En 1959 se publica Las armas secretas, un libro compuesto por cinco cuentos largos o novelas cortas, entre los que se encuentra "El perseguidor". Todos estos cuentos se caracterizan por la exploración de las formas literarias: muchas utilizan la superposición de planos en el tiempo y el espacio para explorar diversas dimensiones de la realidad. El perseguidor está dedicado a la figura de un famoso saxofonista estadounidense, Charlie Parker, que en el cuento lleva el nombre de Johnny Carter.
Como el propio Cortázar lo ha dicho, "El perseguidor" es un antecedente de su novela más famosa, Rayuela, aunque él lo ha descubierto tiempo después de escribirla. En ese sentido, Johnny Carter se parece en algún punto a Oliveira, el protagonista de Rayuela.
Algo que ha querido hacer Cortázar en este cuento es presentar un personaje artista que pertenece a la media, es decir, que no es un personaje muy evolucionado intelectualmente a través del cual es fácil vehiculizar los grandes problemas de la humanidad (como lo ha hecho, por ejemplo, Thomas Mann en La Montaña Mágica), pero que vive experiencias metafísicas que le generan una necesidad de buscar y descubrir qué es lo que hay del otro lado de la realidad. Por eso, al leer la biografía de Charlie Parker, Cortázar se encontró con un personaje que tenía lo que él buscaba para su cuento: se trataba de un artista sin trasfondo intelectual, que había logrado convertirse en un ícono del mundo del jazz, pero que, a su vez, había tenido una vida problemática, marcada por el consumo de drogas que derivó en repetidas internaciones psiquiátricas y en varios intentos de suicidio. Johnny Carter remeda la vida de Charlie Parker y sirve a Cortázar como un instrumento para el cuestionamiento de las estructuras sociales dominantes, algo intrínseco a su labor de escritor.
En 1965, el director de cine argentino Osías Wilenski realizó una adaptación cinematográfica de "El perseguidor", aunque cambió levemente el argumento: en ella, un famoso saxofonista con problemas de adicción a las drogas sufre delirios de persecución, algo que cambia llamativamente la focalización del cuento de Cortázar y convierte al protagonista en un perseguido.