Harper Lee escribió Matar un ruiseñor durante un período muy tenso en cuanto a conflictos raciales en su estado natal de Alabama. El sur continuaba segregado, y los afroamericanos debían usar instalaciones diferentes a las que usaban los blancos, en casi todos los aspectos de la sociedad. El Movimiento por los Derechos Humanos (llamado en inglés el “Civil Rights Movement”) comenzó a tomar impulso cuando Rosa Parks se negó a ceder su asiento en un autobús, en Montgomery, Alabama, en 1955. Luego de este valiente acto de rebeldía, Martin Luther King Jr. se convirtió en el líder del movimiento, y la problemática (y la escala del sistema de apartheid) comenzó a acaparar la atención del resto del país. Es claro que uno de los temas principales de Matar un ruiseñor —más precisamente, la injusticia del racismo y la desigualdad en el sur de Estados Unidos— fue sumamente importante al momento de su publicación, y sigue siéndolo en el siglo 21 ya que están surgiendo nuevos movimientos para los derechos humanos y un fin al racismo sistémico en los Estados unidos.
Curiosamente, Harper Lee decidió situar la novela en la época de la Gran Depresión de los años 30. El personaje principal, Scout, está basado en la niñez de la mismísima Lee, y Dill probablemente se basa en su amigo de escuela y vecino, Truman Capote. Al situar su novela en la década de 1930, Lee les da a sus lectores un marco histórico para los sucesos de ese momento y, al hacerlo, expone la profundamente arraigada historia de la lucha por los derechos humanos en el sur. Según muchos críticos del siglo 21, fue probable que Lee haya eligido este período para poner de relieve la interacción de raza y clase en un período de escasez generalizada y de fuertes tensiones económicas.
Además de un análisis mordaz de las relaciones raciales, Matar un ruiseñor es también una historia sobre el crecimiento de Scout. Las historias de iniciación son conocidas por formar parte del género originalmente alemán pero ya en el siglo 19 sumamente internacional llamado el “Bildungsroman” (“historia de desarrollo” en alemán, traducida tradicionalmente como “novela de aprendizaje”), cuyos personajes principales, en general, dan grandes pasos en su crecimiento personal como consecuencia de lecciones de vida o traumas específicos. En la novela de Lee, Scout Finch lucha por entender y aceptar la realidad de su sociedad, incluidas las desigualdades sociales y raciales, y las expectativas de que se comporte como una “auténtica dama sureña”. Scout se describe como resistente a la feminidad, asumiendo concientemente un papel de “marimacho” (el inglés, “tomboy”, suele ser menos peyorativo que puede ser el término en español) que se niega a cambiar su comportamiento para ser más aceptada socialmente. En la década de 1930, la desigualdad de género era moneda corriente, y las mujeres no tenían los mismos derechos que los hombres. Las mujeres en el sur debían ser delicadas y refinadas, conceptos que Scout aborrece; tampoco se les permitía participar en juicios o jurados en Maycomb, según la novela. Scout ama la aventura y puede golpear igual de bien que cualquier niño de su clase. Le cuesta adaptarse al perfil de la dama sureña. La señorita Maudie es un modelo a seguir para ella ya que la señorita Maudie también va en contra de algunas de las expectativas de la sociedad y mantiene su individualidad como dama sureña. Sin embargo, Scout terminará sucumbiendo, a su manera, ante la presión social.
Los personajes de la novela se ven obligados a evaluar el mundo (o al menos el pueblo) en el que viven. Al observar la sociedad e interactuar con personas como Tom Robinson y Boo Radley, comienzan a entender más sobre la verdadera valentía, la cobardía y la humanidad.