“(…) De pronto depuso su actitud y se quedó cortado, como si lo hubiesen traspasado con un puñal” (p.262) (Símil)
El narrador se refiere a un joven que recientemente ingresó a trabajar en el sector de Akaky. Él, imitando a sus compañeros, se burla de Akaky, pero ante la reacción de este (“¡Déjenme en paz! ¿Por qué me ofenden?, p.261), cambia su actitud. El narrador utiliza este símil para aludir a una marca profunda y dolorosa que imprimen las palabras de Akaky en la mente del nuevo empleado. Luego el narrador explica que, a partir de ese momento, el joven se aleja de sus compañeros, a quienes hasta ese entonces consideraba personas educadas, y sigue recordando por mucho tiempo estas palabras que le producen malestar y angustia.
"¿Por qué no tiene arreglo, Petrovich? -dijo con tono suplicante, como si fuese un niño-." (p.269) (Símil)
Este símil sirve para mostrar la falta de firmeza en la forma de hablar de Akaky. Además, sumado a la descripción de la falta de conclusión en sus frases, contribuye a mostrar el carácter inseguro del personaje: "Y cuando se trataba de un asunto complicado, tenía la costumbre de no acabar la frase, de modo que, a menudo, habiendo comenzado la oración con las palabras: «Esto, en realidad, es algo así, o sea...» y ya no la terminaba, pensando que lo había dicho todo" (p.268). Por otra parte, mediante este símil se acentúa el contraste entre la forma de hablar de Akaky y la de Petrovich, que usa un tono enfático y firme en sus aseveraciones.
"Desde ese momento toda su existencia se hizo más plena, como si se hubiera casado o como si otra persona lo acompañara permanentemente, como si ya no viviese solo, sino con una agradable compañera que muy a gusto recorriera a su lado los ásperos caminos de la vida (...)" (p.273) (Símil)
Con ese símil se compara el nuevo abrigo de Akaky con una esposa o una amante. Esto sugiere que el capote despierta en el personaje sentimientos apasionados. En el mismo sentido, el narrador utiliza la metáfora de la "llama en su mirada" (p.274) para describir el estado de exaltación del funcionario, y dice que su mente surgían a ratos "ideas más atrevidas y audaces" (p.274).
“A ratos resplandecía una llama en su mirada” (p.274) (Metáfora)
La ilusión por su nuevo capote es lo que hace que resplandezca “una llama” en la mirada de Akaky. El narrador utiliza esta palabra, que se puede asociar a la pasión, para comparar la adquisición del abrigo con una relación amorosa. Desde el momento en que Akaky decide encargar el capote y hacer sacrificios para lograr pagarlo, se siente más pleno, “como si se hubiera casado (…) con una agradable compañera” (p.273). El narrador dice que esta compañera es “el famoso capote de grueso acolchado y forro fuerte y hermoso” (p.273).
“En nuestra Santa Rusia, todo está contaminado de imitación: cada cual quiere parecerse a su superior” (p.283) (Metáfora)
El narrador se refiere a la preocupación de las personas por ocupar un rango mayor, y una vez logrado, realzar su importancia y su poder frente a otros, “imitando” conductas de sus superiores. Usa metafóricamente la palabra “contaminado” para expresar su desacuerdo con estas prácticas y, a continuación, da el ejemplo de un consejero titular que, apenas ascendido, ordena construir un despacho particular y poner dos guardias en la puerta, a pesar de no tener la necesidad de hacerlo. Ciertas conductas inapropiadas de las personas que son promovidas a un rango mejor se mencionan en otras partes de la obra, por ejemplo, a propósito de la persona importante, a quien a pesar de ser “un hombre de buen corazón” (p.284), su ascenso “le había hecho perder la cabeza” (p.284) y recurre a distintos medios para destacar su autoridad.