¡Que el orden perezca! ¡Que el mundo no sea ya una escena donde las luchas se suceden con lánguidos intermedios!
Al comienzo de la obra, Northumberland descubre que su hijo, Hotspur, murió en la batalla de Shrewsbury a manos del príncipe Hal. Entonces, atravesado por el dolor, llama a la destrucción del orden en el mundo. Pide que dejen de existir los tiempos de paz entre cada guerra.
Esta cita describe a la perfección el clima bélico que domina la escena durante el reinado de Enrique IV, en el que las guerras se suceden unas tras otras con breves intervalos en los que se impone un orden pacífico. Ahora bien, ¿por qué este orden pacífico no se sostiene? Precisamente, porque aquellos que han sufrido la pérdida de algún ser querido en la última contienda desean una nueva guerra para vengar dicha muerte. Ese es el caso de Northumberland en Enrique IV: segunda parte.
El hombre no es capaz de concebir nada que sea gracioso, sino lo que yo invento o lo que se inventa sobre mí.
Falstaff es el personaje más cómico de la obra, y hace las veces de bufón. La mayor parte de las bromas, tal como lo dice él mismo en la cita, las hace él o son sobre él. Falstaff es un holgazán que vive solamente para satisfacer sus placeres. Es un borracho, un mujeriego y un codicioso ladrón, pero no es ningún tonto. Posee una sofisticada retórica que le permite expresar reflexiones sorprendentes sobre temas importantes como el honor, la vejez y la muerte.
En esta segunda parte de la obra, Falstaff caerá en desgracia y demostrará así que no solo es un personaje cómico, sino que también puede ser conmovedor.
¿No es una indignidad de mi parte tener ganas de beber cerveza ordinaria?
En esta cita, el príncipe cuestiona las condiciones de su naturaleza noble y de su futuro como rey. Sabe que un heredero de la corona como él no debería sentir el deseo de beber una cerveza ordinaria. Sin embargo, lo siente y lo lamenta. El príncipe sabe que sus días de disfrutar placeres mundanos están acabando. Sabe que tiene que cambiar. El Rey Enrique IV está enfermo de muerte, y pronto Hal se convertirá en el nuevo rey. Entonces se acabará el tiempo de las bromas, la cerveza ordinaria y las compañías como Poins y Falstaff.
Pero te lo digo: mi corazón sangra por dentro, de que mi padre esté enfermo. En una compañía tan vil como la tuya, he debido, naturalmente, evitar toda ostentación de dolor.
En Enrique IV: primera parte, Hal le confiesa a la audiencia que su estilo de vida descarriado, en realidad, forma parte de una estrategia política. Su idea es parecer un irresponsable ante los ojos de todos para así brillar y cautivar más a la hora de convertirse en un rey recto y serio.
Sin embargo, en esta segunda parte, cuando el Rey Enrique IV cae enfermo de muerte, Hal advierte que su estrategia tiene un gran costo. Advierte que cuando muera su padre no podrá siquiera llorar en público porque nadie creería que sus lágrimas son sinceras, que es un hombre con sentimientos y sería entonces considerado un hipócrita.
Veis, pues, en qué estado deplorable está el cuerpo de nuestro reino y qué mal acerbo y peligroso le ataca cerca del corazón.
Estas palabras son pronunciadas por el rey a Warwick y Surrey en la primera escena del tercer acto, tras informarles sobre el levantamiento rebelde. Enrique IV, entonces, ya se encuentra muy enfermo y débil, y en este pasaje une la fragilidad de su cuerpo con la de su reino. Su cuerpo enfermo se vuelve un símbolo de lo que está sucediendo políticamente en Inglaterra.
El cielo sabe que no tenía entonces tal intención; pero la necesidad inclinó tanto el Estado, que la grandeza y yo nos vimos compelidos a besarnos.
En esta cita, el Rey Enrique IV afirma que, en realidad, nunca tuvo la intención de deponer a Ricardo II ni de convertirse en rey. Por el contrario, desliza la idea de que se convirtió en rey porque el destino así lo quiso, porque la corona lo eligió a él para reinar. Esta afirmación del rey, pronunciada casi en el fin de su reinado, tiene muy poca credibilidad. Se presenta como una excusa con la que el rey pretende eximirse de su incapacidad para gobernar el reino de manera eficaz.
¡Oh cielos! ¡Si pudiera leer el libro del destino y ver las revoluciones de los tiempos allanar las montañas, y el continente, cansado de su sólida firmeza, fundirse en el mar! ¡O, en otras épocas, la húmeda cintura del océano ensancharse hasta aislar el cuerpo de Neptuno!
Antes de morir, Enrique IV pronuncia uno de los discursos más sombríos y pesimistas de la obra. En esencia, a través de estas palabras, el rey expresa su deseo de ser testigo de la destrucción de la tierra. Este pasaje, por un lado, enfatiza la profunda desesperación que siente Enrique IV ante el fin de sus días. Por otro lado, estas palabras se asemejan muchísimo a las que pronuncia Northumberland tras la muerte de Hotspur. El hecho de que el rey y su archienemigo expresen lo mismo demuestra que, ante la muerte, no hay reyes ni rebeldes, no hay vencedores ni vencidos, sino solo dolor y desesperación.
Las tierras más ricas son las más invadidas por la mala yerba. Y él, la noble imagen de mi juventud, está obstruido por ella; es por eso que mi angustia se extiende más allá de la hora de la muerte.
La jardinería es un motivo recurrente dentro de la obra. En este caso, el Rey Enrique IV utiliza una metáfora ligada a este motivo para criticar las malas compañías de las que se rodea su hijo, el Príncipe Hal. De acuerdo a la óptica del rey, Hal es en esencia un hombre de carácter elevado (una tierra rica) que ha sido corrompido por personajes como Falstaff y Poins (yerba mala). Lo que el rey no sabe es que, en realidad, Hal pasa tiempo con estas personas como parte de una estrategia política mayor.
Así, pues, Harry, que ese sea tu sistema, ocupar esos espíritus inquietos, en guerras extranjeras, de manera que su actividad, ejercitada lejos de aquí, pueda borrar la memoria de los primeros días.
Antes de morir, el Rey Enrique IV le aconseja a Hal mantener al estado en constante guerra con países extranjeros para así evitar las disputas internas. Este consejo será seguido a rajatabla por su hijo, quien en Enrique V (última parte de esta tetralogía histórica) enviará su ejército a Francia para combatir en la Guerra de los Cien Años.
No te conozco, anciano. Ve a tus oraciones. ¡Qué mal sientan los cabellos blancos a un loco y a un bufón! Largo tiempo he soñado con un hombre de esa especie, tan hinchado por la orgía, tan viejo y tan profano. Pero, despierto, he despreciado mi sueño.
Si bien Falstaff es un personaje esencialmente cómico, su final es sumamente dramático. Tras enterarse de que su amigo, el Príncipe Hal, se ha convertido en el Rey Enrique V, Falstaff se ilusiona creyendo que será nombrado consejero del rey y viaja de inmediato a su coronación.
Sin embargo, lo que sucede cuando se encuentran nada tiene que ver con lo que ha previsto Falstaff. El Príncipe Hal, aquel amigo con el que pasaba el tiempo de farra, ha dejado de existir al convertirse en el Rey Enrique V. Para este, aquel pasado descarriado es solamente un mal sueño que tiene como protagonista a Falstaff, a quien, entonces, luego de las palabras citadas, manda a encarcelar y desterrar.