Resumen
Capítulo 12
A la mañana del día después de su primer encuentro, Juan Pablo llama a la casa de María y se entera que ella se fue al campo. Inmediatamente, empieza a conjeturar sobre por qué se fue, decepcionado por no poder verla. Le avisan que María dejó una carta en la casa y él va a buscarla. Cuando llega, un criado lo hace pasar a una sala llena de libros. Allí se encuentra con un hombre ciego, quien se presenta como el señor Allende, esposo de María.
Castel está impactado. No sabía que María estaba casada y lo sorprende la actitud de Allende, que lo trata cordialmente y sin aparentar ninguna sospecha. Este hombre le entrega a Juan Pablo la carta de María, que contiene estas palabras: “yo también pienso en usted”. Allende le habla a Castel de María, de cómo ella suele confundir impulsos con urgencias. Después le cuenta que ella se fue a la estancia familiar de su primo Hunter, persona que Juan Pablo conoce y desprecia. El pintor no ve la hora de salir de allí y avisa que debe irse. Mientras sale de la casa, se pregunta a sí mismo: ¿qué comedia abominable es esta?
Capítulo 13
En este capítulo, Castel desarrolla todas sus conjeturas sobre lo que ha pasado hasta ahora. Empieza analizando el primer llamado telefónico, cuando surgieron sus primeras sospechas. Cree entender ahora por qué la mucama que lo atendió vaciló cuando él preguntó por la “Señorita Iribarne”, dado que María es una mujer casada. Sin embargo, como no lo corrigió, Juan Pablo deduce que la empleada debe estar acostumbrada, lo que significa que María debe recibir este tipo de llamadas con frecuencia.
Castel empieza a pensar que en la vida de María debe haber otros hombres como él, y sospecha de la relación de María con Hunter. Se pregunta por el hecho de haber recibido la carta en manos de su marido ciego. Imagina que quizás María encuentra algún placer en este tipo de juego. También supone que tal vez ella quiso que él supiera de este modo que estaba casada, para que entienda la inconveniencia de seguir adelante con su relación. En este punto interpela a sus lectores, que seguramente piensan que esta última opción es la más simple y probable. Admite entonces que él tiene la manía de elegir siempre las hipótesis más complejas, pero se justifica preguntándose por qué la realidad ha de ser simple.
Juan Pablo trata de olvidar estos razonamientos rebuscados e intenta rescatar cierta timidez y fragilidad que percibió en María durante su primer encuentro, algo de su mirada que no logra precisar. Nos cuenta que quiso desechar todas sus sospechas, pero que no pudo.
Capítulo 14
En este capítulo breve, Castel cuenta que los días siguientes a este descubrimiento son agitados. Quiere saber cuándo volverá María de la finca y le envía una carta desesperada, preguntándole por su regreso y pidiéndole que lo llame en cuanto esté en Buenos Aires. Cuenta también que en esos días tiene un sueño en el que visita, de noche, una casa vieja y solitaria que le resultaba familiar, como si allí se conservaran los recuerdos de su infancia. En el sueño, se siente por momentos perdido en la oscuridad, acechado por enemigos escondidos. Al despertarse, comprende que, en este sueño de temor y alegría, la casa representa a María.
Capítulo 15
Castel se siente perdido en la oscuridad de sus pensamientos hasta que recibe una carta de su amada. En esta carta, María construye una imagen de sí misma como la de la mujer en la ventana del cuadro: solitaria, observando el mar. Interpela a Castel y lo trata con intimidad. Cree que él adivinó con su pintura la forma de su ser, pero cierra la carta diciendo que la imagen de Juan Pablo se ha interpuesto entre ella y el mar. A Castel estas palabras lo llenan de felicidad, siente que María le pertenece y que él le es tan necesario a ella como ella a él. Termina este capítulo lamentándose de haberla asesinado.
Capítulo 16
Después de un desesperado intercambio de cartas breves, en las que Castel le confiesa que la quiere y ella le dice que teme hacerle daño, se vuelven a encontrar cuando María regresa del campo. Se citan nuevamente en una plaza mientras anochece, y hasta se quedan a oscuras. Castel se siente feliz de volver a verla, pero el reencuentro no llega a hacer lo que espera. La conversación se entorpece con las preguntas demandantes de Juan Pablo y los silencios de María. Él quiere saber por qué lo abandonó y ella no le responde, porque no quiere hablar de ella, sino de Castel y de su pintura.
Juan Pablo se desespera, la agarra con violencia y le exige que le diga si lo quiere. Como no la puede ver en la oscuridad, enciende un fósforo para ver su rostro y llega a vislumbrar por unos instantes el dejo de una sonrisa, que interpreta como una burla a su amor. Castel le recrimina esa sonrisa y María se pone seria y se entristece. En rigor, confiesa Juan Pablo, no ve aquel gesto, sino que percibe un rastro de aquella sonrisa en el rostro serio de María. Ella entonces confirma que tenía razón cuando le dijo que se harían daño. Castel siente que toda la conversación es absurda.
Análisis
Vemos de nuevo en estos capítulos el modo en que la trama avanza a través de la introspección del protagonista. Castel admite que su pensamiento tiene una forma rebuscada pero lo defiende, porque cree que la realidad es más compleja de lo que parece.
Juan Pablo reconstruye los hechos como un mal detective, que acomoda las pistas para que mejor encajen en sus conjeturas. De todas las opciones posibles elije la que mejor se condice con su visión nihilista del mundo. Castel confunde verdades con intuiciones, como cuando está seguro de haber descubierto en María una sonrisa burlona que no llegó a ver. ¿Creemos en sus conjeturas o suponemos que su percepción distorsiona la realidad?
Entre las cartas, las conversaciones telefónicas y los diálogos nocturnos, hallamos un motivo que representa el problema de comunicación entre Juan Pablo y María. Sus personalidades en este punto se oponen: él quiere decirlo y saberlo todo, mientras que ella prefiere callar lo que no hace falta decir, y resguardar sus pensamientos. De este modo, su conversación se llena de obstáculos y la intención de unir sus solitarias existencias se trunca.
No obstante, María no es puro silencio. En una de sus cartas se abre a Castel y le cuenta su particular conexión con el cuadro que él ha pintado. Con estas palabras parece explicarle lo que él significa para ella. Juan Pablo reacciona a su carta entendiendo el amor como pertenencia: la carta demuestra que ella es suya. Pero María no está diciendo eso, sino que construye una imagen de Castel pidiendo ayuda. Tal vez, la relación no se está construyendo del modo en que Juan Pablo la imagina.
María es una incógnita. No sabemos realmente lo que piensa y lo que quiere, no solo por sus silencios, sino porque su persona nos llega a través de la particular mirada de Castel. Podremos, entonces, intentar conocerla un poco más, a partir de las pocas palabras que de ella nos llegan. Así, podemos preguntarnos si confiamos o no en el modo en que Juan Pablo las interpreta.