El capote (Símbolo)
El nuevo capote representa para Akaky el símbolo de una vida diferente de la que llevaba hasta ese entonces, solitaria y dedicada exclusivamente al trabajo. El narrador dice que la ilusión de tener el nuevo abrigo lo “volvió más alegre y de carácter más enérgico (…)” (p.273). Por otro lado, hasta este momento Akaky aparecía caracterizado como alguien sumiso y con poco carácter. En cambio, en la medida en que se acerca el momento de alcanzar su nueva posesión, “de su rostro y de sus gestos desaparecieron la duda, la timidez, en una palabra, todos aquellos rasgos inciertos y vacilantes” (pp. 273-274). Una vez conseguido el capote, también hay un giro en su vida en el aspecto social. Asiste por primera vez a una reunión con sus compañeros de trabajo en la noche, motivado por la posibilidad de usar la nueva prenda: “se alegró al pensar que de este modo tendría ocasión de lucir su capote nuevo” (p.277). Por último, el nuevo capote también simboliza un despertar sexual del personaje. Los signos de esta transformación los podemos ver en dos ocasiones: cuando comienza a usar el capote, primero, en una calle, sonríe frente a una pintura que muestra a una mujer con una pierna descubierta; luego, volviendo de la reunión en la casa del asistente, “corrió, sin saber para qué, tras cierta damisela que se cruzó con él como un relámpago (…)” (p.279).
El nombre "Akaky Akákievich Bashmáchkin" (Símbolo)
El narrador utiliza el nombre de Akaky Akákievich como un símbolo de la personalidad de este, la cual tiene características absurdas. El nombre significa “Akaky, hijo de Akaky” (Jaime Fernández, 2013, párr. 3). El narrador reconoce que este nombre es “raro y rebuscado” (p.260). También su apellido, Bashmáchkin, colabora a dar forma al carácter ridículo del personaje. Este deriva de la palabra “botín”, como el narrador explica, aunque no se sabe “en qué circunstancia pudo consumarse semejante origen” (p.260). Por otro lado, el nombre Akaky proviene de la palabra griega Akákios, que significa “sin maldad” (Jaime Fernández, 2013, párr. 5). Esto también coincide con otro de los rasgos del personaje, quien lleva una vida pacífica.
El clima de San Petersburgo (Motivo)
La mención al clima de San Petersburgo aparece repetidamente a lo largo de la obra, y es un motivo recurrente en la literatura romántica rusa. El clima afecta de varias maneras a los personajes. Al comienzo, cuando el narrador describe la tez pálida de Akaky, dice que “la culpa la tiene el maldito clima de Petersburgo” (p.259). Por otro lado, describe al frío boreal de la ciudad como “un enemigo poderoso y terrible de todos los que reciben cuatrocientos rublos anuales de sueldo” (p.265). Finalmente, el clima también es una de las causas de la muerte del protagonista: “El viento, según la costumbre petersburguesa, lo acosaba por los cuatro costados (…)” (p.287). A causa del frío contrae una angina fulminante de la que no logra recuperarse.
El cuadro (Símbolo)
El cuadro que Akaky observa en una vidriera, camino a la casa del asistente que organizó una reunión, simboliza el despertar de su sexualidad. La imagen muestra a una mujer que tiene al descubierto una pierna. Akaky sonríe frente a la imagen. El narrador sospecha que lo hizo “porque se encontró con una cosa completamente desconocida pero de la cual, sin embargo, todos tenemos una lejana intuición (...)” (p.278). Esto demuestra un cambio en el comportamiento de Akaky a partir de la adquisición del nuevo capote.
La forma de expresarse de Akaky (Símbolo)
La manera de hablar de Akaky es un elemento más que simboliza su carácter dubitativo y absurdo. Akaky “solía expresarse con la ayuda de preposiciones, adverbios y otras partículas que, en realidad, no llegaban a formar un pensamiento coherente” (p.268). Además, cuando el asunto que trata es complicado, tiene la costumbre de no terminar la frase, creyendo que ha dicho lo suficiente.