Siempre le sorprende descubrirse inclinado sobre lo nimio, dándole importancia a los detalles. Se acuerda de viejas corbatas que ha tirado a la basura hace diez años, del color de una estampilla del Congo Belga, orgullo de una infancia filatélica. Como si en el fondo de la memoria supiera exactamente cuántos cigarrillos ha fumado en su vida, qué gusto tenía cada uno, en qué momento lo encendió, dónde tiró la colilla.
El narrador omnisciente explicita los pensamientos que tiene Pierre mientras espera la llegada de Michèle. En este pasaje se presentan los rasgos obsesivos del personaje, que no puede evitar detenerse en pequeños detalles e inferir todo tipo de información a partir de ellos.
Michèle explica lo presumible, lo que Pierre hubiera debido pensar. Los frecuentes desvanecimientos de su madre, papá que se asusta y telefonea a la oficina, saltar a un taxi para que luego no sea nada, un mareo insignificante. Todo eso no ocurre por primera vez, pero hace falta ser Pierre para...
En este pasaje, el narrador sintetiza la explicación que Michèle da sobre su ausencia debido a ciertos problemas familiares. Además, el narrador deja en claro que Pierre ya está al corriente de las problemáticas que Michèle tiene en su casa, ya que no es la primera vez que algo así le sucede. De esta forma, se trazan los rasgos obsesivos de Pierre, a quien le resulta más coherente pensar que Michèle no quiere ir a su casa antes que considerar que podría haber tenido algún problema.
¿Cuándo, cuándo, cuándo van a encontrarse a solas? Le cuesta comprender, las explicaciones de Michèle parecen referirse a otra cosa.
Mientras Michèle y Pierre charlan en la cafetería, Pierre se pregunta insistentemente en qué momento van a concretar el acto sexual. En este pasaje, el lector comprende que para Pierre esta dilación es un problema y que necesita resolverlo de alguna forma.
—Quédate un poco más —dice Pierre—. Ahí vienen Roland y Babette. Es increíble cómo nunca podemos estar solos en este café.
—¿Solos? —dice Michèle—. Pero si venimos para encontrarnos con ellos.
En este diálogo Pierre se demuestra insistente con la idea de estar a solas con Michèle, por lo que la presencia de Babette y Roland le resulta un fastidio, incluso cuando esa reunión había sido planificada entre todos.
... mañana te presentaré a Babette, es una vieja amiga, te va a gustar. Y después sucederá que el amigo de Babette es un antiguo camarada de Xavier que es el mejor amigo de Pierre, y el círculo se irá cerrando, a veces en casa de Babette y Roland, a veces en el consultorio de Xavier o en los cafés del barrio latino por la noche.
En esta cita el lector comprende cómo está constituido el grupo de amigos de Pierre y Michèle y cómo se vinculan entre sí sus distintos miembros. El mejor amigo de Pierre, Xavier, es a su vez colega de Roland, íntimo amigo de Michèle y de Babette. Ante estas coincidencias, Pierre no puede dejar de pensar en qué pequeño es el mundo y cómo se cruzan los vínculos.
Se oye hablar, ve a Xavier que lo está viendo, ve la imagen de Xavier en un espejo, la nuca de Xavier, se ve a sí mismo hablando para Xavier (pero por qué se me tiene que ocurrir que hay una bola de vidrio en el nacimiento del pasamanos), y de cuando en cuando asiste al movimiento de cabeza de Xavier.
En esta cita queda claro el estado de extrañamiento que atraviesa Pierre, constante durante todo el relato. En este caso en particular, Pierre habla con su amigo Xavier, pero se siente por fuera de la charla y se ve a sí mismo como a un tercero. Este pasaje ambiguo puede representar la distracción causada por sus obsesiones, o la convivencia de dos personajes en un solo cuerpo: Pierre y el alemán.
El salón es profundo y oscuro, la mano de Pierre acaricia el nacimiento del pasamanos. Michèle se lo había dicho, pero es como un sordo desencanto, entonces no hay una bola de vidrio.
Cuando Pierre conoce la casa de los padres de Michèle, se siente profundamente perturbado por la diferencia entre sus fantasías y la realidad. Estas prefiguraciones de Pierre responden, en verdad, a la memoria del alemán que de alguna forma se hace presente en él. El objeto principal de estos recuerdos es la bola de vidrio en el nacimiento de la escalera de Enghien que, por supuesto, no existe en la casa de los padres de Michèle.
La delicia de estar ahí (...) de pasarse la mano por el pelo, una, dos veces, sintiendo la mano que anda por el pelo casi como si no fuera suya, la leve cosquilla al llegar a la nuca, el reposo. Cuando abre los ojos ve la cara de Michèle, su boca entreabierta, la expresión como si de golpe se hubiera quedado sin una gota de sangre. La mira sin entender, un vaso de coñac rueda por la alfombra.
Durante el relato, la tensión entre la personalidad de Pierre y la presencia del alemán se manifiesta en momentos precisos de desconexión en los que Pierre siente y recuerda elementos que no puede conectar con su propia vida. En este pasaje, el alemán logra imponer su presencia también en un plano físico: Pierre cambia su peinado y esto espanta a Michèle, quien de pronto observa en su novio un parecido imposible con su antiguo agresor.
Michèle lo peina con los dedos, lo lastima casi a fuerza de echarle el pelo hacia atrás, y entonces se inclina y lo besa y le sonríe.
Para poder acercarse a Pierre en la intimidad, Michèle necesita eliminar el parecido que a veces parece establecerse entre él y el alemán. En este pasaje, Michèle peina a Pierre hacia atrás en un intento de borrar el peinado del alemán que de pronto ostenta Pierre. El gesto de Michèle delata la desesperación de la joven, quien se siente atormentada por los recuerdos de su violación y trata de borrar con violencia cualquier rasgo que le pueda hacer acordar aquel hecho traumático.
—Déjame —dice Michèle en voz baja, luchando por soltarse. Acaba de rechazarlo, lo mira un instante como si no fuera él y corre fuera del salón, cierra la puerta de la cocina, se oye girar una llave, Bobby ladra en el jardín.
El perro de Michèle, Bobby, percibe constantemente los cambios de personalidad entre Pierre y el alemán. Esta cita corresponde a uno de los momentos en que la mascota intenta advertir a Michèle del peligro que corre en su propia casa.