Como sucede con muchas tragedias griegas existentes, la crítica no encuentra con certeza una fecha exacta para la escritura de Electra, aunque los eruditos han argumentado que algunas de sus características estilísticas sugieren que fue escrita hacia el final de la vida de Sófocles, y muy probablemente representada por primera vez entre los años 418 y 410 a.C. en Atenas.
En esta obra, el dramaturgo recupera una historia ya conocida por el público de su época, en tanto pertenece a la mitología griega y había sido ya fuente para obras de otros autores, como Esquilo (en Las coéforas, parte de su trilogía La Orestíada). Se trata de la historia de venganza de Orestes, quien asesina a su madre Clitemnestra para recuperar el honor de su padre Agamenón, muerto a manos de esta previamente.
Una de las novedades más relevantes de la versión de Sófocles es que no centra la pieza en el personaje de Orestes, sino que coloca como protagonista a su hermana Electra, quien desde la muerte de su padre debe vivir como una esclava en el palacio gobernado por su madre y su amante Egisto, ambos responsables de la muerte de Agamenón.
Una versión inmediatamente posterior de esta misma historia es la Electra de Eurípides. Sin embargo, a lo largo de los siglos, la historia ha servido de fuente de numerosas obras literarias y teatrales. En el mundo de la ópera, el tema fue tratado en varias ocasiones: la más conocida es la Elektra de Richard Strauss, que está basada en la obra de teatro homónima de Hugo von Hofmannsthal. En cuanto al teatro, en 1931, Eugene O'Neill recreó el mito en A Electra le sienta bien el luto; en 1937, la misma historia se trata en la obra Electre, de Jean Giraudoux; en 1941 la retoma Virgilio Piñera en su obra Electra Garrigó; en 1947 lo trata Jean Paul Sartre en Las moscas; en 1954 Marguerite Yourcenar lo trabaja en su obra Electra, o La caída de las máscaras; en 1962, el tema resurge en el teatro argentino con El reñidero, de Sergio De Cecco, por mencionar algunas de las reversiones más célebres.