Lo desconocido
Algunos estudios semióticos consideran a lo desconocido como el gran tema de "Casa tomada". La información que el narrador da sobre la toma de la casa es extremadamente escasa: solo habla de algunos sonidos y rumores que se escuchan, primero en la parte trasera y luego en el pasillo. Sin embargo, en ningún momento reflexiona sobre qué o quiénes han entrado a la casa ni se pregunta por sus móviles. Cabe destacar que el narrador utiliza la tercera persona del plural para hablar de la toma: "Han tomado la parte del fondo" (p. 134).
Lo que sí llega a comprender el lector es que no existe familiaridad alguna entre lo que está sucediendo y la vida de los hermanos: los rumores y sonidos son tan extraños para ellos que no llegan siquiera a otorgarle nombre alguno, y se refieren a ellos solo por la acción que -según cree el narrador- están realizando: tomar la casa. Así, lo desconocido se instaura como la gran presencia del relato, aquello que inquieta a los personajes y termina expulsándolos de los espacios que habitan.
El espacio
Muchos estudios teóricos sobre "Casa tomada" se concentran en la cuestión del espacio, puesto que en este relato, esta categoría no responde solo a un elemento del marco narrativo, sino que puede ser considerada como un actor que participa de la acción. Son los espacios de la casa los que ordenan la vida de los personajes y sus rutinas, e, incluso, los que configuran los rasgos ideológicos de los personajes.
Existen dos espacios que dialogan y cuya relación constituye el principal entramado de sentidos del relato: el espacio interior de la casa y el mundo exterior. El espacio interior se figura como un lugar seguro, agradable y protector, en el que la pareja de hermanos puede vivir tranquilamente, reduciendo al mínimo el contacto con el exterior que, por su parte, se representa como un ambiente peligroso que es preferible evitar. Cuando el narrador comienza a sentir ruidos en la casa, el esquema espacial se subvierte: ya no es el mundo exterior donde se halla el peligro, sino en los propios espacios interiores de la casa.
Así, el espacio juega un papel fundamental: los ruidos se escuchan en diferentes partes de la casa, y el narrador clausura parte de la casa con el fin de protegerse, y reorganiza su vida y la de su hermana en función de las partes de la casa que pueden seguir usando. Hacia el final del relato, cuando los ruidos se escuchan del lado delantero de la casa, los hermanos deben abandonarla y enfrentarse al mundo exterior.
Los lazos familiares
Los únicos personajes del relato son dos hermanos, el narrador e Irene. Ambos viven juntos en la casa familiar, construida por sus bisabuelos, y como ninguno de ellos se ha casado, la relación que sostienen se parece en muchos aspectos a la de un matrimonio. En este sentido, muchos estudios sobre "Casa tomada" han interpretado la relación de los hermanos como un matrimonio incestuoso, y algunos, incluso, han observado en ello una crítica a la endogamia propia de la aristocracia de Buenos Aires.
En el relato, está claro que los hermanos se necesitan mutuamente y comparten hasta los pormenores de su vida: no solo se distribuyen las tareas de la casa y se acompañan al hacerlas, sino que el narrador hasta se instala en la pieza de Irene por las tardes, para hacerle compañía mientras teje. Así, es posible observar la importancia que tienen los lazos familiares para la pareja de hermanos, y esa es una de las razones por la que permanecen en la casa, a pesar de que es muy grande para ellos dos solos: la casa es la herencia que los conecta con la historia de su familia.
La rutina
La vida de los hermanos dentro de la casa se ordena en función de una estricta rutina que el narrador describe con detalle: ambos se levantan temprano y dedican la mañana a limpiar la casa; terminan hacia las 11.30 y el narrador se va a la cocina a preparar el almuerzo. Después de comer y de lavar la vajilla, Irene se dedica a tejer en su pieza y el narrador la acompaña y ocupa su tiempo en la lectura de literatura francesa.
Esta rutina que la pareja ha sostenido por años está dada por la estructura de la casa, quien se convierte en un actor más dentro del relato, puesto que interviene de forma muy marcada sobre la vida de los personajes. Cuando la parte trasera de la casa es tomada, la pareja de hermanos debe modificar su rutina, algo que les resulta molesto en un principio, aunque terminan habituándose a las nuevas actividades. Así, se hace evidente lo importante que es la rutina en la vida de los protagonistas, quienes se esfuerzan en sostenerla como si encontraran en ella los elementos que los definen identitariamente.
La casa
La casa es la presencia más importante, y toda la narración se concentra en ella. El narrador se dispone a contar cómo su casa ha sido tomada, pero en verdad habla muy poco de la toma en sí, y se dedica más bien a describir la casa con nostalgia, como quien recuerda un sitio en el que ha sido feliz.
La casa es descripta como un espacio profundo, silencioso, espacioso y antiguo en el que la pareja de hermanos se siente a gusto. En verdad, es para la pareja un lugar pleno y cerrado, que compone un microcosmos seguro en contraposición y a al peligro del exterior. El narrador llega a hablar de ella como una entidad viva que influye directamente sobre él y sobre su hermana. Así, indica que es la casa quien no ha dejado que ninguno de los dos se case, como si los necesitara para que la mantengan y la sigan habitando.
La disposición de la casa también es fundamental para la estructura del cuento. Tal como se plantea, en un principio, solo la parte trasera de la casa es tomada, por lo que los hermanos se acostumbran a vivir solo en la parte delantera, y adaptan toda su rutina a esta nueva realidad. Los espacios de la casa están jerarquizados, y cabe resaltar que en la primera etapa de la toma la pareja pierde el ala más fastuosa de la vivienda, mientras que aun conserva el ala más funcional y dinámica.
En el avance progresivo de los ruidos y susurros que delatan la toma, muchos teóricos han interpretado a la casa como el país (la Argentina) y los movimientos populares en auge durante el peronismo. Así, la casa representaría a la élite o la alta burguesía histórica del país, que pierde terreno frente al avance del peronismo.