cuenta. La clave aquí es que para Rilke las leyes de la profesión no se oponen a las del arte. La profesión, con sus exigencias, puede obstaculizar de distintas maneras el ejercicio del arte, puede quitar tiempo, puede distraer a la persona en banalidades; pero la ley del arte es superior porque consiste en estar en contacto íntimo todo el tiempo con aquello que rodea a la persona.

Es decir, aun si Kappus pasa sus días inmerso en su labor como militar, mientras no deje de estar en contacto con su soledad y, por lo tanto, con las cosas que lo rodean, estará formándose como artista; y cuando decida escribir sus poemas encontrará verdad dentro de él. Para Rilke, hay muchos escritores que no son artistas, sino que se dedican a escribir, que esa es su profesión, y sin embargo no tienen verdad, dado que no viven su vida cotidiana como artistas. Es decir, no tienen contacto con su soledad, con lo íntimo, con aquello que los rodea. Por eso afirma que tres cuartas partes de la literatura es seudoartística.

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