Resumen
Episodio I
Crisótemis, hermana de Electra, entra con ofrendas funerarias. Al ver a Electra, le cuestiona que exponga su ira en público. Confiesa que ella también se enojaría así si tuviera fuerzas, pero viviendo como prisionera, dice, elige guardar silencio. Electra acusa a su hermana de olvidar a su padre y le recuerda que no ha hecho nada para ayudar a su venganza. Acusa a su hermana de odiar a Clitemnestra y Egisto “sólo de palabra”.
Crisótemis revela que Electra, si no deja de llorar, será llevada a una cueva subterránea y encarcelada cuando Egisto retorne al palacio. Electra dice, de todos modos, anhela alejarse de todos. Crisótemis quiere que Electra entre en razón, pero su hermana responde que nunca decidirá ser falsa.
Crisótemis está por irse a llevar las ofrendas enviadas por su madre a la tumba de su padre. Electra pregunta por qué su madre enviaría ofrendas a la tumba de alguien a quien asesinó. Crisótemis explica que Clitemnestra tuvo pesadillas: soñó que veía a Agamenón volviendo a la vida y plantando un cetro en el hogar, del cual brotaba un follaje que cubría toda la tierra.
Electra le pide a Crisótemis que arroje esas ofrendas al viento, o las guarde para, más adelante, vertirlas sobre la propia tumba de Clitemnestra. ¿Cómo, argumenta Electra, aceptará Agamenón las ofrendas de la esposa que lo asesinó? Electra le dice a Crisótemis que corte mechones de su cabello y el de Electra, los coloque sobre la tumba de Agamenón y ore por el regreso de Orestes. El Coro está de acuerdo con el consejo de Electra y su hermana accede.
Estásimo I
El Coro se expresa sobre la pesadilla de Clitemestra, en la cual encuentra esperanza. Predice que pronto será vengado el espíritu de Agamenón.
Análisis
La discusión entre Crisótemis y Electra que se da en el primer episodio plantea una disyuntiva entre la acción y las palabras. Electra, caracterizada por la expresión directa, por los alaridos o gritos en los que imprime su sentir, se apoya en las palabras para incitar o rogar por la acción, es decir, para reclamar por la venganza contra su madre y Egisto. Crisótemis siente lo mismo que Electra, pero no tiene la fuerza o la valentía para pronunciarse abiertamente en contra de los crímenes que han cometido su madre y Egisto, para hacer realmente algo en consecuencia. Electra acusa a Crisótemis de cobarde debido a la carencia de impulso a la acción: “tú, que dices odiar, no odias más que con palabras” (p.7). Así, Electra parece plantear la idea de que sin acción no hay verdad; sin acción, las palabras son deshonestas. Si se cree o dice algo, se debe actuar en consecuencia, porque expresarlo con palabras no es suficiente. La obra de Sófocles (un juego, hasta ahora, de palabras y no muchas acciones) vuelve a señalar una clara distinción entre palabras y acciones, y continúa avanzando, por medio de diálogos y discursos, hacia la acción vengativa que sabemos debe proporcionar el clímax de la obra.
Es preciso señalar que la idea de verdad o mentira no se limita al habla, a la palabra: las acciones también pueden mentir. Observemos, si no, las ofrendas de Clitemnestra, llevadas por Crisótemis. Verter libaciones era un ritual de luto en la antigua Grecia, que consistía en verter vino o aceite de un cuenco especial sobre la tumba (o, a veces, sobre la base de un árbol) en recuerdo y honor de los difuntos. Crisótemis, al llevar las ofrendas de su madre a la tumba de su padre, nuevamente se comporta de una manera que contradice por completo su sentir. De hecho, podríamos argumentar, esta libación es en sí misma tan falsa como el disfraz de Orestes: no proviene de alguien que realmente llora a Agamenón, sino de quien lo mató.
La libación es también una imagen fascinante en sí misma. Se trata de un líquido vertido en la tierra, que puede recordar el riego de una planta, sobre todo si lo pensamos en asociación a la pesadilla de Clitemnestra: "Se dice que ha visto a tu padre y el mío, vuelto de nuevo a la luz; después, habiendo aparecido en la morada, apoderarse del cetro que llevaba en otro tiempo y que lleva ahora Egisto y hundirlo en tierra, y que entonces un elevado ramo germinó y salió de él, y que toda la tierra de Micenas fue cubierta por su sombra" (p.9). El sueño pesadillesco de Clitemnestra funciona como indicio de lo que sucederá, al menos en términos poéticos: puede pensarse que Orestes es ese ramo que germina de Agamenón (de hecho, puede pensarse en las ramas del árbol genealógico) y que restaura el reinado del asesinado tiempo atrás. Eso surge por vía del riego, de la libación, aunque la libación en esta obra parece ser una figura polisémica: apunta a la vida y al nuevo crecimiento, mientras que también significa duelo y recuerdo.
Los mechones de cabello que las hermanas colocan sobre la tumba de su padre también son emblemas del duelo, pero aquí están especialmente cargadas de significación: en la versión de Esquilo del mismo relato mitológico, es por mechones de cabello que Orestes y Electra se reconocen como hermanos en un momento crítico. Sófocles utiliza el mismo elemento para subvertir así las expectativas del público de su época, que, en su mayoría, conocía la versión del otro dramaturgo griego.