Crimen y castigo

Crimen y castigo Resumen y Análisis Tercera parte, Capítulos 1-6

Resumen

Tercera parte

Capítulo 1

Raskólnikov se recupera del desmayo y ve que su madre Puljeria y su hermana Dunia lo miran con miedo. Aunque les dice que se vayan a casa con Razumijin, ellas se rehúsan. Luego les habla de su discusión con Luzhin y desafía a Dunia diciéndole: “Tú te casas con Luzhin por mí. Pero yo no acepto ese sacrificio (…) ¡O Luzhin o yo!” (pp.292 y 293).

Razumijin interviene y las acompaña a casa. En las habitaciones que Luzhin ha reservado para las damas, Razumijin empieza a arremeter contra el prometido de Dunia, a quien considera “un echadizo y un especulador, porque salta a la vista que es un judío y un payaso… ¡es un cretino, un cretino!” (p.299).

Razumijin lleva al doctor Zosímov, quien comparte con Dunia y Puljeria su diagnóstico: “La dolencia tenía, aparte de la penuria material en que el paciente había vivido los últimos meses, algunas otras causas morales” (p.303).

Más tarde, Razumijin y Zosímov hablan sobre Dunia: es evidente que al primero le gusta mucho. Finalmente, deciden quedarse a dormir cerca de Raskólnikov y se dividen la tarea de velar por él durante la noche.

Capítulo 2

En la casa Bakaléiev, donde se hospedan las mujeres, Razumijin y Zosímov hablan del estado de Raskólnikov. Zosímov lo caracteriza como un monomaníaco.

Por su parte, Puljeria y Dunia están encantadas con Razumijin. Puljeria, especialmente, lo acribilla con preguntas sobre Raskólnikov durante el último año y él le responde omitiendo algunas cuestiones, aunque admite que “no ama a nadie, y es posible que nunca llegue a amar” (p.314).

El foco ahora pasa a Luzhin. Puljeria pregunta por la discusión que tuvieron con Raskólnikov, pero, a diferencia del día anterior, Razumijin habla con cuidado sobre Luzhin e incluso critica a Raskólnikov por haber sido descortés. Puljeria le muestra una nota de Luzhin en la que solicita una reunión con ellos a las ocho de la noche e insiste en que Raskólnikov no esté allí. Luzhin afirma que la enfermedad de Raskólnikov no justifica su comportamiento y lo acusa de haberle dado los veinticinco rublos, que tanto le había costado conseguir a Puljeria, a una prostituta, con el pretexto de tener que celebrar un funeral.

Puljeria quiere saber qué piensa Razumijin de todo esto y él responde que la decisión es de Dunia. Ella quiere que Luzhin, Raskólnikov y Razumijin estén presentes.

Capítulo 3

Por primera vez en meses, Raskólnikov está limpio, prolijo y vestido. Físicamente, está casi recuperado, pero parece preocupado e indiferente ante el resto.

Por un instante, su rostro se ilumina al saludar a Dunia y Puljeria. Su madre se ilusiona cuando ve que le sonríe genuinamente y toma la mano de Dunia.

Raskólnikov confiesa que entregó todo el dinero que le mandó su madre a una viuda y se disculpa por ello. Para calmar los ánimos, Puljeria cambia de tema y le cuenta la suerte que corrió Marfa Svidrigailov, quien murió a causa de una paliza que le dio su marido. Raskólnikov se molesta con su madre por compartir eso. Siente que no puede comunicarse con ellos ni con nadie más.

En realidad, lo que sucede es que hay un tema que lo obsesiona y es que quiere ser claro sobre sus opiniones con respecto a Luzhin: él no admite el compromiso. Por su parte, Dunia defiende que se casa porque es lo que le conviene a ella y niega que lo esté haciendo como sacrificio. Luego le muestra la carta de Luzhin y expresa sus deseos de que se presente a la reunión a las ocho de la noche.

Capítulo 4

En medio de estos intercambios tensos, la puerta se abre y entra una chica. Se presenta como Sofía Semiónovna Marmeládova; su diminutivo es Sonia y ese es el nombre que se usa para referirse a ella la mayoría de las veces. Está vestida modestamente, muy distinta que la noche anterior. Durante el tiempo en que permanece allí, Sonia se muestra extremadamente tímida. Ha ido para pedirle a Raskólnikov que asista al funeral el día siguiente. A la joven le desconcierta darse cuenta, por el estado del cuarto, de que a Raskólnikov no le sobra el dinero y les dio lo que él mismo necesitaba.

Puljeria no está cómoda con la situación debido a que sabe que se trata de la chica a la que Luzhin mencionó en la carta. En ese momento, acuerda reunirse esa noche con Luzhin y se retira con su hija. Aunque tiene la intención de despedirse de Sonia, no llega a hacerlo, mientras que Dunia hace una reverencia completa y cortés ante la muchacha.

Una vez solas, Puljeria y Dunia intercambian impresiones. A Puljeria le preocupa Sonia: “En cuanto la vi entrar pensé que ahí estaba la clave de todo” (p.342). Dunia se enoja con su madre y le dice que no se deje influenciar por las palabras de “un odioso calumniador” (p.343) como Luzhin.

En el apartamento de Raskólnikov, este le pregunta a Razumijin si tiene contacto con Porfiri Petróvich, a quien ha sido asignado al caso de asesinato. Le dice a Razumijin que necesita recuperar el reloj de Dunia y un anillo que había empeñado. Razumijin se sorprende de que Raskólnikov sea uno de los clientes de la mujer asesinada.

Raskólnikov presenta a Sonia y Razumijin. Salen todos juntos y se separan cuando llegan a la calle. Un extraño comienza a perseguir a Sonia luego de escuchar que ella menciona el nombre Raskólnikov.

Mientras tanto, Razumijin está emocionado por el hecho de que él y Raskólnikov vayan a ver a Porfiri Petróvich, su familiar. Razumijin menciona que Porfiri está interesado en conocerlo y cuenta que el año anterior el hombre resolvió un complicado caso de asesinato.

Capítulo 5

Raskólnikov y Razumijin entran al apartamento de Porfiri. Raskólnikov se sorprende al ver a Zamiótov en la habitación. Una vez presentados, Porfiri y Raskólnikov no dejan de observarse atentamente, como midiéndose. Aunque Raskólnikov está convencido de que Porfiri sabe la verdad, intenta mantener la compostura y explica que le interesa recuperar unos objetos empeñados a la víctima. Porfiri no se sorprende; de hecho, dice que estaban esperando que se presentara porque sus cosas habían sido encontradas en el apartamento de Aliona, etiquetadas con su nombre. Raskólnikov empieza a actuar torpeza, pierde los estribos y no tiene el control sobre lo que dice, aventurando comentarios atrevidos y sospechosos.

Porfiri menciona que ha leído un artículo de Raskólnikov llamado “Acerca del delito”. Raskólnikov se sorprende, pues no sabía que se había llegado a publicar. Porfiri intenta explicarle a Razumijin lo postulado allí, pero Raskólnikov lo considera una versión tergiversada de lo que había querido decir. Para entonces, Raskólnikov comprende que Porfiri intenta tenderle una trampa y decide seguirle el juego. Explica su artículo, que trata principalmente del estado psicológico del criminal antes, durante y después del crimen, pero también abre una idea según la cual la humanidad se divide en personas ‘ordinarias’ y ‘extraordinarias’. Las personas ‘extraordinarias’, según él, son aquellas que “tienen el don o el talento de decir algo nuevo en su medio” (p.365) y, por eso, tienen un derecho inherente a pasar por encima de la ley.

Razumijin presencia esta discusión con incredulidad; no comprende si se están tomando en serio tales discusiones. Al final de la conversación, Porfiri ataca a Raskólnikov con una pregunta incisiva: quiere saber si él es, como bien dice, una persona ‘extraordinaria’. Raskólnikov, que hasta entonces había respondido con frialdad y tranquilidad, ahora se queda en silencio y da una vuelta sobre sí mismo para marcharse. Antes de que se vaya, Porfiri le invita a su despacho el día siguiente.

Capítulo 6

De camino a la cena con Dunia y su madre, Raskólnikov trata de decirle a Razumijin que Porfiri y Zamiótov sospechan de él. Razumijin no quiere creerlo, aunque admite haber percibido cierta desconfianza hacia él.

Cuando se acercan a casa de Bakaléiev, donde se hospedan las mujeres, Raskólnikov le dice a Razumijin que debe pasar primero por su apartamento. En realidad, quiere comprobar que no se le haya caído ninguna cadena, dije o papel de los objetos que le robó a Aliona. Al salir, se encuentra con un desconocido que le dice, por lo bajo, “¡Asesino!” (p.378).

Débil y desorientado, Raskólnikov vuelve a su habitación y se tira en la cama. Se burla de sí mismo por haber pensado que era un hombre extraordinario; ahora le resulta ridículo el haberse comparado con hombres de la talla de Napoleón por el simple hecho de matar a una vieja insignificante: “Quizá sea yo más odioso y repugnante que el piojo matado por mí” (p.381).

Finalmente, se queda dormido y sueña con la vieja a la que asesinó. Cuando despierta, un hombre extraño lo observa desde la puerta. El hombre se presenta como Arkadi Ivánovich Svidrigáilov.

Análisis

En esta sección somos testigos de la primera aparición de Dunia. Hasta el momento, solo sabíamos de ella de manera indirecta, a través de la carta de Puljeria y las opiniones de Raskólnikov. Sin embargo, ahora se nos revela como un personaje importante y fuerte, que da claras muestras de seguridad e inteligencia. De hecho, Puljeria considera que los hermanos se parecen en espíritu.

El parecido físico y de carácter entre los hermanos se termina en cuanto entran en debate y se demuestra que interpretan el mundo de modos muy distintos. Raskólnikov ha estado mucho tiempo bajo la influencia de sus lecturas y las ideas que se difunden en la ciudad. Dunia no es sumisa ni débil, sino todo lo contrario: se muestra decidida, discutidora y asertiva, por lo que no duda en entrar en desacuerdo con su hermano en más de una ocasión. Su primera discusión se refiere a las buenas acciones. Raskólnikov dice: “Para ayudar a los demás, hay que tener primero el derecho de hacerlo” (p.326). Se refiere acá al arrepentimiento que siente por haber entregado el dinero que su madre había reunido para él. Raskólnikov se ve impulsado a ayudar a alguien y luego se frena a sí mismo al preguntarse si tiene derecho a hacerlo. Dunia no está de acuerdo. Sin embargo, Raskólnikov descarta la opinión de su hermana: “¡Tú también con buenas intenciones… Debí imaginármelo… Una actitud digna de encomio. Llegarás a un límite que, si no lo traspasas, serás desgraciada; pero si lo traspasas, serás más desgraciada aún!…” (p.327). Parece aludir a lo que él mismo ha experimentado con pensamientos que lo han llevado al asesinato y al trauma psicológico; él sin duda ha traspasado los límites.

Un segundo desacuerdo entre los hermanos se produce sobre el compromiso de Dunia con Luzhin. Dunia plantea, durante esta discusión, un poderoso argumento: “¿Por qué exiges de mí un heroísmo del que quizá no seas tú capaz? ¡Eso es despotismo, eso es imposición! Si a alguien perjudico es a mí misma. Yo no he degollado a nadie” (p.333). Sin saberlo, Dunia toca una fibra sensible al plantear las cosas de este modo. En un caso de ironía dramática, los lectores comprendemos el motivo por el cual ese argumento tiene un efecto tan terrible en Raskólnikov. Uno de los modos en que se engaña a sí mismo Raskólnikov es pensando que aquello que lo empuja a tomar la decisión de matar a Aliona es la necesidad de ayudar a su familia. Sin embargo, ni aunque ese fuera el único móvil, su posición mejoría ante los esfuerzos de su hermana. Cuando consideramos que Dunia está eligiendo casarse por su familia, se vuelve evidente que su elección es moralmente superior a la Raskólnikov, ya que elige sacrificarse a sí misma en lugar de terminar con la vida de otro. De este modo, vuelve a confirmarse la idea de que la mayoría de las mujeres de esta novela son más valientes que los personajes masculinos.

Otra mujer de gran relevancia en esta sección es Puljeria, la madre de Raskólnikov. En más de una ocasión, Puljeria demuestra que conoce muy bien a su hijo y no es para nada inocente en lo relativo a su formación moral; no ve únicamente lo bueno. De hecho, es especialmente lúcida la valoración que hace de lo que puede llegar a sucederle: “Estoy segura de que también ahora es capaz de llegar contra sí mismo a extremos que nunca se le ocurrirían a nadie” (p.314). Además, a pesar de que su hija descarte sus ideas sobre Sonia, Puljeria intuye la importancia que tendrá la joven en la vida de su hijo cuando manifiesta que es una pieza clave en su comportamiento.

La inocencia de Sonia es de una notable ironía, dadas su vida y sus circunstancias laborales. Aunque se ha criado en la indigencia, con un padre alcohólico y una madrastra enferma y maltratadora, a pesar incluso de haberse convertido en prostituta, Sonia es descrita una y otra vez como una niña dulce e introvertida. Físicamente, es delgada, y sus ojos son transparentes y expresivos. Pero, además, es extraordinariamente tímida y se cree por debajo de todos, algo que se revela en la incomodidad que la domina ante la amable reverencia de Duna. Además, Sonia se queda turbada luego de visitar a Raskólnikov, porque comprende que él fue generoso más allá de sus posibilidades y aprecia ese sacrificio para su familia.

En cuanto a Raskólnikov, resulta evidente que se siente atraído por Sonia por razones que él mismo no acaba de comprender. Es muy probable que la pureza de Sonia adquiera cierto carácter redentor frente su caso particular: él está manchado por su crimen y, aunque ella también está sumergida en el pecado y la miseria, ha conservado, no obstante, la bondad de su corazón. Tal vez Raskólnikov intuye que tiene mucho que aprender de ella.

En estos capítulos se exploran las distintas motivaciones que lo conducen al crimen. Hay una primera anticipación de este tema que se trata en detalle en el Capítulo 5, cuando Puljeria repara en el estado en el que vive su hijo: “Estoy segura de que, si te has vuelto melancólico, la mitad de la culpa la tiene este cuarto” (p.331). El cuarto, en tanto espacio que evidencia la pobreza de Raskólnikov, tanto material como de espíritu, va a ser objeto de interés también para Sonia. Como decimos, es a lo largo de este capítulo cuando se menciona la teoría de que el crimen es el producto de las circunstancias tan terribles en las que viven ciertas personas. Razumijin atribuye esa teoría a los socialistas que consideran que el crimen nada tiene que ver con la naturaleza humana, sino con el sistema social, político y económico. Por lo tanto, si compones la sociedad instalando un sistema justo, no habría más crimen. La pregunta, en este punto, resulta ineludible: ¿en qué medida las condiciones de vida de Raskólnikov, sumido en la necesidad y las presiones de ser el único varón en su familia, contribuyen a que se convierta en un asesino? Esta teoría sobre el origen de la locura de Raskólnikov también coincide con el diagnóstico de Zosímov, quien cree que las necesidades que pasó tuvieron consecuencias en su salud mental.

La discusión sobre el artículo de Raskólnikov sobre el crimen es fundamental para entender por qué, después de todo, cometió los asesinatos. Su arrogancia y desdén por los demás, su monomanía y egoísmo, todo apunta a un sentimiento de superioridad que se ve irremediablemente exacerbado por las condiciones de misera en las que vive. Aunque no se lo confiesa del todo a Porfiri, Raskólnikov quiere pensar que él es una de esas personas ‘extraordinarias’ que piensan cosas nuevas y, por tanto, tienen derecho a imponerse. Es así que Raskólnikov no solo está aislado de todos por su crimen, sino por el proceso lógico que lo llevó a crear una escisión entre un mundo al que considera inferior y otro al que aspira pertenecer.

Una vez más, Dostoyevski consigue deslizar algún comentario social a través de los argumentos de Razumijin sobre el socialismo y el crimen. Los socialistas, afirma este personaje, suponen que, una vez adoptado un sistema justo, el crimen desaparecerá. Pero el problema con esto, argumenta Razumijin, es que el socialismo no tiene en cuenta la naturaleza ni la historia: “No es la humanidad, desarrollada hasta el extremo por la vía de un proceso histórico vivo” (p.360). Dostoyevski está señalando sutilmente que el peligro de las nuevas ciencias sociales es que rechazan las lecciones del pasado y, por tanto, hacen promesas imposibles de cumplir. El socialismo propone un régimen social en el que la propiedad sobre los medios de producción es colectiva y surge una estructura con solo dos clases amigas: el proletariado y el campesinado.

Uno de los momentos en los que más abatido se encuentra Raskólnikov es cuando cae en la cuenta de que sus pretensiones de hombre extraordinario no coinciden con el crimen que cometió. En su afán por probar que es un hombre de la talla de Napoleón, cometió un crimen que no lo hace mejor que un insecto: “Me he pasado un mes entero importunando a la benévola providencia para tomarla como testigo de que no emprendía aquello para satisfacer mis apetitos y mis caprichos personales, sino con una finalidad elevada y agradable” (p.281). ¿Qué ha sacado con el asesinato de la prestamista? La respuesta, evidente tanto para los lectores como para él mismo, resulta implacable: nada bueno.