Genero
Ficción. Cuento fantástico.
Configuración y Contexto
Una casa en Buenos Aires, década de 1940.
Narrador y Punto de Vista
El cuento está narrado en primera persona. El protagonista habla de él y de su hermana, con quien convive en la casa. La focalización se concentra en las costumbres de la pareja de su hermano y está llena de implícitos, puesto que el narrador no abunda en detalles de su vida, y solo se limita a hablar de su rutina y de la toma de la casa.
Tono y Estado de Ánimo
El tono es nostálgico e indolente, y el ritmo de la narración es lento y se detiene en abundantes descripciones de la casa.
Protagonista y Antagonista
Los protagonistas son el narrador y su hermana, Irene. Los antagonistas son aquellos que toman la casa, aunque nunca aparecen en el texto explícitamente.
Conflicto Principal
El narrador y su hermana viven solos en una enorme casa que es la herencia familiar. Un día, la parte trasera de la casa es tomada por desconocidos y la pareja es obligada a vivir en la parte delantera, temiendo que los desconocidos avancen y terminen por tomar la casa completamente.
Climax
El clímax se alcanza cuando el narrador escucha sonidos del lado delantero de la casa y comprende que también han tomado esa parte de su vivienda.
Presagio
N/A
Atenuación
N/A
Alusiones
El narrador menciona un año que es fundamental para enmarcar contextualmente todo el relato: "Desde 1939 no llegaba nada valioso a la Argentina" (p. 132). 1939 hace referencia a la Segunda Guerra Mundial y la alteración que esta produjo en el panorama internacional. A su vez, queda claro a partir de esa fecha que el relato sucede en los primeros años de 1940, una década marcada por el auge del peronismo en la Argentina, movimiento político y social contra el que Cortázar se oponía abiertamente.
Imágenes
Ver sección "Imágenes".
Paradoja
N/A.
Paralelismo
N/A.
Metonimia y Sinecdoque
N/A.
Personificación
El narrador habla de la casa como si se tratara de una entidad viva, como se nota en muchos pasajes. En un momento, indica que: "A veces llegamos a creer que era ella la que no nos dejó casarnos" (p. 131), como si fuera un personaje capaz de tomar decisiones sobre ellos. En otro pasaje también refiere que "... entonces la casa se ponía callada y a media luz..." (p. 135), con lo que atribuye a la casa rasgos y conductas propias de los seres humanos.