El jardín de los cerezos es la última de las piezas principales de Chéjov. Se trata de una comedia escrita en cuatro actos, ambientada en el declive económico de la aristocracia rusa a finales del siglo XIX.
La obra fue escrita en 1903 y estrenada en el Teatro de Arte de Moscú el 17 de enero de 1904, con dirección de Konstantín Stanislavski e interpretación de Olga Knipper, esposa del autor. Chéjov falleció de tuberculosis pocos meses después del estreno.
En El jardín de los cerezos, Chéjov atiende dos eventos de importancia en el siglo XIX ruso: por un lado, la llegada del ferrocarril en 1830; por el otro, la abolición de la esclavitud establecida en 1861. Las consecuencias de ambos eventos se imprimen en la obra e incluso conducen la trama. El ferrocarril permite a la protagonista, Liubov Andréievna, ir y venir a través de las fronteras, pero además la intriga en sí trata el tema del cambio social: la familia aristocrática pierde poder a medida que asciende el campesinado, compuesto en buena medida por antiguos esclavos. Con los cambios en el sistema de clases, surgen debates sobre la naturaleza del progreso y la libertad en Rusia, y el tema del cambio social es de interés universal en el momento en que se escribe la obra: los países de todo el mundo, incluido Estados Unidos, experimentan las conveniencias e inconveniencias del progreso y se sumen en debates filosóficos similares.
Incluso el público de la obra en el momento de su estreno presenta las particularidades de estos emergentes cambios sociales. Si bien los antiguos aristócratas continúan patrocinando las artes, una creciente clase de personas menos “cultas” y nuevos ricos empiezan a asistir al teatro. Las obras de Chéjov se caracterizan, entre otras cosas, por la sencillez de su lenguaje, lo cual permite, en buena medida, su gran popularidad, ya que se vuelve accesible para personas de cualquier estrato social.
En cuanto al género, Chéjov cataloga la obra de “comedia”. El tono de la pieza, por otro lado, es melancólico y crítico, aunque también deja entrever cierta esperanza y optimismo acerca del futuro de la comunidad humana.