El capote

El capote Resumen y Análisis Parte 1

Resumen

Akaky Akákievich Bashmáchkin trabaja como consejero titular en una oficina ministerial en Petersburgo, de la que el narrador no quiere decir el nombre ya que “no hay gente más susceptible que los funcionarios de esta clase de oficinas” (p.259). Akaky es petiso y pálido. Se lo describe con rasgos equívocos: “algo picado de viruelas, un poco pelirrojo, se diría que algo miope, con una pequeña calvicie encima de la frente” (pág.259)

El apellido de Akaky deriva de la palabra “botín”, pero el narrador desconoce su origen. Por otra parte, él explica la rareza del nombre de Akaky, contando las circunstancias en que fue elegido. El padrino del niño, Iván Ivánovich Bróshkin, y su madrina, Arina Semiónovna Belobriúshka, le propusieron varios nombres a la madre, pero a ella ninguno le gustó. Entonces decidió llamarlo como su padre (ya fallecido). Cuando bautizan a Akaky, él llora y pone una cara extraña, “como si presintiera que algún día sería consejero titular” (p.260).

Se desconoce cuándo comenzó a trabajar en el ministerio. Se sabe que pasaron varios años y han cambiado los directivos, pero él continúa realizando la misma actividad de copista. Allí no le brindan ningún acto de cortesía. Los porteros ni siquiera lo miran cuando pasa, “como si se tratara de una de las tantas moscas” (p.261) que cruzan el vestíbulo. Los compañeros se burlan de él con frecuencia y los asistentes de los jefes, quienes le acercan los escritos a copiar, lo hacen sin dirigirle la palabra. A pesar de las ofensas que recibe, realiza su trabajo sin errores.

Akaky solo reacciona cuando las molestias le impiden realizar su trabajo. Por ejemplo, si empujan su brazo y no puede continuar escribiendo. Se defiende exclamando: “¡Déjenme en paz! ¿Por qué me ofenden?” (p.261). En una ocasión, al ver esta reacción, un funcionario que había comenzado a trabajar en la oficina hacía poco tiempo se compadece de él. Él se burlaba de Akaky imitando el comportamiento de sus compañeros, pero a partir de este episodio, “una misteriosa fuerza” (p.262) lo aleja de ellos. Mucho después, las palabras de Akaky siguen resonando en la mente del funcionario, a las que él añade: “Soy tu hermano”. Lo estremece pensar en que existe una gran crueldad y estupidez humana “que se ocultaba bajo la refinada y culta capa de la vida mundana” (p.262).

Análisis

Una de las características que más llama la atención en el “El capote” es su reflexión metaliteraria, es decir, su reflexión sobre la literatura misma. Esto se manifiesta en los comentarios que hace el narrador sobre los procedimientos que elige para narrar el cuento. Al comienzo, por ejemplo, él explica su decisión de omitir el nombre del ministerio para el que trabaja el protagonista:

“En la oficina ministerial de…, pero no, mejor no digamos en qué oficina; no hay gente más susceptible que los funcionarios de esta clase de oficinas, los jefes, los consejeros…, en una palabra, todos los funcionarios que componen la administración pública” (p.259).

El narrador hace referencia a un jefe de policía que elaboró un informe en el que denuncia que se injuria a la institución a la que pertenece. Para demostrarlo, el policía había adjuntado una novela en la que se mostraba frecuentemente a un jefe de policía en completo estado de ebriedad. De esta manera, el cuento que presenta el narrador se sitúa en un contexto más amplio: otras historias se escriben, los lectores reaccionan y sus reacciones influyen en lo que los escritores producirán en el futuro. Dada la reacción del jefe de policía anónimo, el narrador decide proceder omitiendo parte de los detalles de su relato: “De modo que, para evitar cualquier disgusto, llamaremos sencillamente una oficina a la oficina de que hablaremos aquí” (p.259).

Este es un ejemplo de autorreflexividad. El narrador reflexiona sobre cómo la literatura interactúa con el mundo en general. Acá muestra los motivos que lo llevan a autocensurarse, es decir, omitir parte de su relato, pero lo hace con un guiño hacia el lector. Esto conecta su relato con la tradición de la narración oral.

A propósito, es interesante señalar la observación del crítico Boris Eichenbaum sobre la versión original en ruso: “En El capote, la narración imita una cháchara descuidada e ingenua” (2002, p.169). Es decir, el estilo está relacionado con la narración oral. Además, el momento de auto-interrupción, que asemeja el relato a una narración oral, también establece un tono familiar y conspirativo en la historia: el narrador parece dirigirse al lector íntimamente y transmitirle un secreto.

Otro momento que conecta a "El capote" con la narración oral se da cuando el narrador hace referencia a lo falible de su propia memoria: "Akaky Akákievich nació, si mal no recuerdo, en la noche que va del 22 al 23 de marzo” (p.260). Esto sugiere que, a pesar del uso predominante de la narración omnisciente en tercera persona, el narrador es una persona en particular, con sus propias limitaciones.

El narrador describe la profesión de Akaky Akákievich, la de consejero titular, como una de la que "se han burlado muchos escritores que tienen la recomendable costumbre de ensañarse con aquellos que no muerden" (p.259). De alguna manera, el narrador se une a las filas de estos escritores, porque construye al personaje de Akaky con rasgos exagerados y satíricos. Akaky no solo es patético; su personalidad no tiene nada particular, excepto, tal vez, ser absurda. No es totalmente calvo, sino que tiene “una pequeña calvicie en la frente”; no está picado de viruelas, sino solo “algo picado de viruela”; ni siquiera es definitivamente pelirrojo o miope, sino “un poco pelirrojo” y “algo miope” (p.259). El narrador usa la indeterminación de la apariencia física de Akaky para acentuar la falta de firmeza del carácter de este personaje.

Además, nadie en el departamento de Akaky puede recordar cuándo fue contratado o quién lo contrató, por lo que da la impresión de que siempre estuvo allí. Esto refuerza la idea de destino que encontramos en el cuento y la de que Akaky siempre estuvo destinado a ser un consejero titular.

Por otra parte, el orden de las oraciones en la descripción del trato que le dan a Akaky en el departamento donde trabaja enfatiza el grado en que se lo desprecia. El narrador dice: “En el ministerio no se le brindaba ningún acto de cortesía” (p.261), aparentemente refiriéndose a los jefes y a los directores que ha mencionado justo antes. Sin embargo, el narrador prosigue mencionando primero a los porteros, quienes “no solo no se levantaban de sus asientos cuando él pasaba, sino que ni siquiera lo miraban, como si se tratara de una de las tantas moscas que cruzaban el vestíbulo” (p.261). Solo entonces el narrador prosigue con los superiores de Akaky y, finalmente, con sus compañeros de oficina. Al comenzar por el trato que le ofrecen los porteros, el narrador refuerza la idea de que a Akaky nadie lo respeta, ni siquiera aquellos que ocupan el rango inferior en la jerarquía departamental.

Uno de los momentos más significativos de esta parte inicial del cuento es la interacción de Akaky con un empleado joven, quien ha ingresado recientemente a la oficina. Este empleado, que anteriormente se burlaba de Akaky imitando a sus otros compañeros por considerarlos “personas educadas y acaso como modelos cuyas actitudes era positivo imitar” (p.262), de repente, por una “misteriosa fuerza” (p.262), se aleja de ellos. Las palabras de Akaky (“¡Déjenme en paz! ¿Por qué me ofenden?”, p.261), y las que él añade en su pensamiento (“Soy tu hermano”), lo atormentan, pues se da cuenta con ellas de la crueldad humana y la burda estupidez que esconden muchos actos cotidianos. Aunque el final del cuento, con su giro sobrenatural, pueda parecer un cambio abrupto, en este episodio está presagiado. Por un lado, el hecho se presenta envuelto en misterio, dado que el cambio de actitud del joven está impulsado por una “misteriosa fuerza”. Por otro lado, se puede comparar la forma en que las palabras de Akaky atormentan al joven con la manera en la que más tarde el supuesto fantasma atormentará San Petersburgo.

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