"El protestantismo es un dialecto del catolicismo". (Acto 1, pág. 29) (Metáfora)
El actor que simula ser un pastor protestante, al hablar de su misión, concluye que no se dieron dificultades en su simulación porque, aunque él es católico, “el protestantismo es un dialecto del catolicismo”. Esta frase es una humorada y le sirve a Casona para caracterizar al personaje como un académico de las letras y establecer el tono cómico del primer acto.
“El dolor fuerte pasó ya. Lo malo es la huella que deja; esa pena que viene después en silencio y que te va envolviendo lenta, lenta… Pero a esa ya estoy acostumbrada; somos viejas amigas”. (Acto 3, Cuadro 2, pág. 140) (Metáforas)
Luego de enfrentarse a su nieto, la abuela utiliza dos metáforas para expresar la pena que siente. Primero, la caracteriza como una “huella” que deja el dolor. De esta manera, la pena se expresa como una marca visible que deja una impresión difícil de borrar. Además, la idea de huella implica la de ser pisoteada con fuerza, en un acto de violencia y desprecio. Esto se conecta con la sensación de haber sido degradada por su querido nieto. Esta pena, sin embargo, se presenta como una vieja amiga de la señora Balboa. El sufrimiento es algo conocido por ella, algo a lo que está resignada y con lo que puede seguir viviendo. Por eso, a pesar de su gran dolor interno, la abuela puede seguir simulando que no se enteró de la verdad.
“Muerta por dentro, pero de pie. Como un árbol”. (Acto 3, Cuadro 2, pág. 140) (Símil)
Hacia el final de la obra, la abuela se compara a sí misma con un árbol muerto. De esta manera, le anuncia a su esposo que, a pesar de su dolor interno, simulará que no descubrió nada para hacer que la falsa pareja de nietos sea feliz. Este símil es el corazón de la obra, ya que se conecta con el título de la misma, con el motivo del jacarandá y con todos los temas centrales: muestra a una abuela enérgica que se entrega a la fantasía para mejorar la realidad, nos habla de cómo transforma su identidad, justifica el uso de la mentira en pos del amor y sella la conformación de una familia ligada por el afecto (y no por la sangre).
“No quiero volver a soñar nunca por no tener que despertar otra vez”. (Acto 3, Cuadro 2, pág. 132) (Metáfora)
En reiteradas ocasiones, Isabel refiere a la simulación que están llevando a cabo como un sueño. De esta manera, marca que se trata de una fantasía que parece real pero no lo es del todo. También tiene una connotación positiva, ya que todo en esa simulación es lo que ella desea: un hogar, una familia y un amor. Sin embargo, como todo sueño, llega el final. En el segundo cuadro del acto tercero, le confiesa a Mauricio que prefiere volver a su vida miserable de antes que vivir más ilusiones: “(…) no quiero volver a soñar nunca por no tener que despertar otra vez” (pág. 132). De esta forma, marca la fragilidad de la felicidad frente al triste mundo real. No sabe aún que ese sueño se volverá realidad: Mauricio se enamoró de ella y la abuela seguirá tratando a la pareja como su verdadera familia.
“Tenías razón: es como una comunión de campo”. (Isabel, Acto 2, pág. 92) (Símil)
Al probar las tortas de la abuela, Isabel dice que son como “una comunión de campo”, atribuyendo la comparación a Mauricio. De esta manera, logra establecer frente a la abuela que esas tortas fueron tema de conversación previo entre ella y su esposo, dando verosimilitud a su simulación. Por otro lado, sirven para adular a la abuela como experta cocinera. Sabiendo de la existencia de estas tortas, la pareja de actores ya tenía preparada esta frase. La comunión hace referencia a algo sagrado, ya que en la religión cristiana refiere tanto a un rito como a un pan bendito que se reparte entre fieles. Por esto mismo, también da cuenta de la conexión íntima entre todos los presentes a partir de una comida compartida.