Las drogas y el alcohol (Motivo)
Johnny consume alcohol y marihuana en exceso, hasta sufrir sobredosis y ataques que lo llevan a la muerte. Como motivo, el consumo problemático de sustancias atraviesa la narrativa del siglo XX, y particularmente a la generación beat, con la que se vincula el relato "El perseguidor". Johnny representa al beatnick, un sujeto que se arroja a experimentar la realidad desde todas las facetas posibles; para ello, el consumo de drogas es uno de los medios más utilizados. En este sentido, prácticamente cada vez que aparece Johnny en escena se encuentra bajo los efectos de la droga o el alcohol.
Johnny y sus amigos (Símbolo)
Tanto Johnny como el resto de sus amigos que consumen drogas y alcohol en exceso son considerados ángeles enfermos por Bruno. Para el narrador ellos simbolizan la degradación moral del ser humano; degradación que Bruno denuesta en varios pasajes del relato.
Las urnas con cenizas (Motivo)
Las urnas con cenizas son un motivo que aparece con frecuencia en el discurso de Johnny: como le cuenta a sus amigos, cuando pasea por el parque se encuentra con miles de urnas invisibles que contienen las cenizas de los muertos. Johnny las encuentra cada vez con más frecuencia y comienza a pensar que son elementos de la realidad, algo que preocupa a sus amigos. Estas urnas parecen perseguir a Johnny y recordarle de la naturaleza finita del ser humano, algo que lo preocupa y llega casi a obsesionarlo.
El jazz (Motivo y símbolo)
El jazz es un motivo presente a lo largo de toda la obra y que forma parte de la identidad de casi todos los personajes: Bruno es un crítico especializado en el género, Johnny es uno de los músicos más famosos, la marquesa lo ha conocido en un concierto y Baby Lennox suele cantar con otros músicos.
A su vez, el jazz simboliza en el cuento -y para la época -el espíritu libre, creativo y transgresor, que incluso Cortázar manifiesta en su literatura.
París (Símbolo)
La ciudad de París, tan presente en toda la obra de Cortázar, puede considerarse un símbolo de la vida bohemia y de la efervescencia artística de mitad del siglo XX. París ha sido considerada la capital cultural de Occidente durante gran parte del siglo XX, y Cortázar le profesaba un amor particular. Esto puede verse en las locaciones donde transcurre el cuento: el hotel miserable que representa la dimensión más baja de la vida bohemia, el Café de Flore, un bar famoso en el que se reunían grandes personalidades de la cultura y la rivera del Sena, una de las zonas más famosas y bellas de la ciudad.