"¡Qué fresco, qué calmo, más silencioso que éste, desde luego, era el aire a primera hora de la mañana..! Como el golpe de una ola; como el beso de una ola; fresco y penetrante" (p.17) (Símil)
Cuando la protagonista abre la ventana y siente el aire, en su interior el gesto se asocia con uno similar en el pasado, cuando era joven, en Bourton. En el símil aparece la imaginería del mar, el aire sobre el rostro adquiere la fuerza del golpe de las olas. De algún modo, la comparación y la imagen del mar instalan una simbología que alude a la vida, a la fuerza vital de los instantes y a la conexión y movimiento oscilante que, a la manera de las olas del mar, aparece impreso en el estilo narrativo de la novela, cuyas oraciones traslucen el funcionamiento de la conciencia.
"Intentó ocultar el vestido, como una virgen protegiendo la castidad, resguardando su intimidad” (p.65) (Símil)
La protagonista goza de su intimidad y su privacidad en la habitación virginal en la que duerme sola. Está recordando el pasado, su juventud antes de casarse, mientras elige un vestido que ponerse, cuando de pronto irrumpe Peter. El símil trabaja justamente esta asociación entre el mundo íntimo femenino y el tiempo anterior a la irrupción del hombre en la vida de la mujer. Clarissa busca resguardar su intimidad ante la entrada violenta del hombre; la castidad se asocia a un sentimiento de pureza. La pérdida de la virginidad, de lo casto y lo sagrado viene, en la vida de la mujer de esa época, de la mano forzosa del hombre. La plenitud, la epifanía, el éxtasis, en la imaginación de Clarissa, se sitúan en el pasado, cuando era joven, antes de casarse y, por lo tanto, antes de perder su virginidad. Clarissa oculta su vestido "como una virgen protegiendo su castidad", es decir, como una muchacha reaccionando ante una acción que, al menos instintivamente, percibe violatoria.
"(...) fue como si los cinco actos de una obra teatral muy excitante y conmovedora hubieran terminado, y Clarissa hubiera vivido toda una vida en su transcurso, y hubiera huido, y hubiera vivido con Peter, y ahora todo hubiera terminado” (p. 75) (Símil)
Cuando habla con Peter en su cuarto, Clarissa tiene un rapto de deseo en el que anhela que Peter la lleve consigo y cambie su vida. Sin embargo, el rapto pierde pronto la voluntad de concreción, y la sensación de Clarissa es expresada mediante el símil citado, que equipara el anhelo de Clarissa con una obra teatral y evidencia el modo en que la protagonista se encuentra atada a los regímenes sociales: irse con Peter y, por lo tanto, abandonar su rol de madre y esposa, configuran para ella una fantasía que no tiene más realidad que una ficción, que una obra que se ve con entusiasmo pero que se reconoce como ficcional: una vez terminada, el espectador debe salir del teatro y volver a su casa y a su vida tal como las dejó.
"Fue a Francia para salvar a una Inglaterra que estaba casi íntegramente formada por las obras de Shakespeare y por la señorita Isabel Pole, en vestido verde, paseando por una plaza” (p.125) (Metáfora)
En la novela aparece el tema de la irresponsabilidad estatal en relación a los jóvenes que arriesgan su vida y su salud física y mental para luchar por su país en la guerra. Esos jóvenes, como Septimus, llegan al campo de batalla sin noción de lo que enfrentarán, en general empujados por una lealtad a las cosas que aman de su país. El narrador describe con una metáfora lo que significa Inglaterra para Septimus: no mucho más que Shakespeare y una muchacha inglesa a la que ama. El amor, la lealtad de Septimus a Shakespeare y a Isabel Pole es usada para dirigirla a la causa inglesa: él se une a la Armada para proteger esas cosas.
"Rezia era un árbol florido” (p.205) (Metáfora)
Rezia es una joven italiana con la que Septimus se casó menos por amor que por un intento de aferrarse a la vida. La guerra le quitó la capacidad de sentir y quiso probarse lo contrario intentando amar a una mujer. No lo logra, pero de todos modos se apoya en ella, la busca, como un enfermo busca abrazar la vida y la salud. Ante él, ella se erige como una figura saludable y de maternal protección. Como un árbol en flor, en la plenitud de su primavera (símbolo de la juventud y la salud), Rezia representa para Septimus la vitalidad y la vida, aunque no sea del todo capaz de entender a su marido.