Aquel hombre era una novedad para él, y estaba decidido a continuar investigando, exactamente igual que habría investigado un nuevo edificio o una inusual celebración religiosa en la ciudad de Lahore. El lama era un descubrimiento suyo y estaba dispuesto a tomar posesión.
Para Kim, la aparición del lama es un acontecimiento muy significativo. Es toda una novedad: una figura rara, inclasificable y de casta indescifrable, lo cual abre para Kim un mundo nuevo por conocer. Esto resulta muy estimulante para nuestro protagonista, quien inmediatamente quiere apropiarse de ese hallazgo. En este sentido, Kim aplica sobre el lama su cosmovisión, condicionada desde su infancia por la realidad colonialista, por la dominación que el Imperio británico imprime sobre la India. Haciéndole justicia a su origen inglés, Kim busca colonizar al otro, al nuevo; busca hacerlo suyo y usarlo a su favor. Efectivamente, pronto consigue Kim conquistar al lama, ganarse su generosidad y acompañarlo en su viaje.
Sin embargo, el valioso aprendizaje que atraviesa Kim en la novela implicará desviarse de ese propósito colonizador y asumir nuevas maneras de vincularse, menos interesadas y más amables. Así, el lama enseñará a Kim un nuevo paradigma.
No hablo del Ganges. El río al que me refiero lava toda mancha de pecado. Quien sube a la orilla opuesta se asegura la libertad (...). Adéntrate ahora por la senda media, que es el camino hacia la libertad. Escucha la más excelente de todas las leyes y no persigas sueños.
En su primer viaje en tren junto a Kim, el lama consulta a los viajeros presentes si conocen el río de la flecha que él está buscando. El único río sagrado que ellos conocen es el Ganges, un río importante de la India que tiene propiedades curativas. Pero el lama no habla de ese río, sino de un río sagrado, que es capaz de curarlo todo y de conducir al hombre a su liberación.
En esta cita, el lama enuncia su filosofía y el objetivo que perseguirá a lo largo de toda la novela: la búsqueda de un río que es capaz de borrar los pecados del hombre. El que arriba a él puede subirse entonces a la orilla opuesta, donde el hombre alcanza su libertad. Se trata de la libertad de la rueda de la vida, esto es, de la sujeción de todos los hombres a las preocupaciones mundanas, a las ilusiones materiales y pasionales. Así, el lama propone un desvío de la rueda de la vida y alienta a los pasajeros a encauzarse en la senda media, es decir, en el camino trascendental hacia la liberación.
A veces me parece que eres un espíritu benéfico, pero otras tengo la impresión de que me acompaña un diablillo.
Mientras viajan en la carretera, Kim pone en práctica su audacia y sus habilidades para conseguir dinero y alimento, al igual que para resolver los problemas que se les van presentando. Es evidente que sin él el lama habría sido estafado y engañado en varias oportunidades. Incluso el santo es consciente de la ayuda que le provee su discípulo, pero también distingue que hay en él un grado de picardía. A pesar de su ensimismamiento, de mantenerse ajeno a las cuestiones mundanas, el lama no deja de reconocer la picardía de Kim, su condición de “diablillo”.
Resulta significativa esta intervención del lama en la medida en que condiciona el accionar de Kim. Aunque, el chico está acostumbrado a manejarse solo por las calles desde que quedó huérfano, para él es también muy importante la mirada del lama, su maestro. Al llamarle la atención sobre su picardía, el lama predispone a Kim a obrar con más prudencia. En efecto, a partir de entonces el chico aprenderá del lama a obrar con más responsabilidad y menos vanidad.
Esas son las personas que deben supervisar la justicia. Conocen el país y sus costumbres. Los otros, recién llegados de Europa, amamantados por mujeres blancas, que aprenden nuestras lenguas en los libros, son peores que la peste. Perjudican hasta a los reyes.
En este parlamento de la dama de Kulu, queda al descubierto uno de los rasgos de la India colonial de fines del siglo XIX: el choque cultural entre los nativos indios y los colonizadores británicos. La mujer, nativa del norte indio, reivindica aquí a los locales y reniega de “los recién llegados”, los europeos, a quienes se refiere despectivamente y los compara con una peste que se expande y enferma a la sociedad. Frente a ellos, la mujer defiende que la justicia y la seguridad, como la policía, estén a cargo de nativos, que conocen a la población local y defienden sus derechos. Se evidencia así la relación conflictiva que hay entre la India y Europa, y la carga política que hay detrás de ese choque.
Sus experiencias le habían permitido adquirir algunos pequeños conocimientos sobre la manera de ser de las personas, y se dijo a sí mismo que a los estúpidos no se les da información que obliga a poner en pie de guerra a ocho mil hombres además de los cañones (...). Por consiguiente —y esto hizo que Kim empezara a dar brincos— había un misterio en alguna parte, y probablemente Mahbub Ali espiaba para el coronel de la misma manera que Kim había espiado para Mahbub.
El escribiente al que Kim pide ayuda para mandar una nota a Mahbub repite sobre el coronel Creighton una opinión que circula en el común de los ciudadanos: le dice que es un hombre estúpido que se dedica a comprar caballos a Mahbub. Sin embargo, Kim se basa en su experiencia vital para desacreditar esa opinión y sospechar que detrás de ella hay un misterio oculto.
Kim confía en que a nadie estúpido se le confiaría información capaz de desencadenar una guerra de ocho mil hombres. El hecho de que Mahbub le haya encomendado a Creighton esa información es prueba suficiente de que el coronel es una persona de influencias políticas importantes que oculta detrás de una apariencia estúpida. Kim admira al coronel justamente por su identidad misteriosa, doble: “Un personaje complicado y sinuoso que ocultaba su juego” (185). Al captar la astucia de Creighton, que el coronel disfraza de estupidez, Kim lo toma como modelo: comprende que debe actuar también como un tonto, es decir, ocultar lo que sabe y pasar desapercibido.
Kim se acordaba de no llamar demasiado la atención. Cuando se contaban historias en las noches calurosas, Kim no desbancaba a todos con sus reminiscencias; porque St. Xavier no mira con buenos ojos a quienes se identifican por completo con los naturales del país. No hay que olvidar nunca que se es sahib y que algún día, cuando se aprueben los exámenes, habrá que darles órdenes.
Kim acaba de aprender del ejemplo de Creighton: es mejor actuar como un tonto, reservarse la información sensible y pasar desapercibido. A pesar de las aventuras que vive durante las vacaciones, de las importantes tareas que Mahbub, Lurgan y Creighton le encomiendan, y de su deseo de ostentar esas experiencias, Kim comprende que es mejor no llamar la atención en el colegio. Además, es lo suficientemente inteligente para entrever la discriminación que hay en St. Xavier: allí no se ve con buenos ojos a quienes se identifican con los naturales de la India, por lo tanto, le conviene ocultar parte de su identidad, la que lo vincula afectivamente a ese país, y actuar como un europeo de piel blanca. Ya se lo advirtió Creighton cuando le recomendó que se portara bien y defendiera su origen europeo, argumentando que muchos en esa escuela desprecian a los hombres de color.
Lo cierto es que la educación que Kim recibe en ese colegio no es inocente. Lo están preparando para convertirse en un sahib, esto es, en un hombre blanco con privilegios y con el derecho de dar órdenes a los nativos. En este sentido, Kim reconoce la trama colonial de esa sociedad que lo forma y el lugar que a él le espera en ella. En tanto hijo de europeos, él forma parte de la clase dominante, colonizadora, que viene a someter y dar órdenes a la población nativa.
Pero el dinero es la parte menos importante del trabajo. De cuando en cuando, Dios hace que nazcan hombres (y tú eres uno de ellos) que sienten pasión por salir, con riesgo de su vida, y conseguir información…, hoy puede ser sobre cosas muy lejanas, mañana sobre alguna montaña escondida, y al día siguiente sobre algunos hombres muy cercanos que hayan hecho alguna tontería contra el Estado. Esas almas son muy pocas; y de esas pocas, no más de diez se cuentan entre las mejores. Entre esas incluyo yo al babu, y eso es curioso. ¡Qué grande y deseable, por consiguiente, tiene que ser una ocupación que llena de audacia el corazón de un bengalí!
En esta cita, el sahib Lurgan da a Kim una de las lecciones más transformadoras de su vida. Le enseña que hay cosas más importantes que el dinero, contradiciendo así una preocupación constante de Kim a lo largo de la novela. A esa preocupación superficial, Lurgan antepone el valor del autoconocimiento, la certeza de conocer el propio destino. Así, el sahib ayuda a Kim a distinguir su especificidad, aquello que lo distingue del resto de las personas y que lo hace especial.
Hasta este punto, la novela había construido una caracterización de Kim que lo ubicaba como un personaje especial, con una audacia distinguida. Ya lo anticipaba la profecía de su padre, que le deparaba un futuro promisorio. Ahora es Lurgan, un sahib prestigioso, el que viene a confirmarle esa condición. Según Lurgan, Kim posee una cualidad casi única, que solo comparte con muy pocos hombres, entre ellos, el babu Hurri: la audacia del corazón y la pasión por salir a buscar información, aun cuando eso signifique poner en riesgo la vida. Así, el sahib pone a Kim, que aún es un chico, a la altura de un profesional como Hurri, y vaticina para él un destino igual de especial.
Hijo, estoy cansado de esa madrasa donde un hombre pierde los mejores años de su vida para que le enseñen lo que solo puede aprender en los caminos. La necedad de los sahibs es inconmensurable. Da igual. Quizá tu informe escrito te libere de una esclavitud más larga; y Dios sabe que cada vez necesitamos más hombres para el Juego.
En este parlamento de Mahbub Ali quedan expuestos los dos tipos de saberes que despliega la novela: están los saberes formales, que se adquieren en la escuela, y los saberes prácticos, aquellos que se aprenden en la calle, en los caminos. Kim, sin dudas, se nutre de ambos, y esa dualidad le dará la inteligencia y la astucia necesaria para su carrera de espía.
Mientras que el lama es el principal promotor de la educación formal de Kim, e insiste para que el chico termine sus estudios en la escuela St. Xavier, Mahbub considera que esa formación es inútil. El tratante de caballos es el principal representante de los saberes prácticos, vitales, y ha sido un ejemplo en ese sentido para Kim: le ha enseñado a hacerse amigos en la ruta, pero también a engañar, escabullirse, buscar información privada y ganar dinero, no siempre de por las vías legales. Además, el afgano cree que Kim está perdiendo su tiempo en el colegio, tiempo que podría ser aprovechado a favor del Gran Juego.
Kim reflexionó algún tiempo, sintiendo cosquilleos de orgullo. Tres años antes se habría aprovechado de la situación sin pensarlo dos veces, para después seguir su camino sin remordimientos; pero ahora, el respeto mismo que el jat le había manifestado demostraba que ya era un hombre.
Esta cita es importante en la medida en que señala una transformación y un aprendizaje en Kim, operada en los últimos tres años de su formación. Esta maduración no solo la reconoce el narrador, sino el propio Kim, que siente orgullo de sí mismo. El acontecimiento que le hace notar ese crecimiento es la actitud que toma cuando el jat le pide una bendición del lama para curar a su hijo y le ofrece dinero a cambio a pesar de la enorme miseria en la que vive. Ante esa oferta, Kim ya no actúa como habría actuado tres años atrás, aceptando ese dinero y aprovechándose de la vulnerabilidad del hombre. Ahora ya no se deja llevar por la codicia del dinero y se propone ayudar realmente al hombre, con responsabilidad y sin esperar nada a cambio. Sin embargo, lo que motiva a Kim a actuar diferente no es un deseo genuino de ayudar, sino algo de vanidad: al ver el respeto que el jat siente por él, se da cuenta de que ahora es un hombre y quiere obrar como tal para hacer justicia a ese respeto.
Nosotros, los del Juego, estamos más allá de toda protección. Si nos matan, muertos estamos. Nuestros nombres desaparecen del libro. Eso es todo.
Al retomar su viaje con el lama, y luego de tres años de formación, Kim se enfrenta a la primera prueba exigente de su futuro en el Gran Juego: debe ayudar a E.23, uno de los espías del servicio de inteligencia británico, a salvar su vida y completar una misión secreta. Por primera vez, el joven se enfrenta con lo más crudo de ese trabajo y lo hace por boca de su colega. La historia de E.23 es alarmante: describe la persecución feroz de la que es víctima y cómo sus enemigos han echado mano de estrategias criminales con tal de apresarlo. Con inocencia, Kim le pregunta si el Gobierno no puede interceder a su favor, y entonces E.23 le responde con el fragmento aquí citado.
Esta información es para Kim una revelación. Comprende que su trabajo no es un juego de niños. Los hombres como él están solos en el Juego, condenados a velar por su propia integridad. Al contrario, el Gobierno prefiere ocultarlos, borrarlos de los libros, para no levantar sospechas. De este modo, los espías deben escaparse y asumir nuevas identidades, pero no tienen ningún tipo de protección ni de ayuda oficial ante el peligro de muerte.
Antes de que Kim pudiera protegerlo, el ruso golpeó al anciano en plena cara. Un instante después rodaba ladera abajo con Kim atenazándole la garganta. El puñetazo había despertado todos los desconocidos diablos irlandeses en la sangre del muchacho, y el repentino derrumbamiento de su enemigo hizo el resto. El lama cayó de rodillas, medio aturdido; los culis, con su impedimenta, huyeron (...) habían presentado un sacrilegio incalificable, y era imperioso alejarse de allí antes de que los dioses y los demonios de las montañas tomaran venganza.
Esta cita corresponde a uno de los momentos climáticos de la novela, el punto en el que los dos mundos de Kim colisionan y entran en conflicto: su viaje con el lama en busca del río de la flecha y su trabajo secreto como espía del servicio de inteligencia británico. Aquí, el lama y Kim se ha encontrado con Hurri y los dos extranjeros. Solo Kim y Hurri saben que ese encuentro tiene un objetivo premeditado: que Kim se robe las pertenencias de los extranjeros donde están las pruebas de su plan de conspiración contra el Imperio británico. Sin embargo, el plan sale mal porque los extranjeros se muestran intolerantes con el lama, al punto tal de que el ruso termina golpeando al anciano.
Por primera vez, Kim vive de primera mano la violencia a la que lo expone el Gran Juego. El golpe que recibe el lama representa para él un límite infranqueable y por eso reacciona respondiendo con más violencia; incluso llega a usar su revólver con tal de defenderse y salvar la vida del lama. El golpe que recibe el lama también es recibido como un sacrilegio por los culis, personas nativas de la India que, al contrario del ruso y el francés, reconocen al lama como a un ser santo.
Desde este momento, Kim se ve en una encrucijada: debe salvar la salud del lama, pero también tiene que lograr que la información que consiguió robar llegue a buenas manos para que el Gran Juego siga su curso. Ante ello, Kim elige dar prioridad a al cuidado del lama.
¡Traigo noticias! La búsqueda ha terminado. Llega ahora la recompensa (...), Sí, mi alma quedó libre y, remontándose como un águila, vio que no existía ni el lama Teshu ni ninguna otra alma (...). Luego una voz gritó: ‘¿Qué sucederá con el muchacho si tú mueres?’, y me sentí lleno de compasión por ti y me dije: ‘Volveré con mi chela, no sea que pierda la senda’ (...). Hijo de mi alma, ¡me he apartado del umbral de la libertad para limpiarte de todo pecado..., para que estés tan libre y limpio de toda culpa como yo!
En esta cita, el lama le cuenta a Kim que su búsqueda ha finalizado porque logró dar con el río de la flecha, purificarse de pecados y alcanzar la libertad. Esto ocurrió mientras Kim se encontraba enfermo y al cuidado por la dama de Kulu. El lama describe las prácticas que debió desarrollar para llegar a ese estado y que le permitió comprender cómo dar con el río. A partir de una combinación de ayuno y meditación, alcanzó el estado trascendental, se desprendió de su cuerpo y su alma llegó a liberarse.
Sin embargo, en ese estado se dio cuenta de que no podía morir porque aún le faltaba liberar a su chela, ayudarlo a seguir por la senda rumbo a la liberación. De este modo, es evidente que el lama también ha sufrido una transformación a lo largo de la novela, una que excede su búsqueda espiritual: ha desarrollado por Kim un cariño especial, lo siente como un hijo, y su preocupación ya no es individual, sino que la hace extensiva a Kim. Así. la novela se cierra con la certeza del lama de que está a punto de conducir a Kim hacia esa liberación espiritual.