Tras recibir la noticia de la muerte de su hijo Hotspur en la Batalla de Shrewsbury, el conde de Northumberland decide realizar un levantamiento contra el Rey Enrique IV. Se complota entonces con el Arzobispo de York. El Rey Enrique IV, que se encuentra con severos problemas de salud, debe reunir a su ejército para sofocar a los rebeldes.
Mientras comienza a prepararse la contienda bélica, Falstaff pasa su tiempo en la taberna junto a una prostituta, y estafa a diferentes personas. El Príncipe Hal, por su parte, se distrae gastándole bromas a Falstaff. Esta situación se termina cuando ambos son convocados por el rey para batallar contra los rebeldes.
En una selva, el Príncipe Juan (hermano del Príncipe Hal) se encuentra frente a frente con el Arzobispo de York. Este le realiza una serie de demandas que, de ser satisfechas, terminarían con el levantamiento. El Príncipe Juan acepta las demandas. El arzobispo entonces le informa a su ejército que la contienda ha terminado. Cuando los hombres del ejército rebelde se han marchado rumbo a sus hogares, el Príncipe Juan arresta al Arzobispo de York y lo condena a muerte por traición. Mientras, Northumberland, quien finalmente ha decidido huir a Escocia para evitar el combate, es apresado por el sheriff de York.
El Rey Enrique IV recibe las victoriosas noticias bélicas. Se alegra, pero súbitamente sufre un desmayo y es trasladado a su lecho. Llega a la escena Hal. Enrique IV se encuentra profundamente disgustado con él por su estilo de vida descarriado. Sin embargo, tras una seria y emotiva conversación, Hal lo convence de que será un mandatario recto y se reconcilian.
Enrique IV muere y Hal se convierte en el Rey Enrique V. Falstaff, quien no ha hecho nada en la batalla, pero mediante algunas tretas ha logrado llevarse méritos, recibe esta noticia con una gran alegría. Cree que será nombrado consejero del rey. Sin embargo, en su coronación, Enrique V decide desterrarlo como una muestra de que su carácter ha cambiado y se ha convertido en un rey serio. Al final de la obra, el Príncipe Juan elogia a Enrique V y vaticina que pronto estarán listos para ir a combatir contra Francia.