Resumen
Capítulo 6
Castel reanuda el relato de su azaroso encuentro con la mujer, que nos anticipó al principio del capítulo 4. Al verla caminar por la calle, todas las opciones que barajó se le amontonan en la cabeza. Luego recuerda que es ella quien debe dar la iniciativa, e incluso considera que con esto la pondrá a prueba. Juan Pablo la sigue por la vereda opuesta a lo largo de unas cuadras sin saber qué hacer, hasta que la mujer entra en el edificio de la Compañía T.
El pintor entra también al edificio y se coloca junto a ella frente al ascensor. Con un coraje que le resulta ajeno, le pregunta si ese es el edificio de la Compañía T. En su interior, se arrepiente de haberle hecho una pregunta tan obvia, aunque después piensa que no es una consulta tan tonta como él creía. La mujer se dirige hacia él para responderle y, cuando lo ve, se sonroja al darse cuenta de que se trata del famoso pintor. Castel entonces le dice que su encuentro no es casualidad, que ha pensado mucho en ella, por varios meses, y que tiene algo que preguntarle sobre la ventanita. La mujer está sorprendida y no sabe a qué se refiere.
Frente a esta reacción, Juan Pablo siente que ha caído en una de sus típicas construcciones imaginarias y que la mujer, en realidad, no ha notado nada en su cuadro. Indignado y avergonzado, sale corriendo del edificio. La mujer lo alcanza y le explica que está asustada, pero que recuerda la ventanita constantemente. Enseguida, la mujer se arrepiente de haber dicho eso y huye. Castel la persigue pero también, a su vez, se arrepiente. Piensa que no tiene necesidad de hacer el ridículo, porque puede encontrar a la mujer en otro momento, en el edificio de la Compañía T.
Capítulo 7
Este capítulo se demora en todo lo que Castel piensa mientras busca de nuevo a la mujer. Primero, se da cuenta de que se equivocó al asegurar que ella trabajaba en aquel edificio, ya que podía estar allí de visita, por algún trámite. En consecuencia, entra de nuevo para ver si puede dar casualmente con ella. Sube en el ascensor y vuelve a bajar, temiendo que alguien detecte en él un comportamiento anormal, pero se tranquiliza al notar que nadie nota nada extraño.
Luego decide esperar en un bar cercano, desde donde puede observar el acceso al edificio. Llega a la conclusión de que hay tres opciones: o la mujer está haciendo una larga gestión, o ha ido a dar una vuelta antes de volver a entrar, o trabaja allí y hay que esperar hasta la hora de salida. Se queda esperando, entonces, hasta que todos salen del edificio, sin volver a verla.
Capítulo 8
Castel se dirige a su casa profundamente deprimido. Admite que en ese momento le cuesta pensar con claridad, pero que necesitaba ordenar sus ideas y clasificarlas para no perder la cordura. Reflexiona y considera que existe la posibilidad de encontrarla de nuevo en el mismo lugar al día siguiente. Cuando llega a su hogar, siente que su corazón le late con violencia ante la perspectiva de volver a verla, pero también se siente desolado por la posibilidad de que esto no suceda.
Capítulo 9
Al día siguiente ve salir a la mujer del subterráneo en dirección al edificio. La intercede y la agarra de un brazo con brusquedad. Ella no ofrece resistencia y Castel la arrastra hasta la plaza San Martín.
Allí tienen un primer diálogo de silencios y preguntas sin responder. María se muestra distante y seria, mira fijo hacia otro lado. Juan Pablo percibe en ella cierta madurez espiritual que no se corresponde con su físico joven. Él le dice que necesita mucho de ella, a lo que María le responde que ella no es importante, que no tiene nada para ofrecerle. En esta conversación, Castel le grita muchas veces, reaccionando de forma desmedida cada vez que María responde aisladamente y con pocas palabras.
Juan Pablo se da cuenta de que no ha reflexionado hasta entonces por qué son tan importantes para él María y la escena de la ventana. Se debate en su interior y busca respuestas en su diálogo con María, dudando del verdadero significado de todo. Finalmente, le dice a María que el cuadro tiene algo que ver con la historia del pianista en el campo de concentración y con el hecho de que nada en el mundo tiene sentido. Ella entiende que la escena de la ventana representa un mensaje de desesperanza. Castel coincide.
Por un instante, Juan Pablo cree ver que la mirada de María se ablanda, como tendiendo un puente hacia él. Pero ella luego le dice que no ganará nada con verla, porque ella le hace mal a todos los que se le acercan.
Capítulo 10
Castel confiesa que no recuerda qué fue lo último que le dijo a María al final de ese primer diálogo, y reconoce que su memoria tiene a veces lagunas inexplicables. Esa misma noche la llama por teléfono a su casa. Atiende otra mujer, una empleada doméstica. Castel pregunta por la señorita María Iribarne. Percibe que la mujer vacila antes de pasarle el teléfono a María, quien lo atiende con un tono que Juan Pablo considera “oficinesco”.
Él le dice que necesita verla y que no ha dejado de pensar en ella desde su último encuentro. María le responde que ella también ha estado pensando en todo, y Castel se impacienta por saber los detalles de ese “todo”: quiere saber si ella ha pensado en él también. Ella se muestra discreta y le dice que tiene que cortar, y Juan Pablo le asegura que la llamará al día siguiente, a la mañana.
Capítulo 11
Aquella noche Castel sale a la avenida Corrientes, la zona más ajetreada de la ciudad de Buenos Aires. Recuerda que al principio del relato se propuso narrar los hecho con imparcialidad, y por eso confiesa que, aquella vez, el desprecio que suele sentir por la humanidad se suspendió momentáneamente.
Análisis
En esta parte de la novela, se pone de manifiesto la lógica delirante del pensamiento de Castel. Sus razonamientos se detienen hasta en los detalles más irrelevantes, lo que genera el detenimiento o la ralentización temporal que observamos en los primeros capítulos.
Por momentos, Juan Pablo reconoce que tiene una mente retorcida que lo condiciona negativamente. Después considera que este modo de razonar es su refugio, que le permite aclarar sus ideas y emociones. Veremos más adelante cómo este razonamiento se confunde muchas veces con la locura, sin que el personaje sea del todo consciente de esta confusión.
Aunque Juan Pablo intenta construir un conocimiento absoluto y objetivo del mundo, sus reflexiones terminan en un subjetivismo abstracto que no se condice con la realidad. Sus teorías son cada vez más complicadas, al punto que carecen de valor para una posible aplicación práctica. Él cree que pudo encontrar a María gracias a sus razonamientos, cuando en realidad fue más el azar, además de un coraje que no reconoce como propio, lo que produjo el encuentro.
Cuando por fin puede hablar con María, no puede hallar una explicación que justifique la imperiosa necesidad que siente de estar con ella. Se pone a pensar, pero entiende que no hay nada que razonar, que ha seguido un instinto. Esto demuestra hasta qué punto Castel es víctima de su propia mente, que en verdad lo engaña, haciéndole creer que todo es razonado con imparcialidad, cuando el verdadero sentido de las cosas en realidad se le escapa.
Asimismo, este primer encuentro con María nos anticipa qué tipo de vínculo tendrán estos personajes. Castel la toma con violencia y le grita, se muestra impaciente con ella y, como veremos, la pone a prueba constantemente. Estos rasgos evidencian una relación violenta, afectada por la misoginia y el machismo.