(Parte uno)
Capítulo 1
El capítulo comienza con la introducción del narrador, Scout (Jean Louise) Finch; de su hermano mayor, Jem (Jeremy); y de su amigo y vecino, Dill (Charles Baker Harris). A continuación, Lee da un resumen de la historia de la familia Finch. Su ancestro, un metodista de nombre Simon Finch, huyó de la persecución británica para finalmente instalarse en Alabama, donde cazaba animales para sus pieles y practicar medicina. Habiendo comprado varios esclavos, estableció una gran hacienda que se autoabastecía, Finch’s Landing, cerca de la ciudad de Saint Stephens. La familia perdió su fortuna en la Guerra Civil.
El padre de Scout, Atticus Finch, estudió el derecho en Montgomery mientras mantenía a su hermano, John “Jack” Finch, que estudiaba medicina en Boston. Su hermana, Alexandra, se quedó en Finch’s Landing. Atticus comenzó a practicar la ley en Maycomb, capital del condado de Maycomb, donde su “oficina contenía poco más que una percha para sombreros, un tablero, una escupidera y un impoluto Código de Alabama”. Su primer caso implicó defender a dos hombres que se negaban a declararse culpable de un asesinato en segundo grado. En su lugar, se declararon no culpables de asesinato en primer grado y fueron ahorcados, lo que marcó “el probable comienzo de la profunda antipatía que profesaba mi padre a algunas disposiciones del derecho penal”.
Scout pasa a describir la época de la “Gran Depresión” (de los años 20) en Maycomb, “una población antigua, pero cuando yo la conocí también era una población fatigada”: el verano calentaba y disminuía el ritmo de vida. Ella observa que “nadie tenía prisa porque no había a dónde ir, nada que comprar ni dinero con que comprarlo, [JC1] ni nada para ver fuera de los límites del condado de Maycomb [sic]” (11). Scout describe a su padre como alguien completamente “satisfactorio”, y a la cocinera afroamericana de su familia, Calpurnia, como estricta y “tirana”. La madre de Scout y de Jem murió de un ataque cardíaco cuando Scout tenía dos años, y por lo tanto no la recuerda. Sin embargo, Jem recuerda a su madre, y Scout nota que por momentos él se pone nostálgico cuando piensa en ella. La novela comienza en el verano. Scout tiene casi seis, y Jem casi diez. [JC1]please check the translation, this doesn’t even seem grammatical to me. at the very least there seem to be accents missing. Also provide the page number please.
Una vez que se completa el panorama histórico, comienza la verdadera narrativa con el primer encuentro entre Scout, Jem y Dill, un niño enérgico y con mucha imaginación que tiene casi siete, pero es muy pequeño para su edad. Dill defiende su estatura al decir que “soy pequeño pero mayor”. Proveniente de Meridian, Mississippi, Dill pasará el verano en la casa de la señorita Rachel Haverford, su tía. Él impresiona a los niños Finch con su dramático relato de la película Drácula, lo que le gana su respeto y amistad. Los tres pasan el verano ocioso mejorando el árbol de los Finch e interpretando obritas teátricas adaptadas de las tramas de sus libros favoritos. Scout observa que Dill podía considerarse un “Merlín de bolsillo, cuya cabeza está llena de proyectos excéntricos, extrañas ambiciones y fantasías raras”.
Al pasar el verano, y habiendo cumplido todos sus objetivos anteriores, los niños comienzan a interesarse en la misteriosa casa de los Radley, ubicada a una cuadra de la casa de los Finch. Se decía que la casa de los Ridley estaba habitada por un “fantasma maligno” de nombre Boo Radley (“Boo” no es un nombre común en inglés: evoca el “bu” de las fantasmas, y a veces es usado como apodo familiar en dialectos norteamericanos sureños). Aunque los niños jamás lo han visto, la palabra corría que este Boo medía más de dos metros, tenía dientes amarillentos y podridos, ojos saltones, hasta que babeaba y que comía animales crudos. Cada vez que algo extraño sucedía en el vecindario, se le echaba la culpa a Boo. La historia de Boo es una extensión de la extraña familia Radley, que “se había encerrado en su casa”, costumbre imperdonable para el pueblo. Antes de morir, al señor Radley, el padre de Boo, solo se veía yendo a la ciudad todas las mañanas a las once y media y volviendo a las doce, con lo que se creían ser provisiones, y además, la familia se quedaba encerrada los domingos. El hijo menor, Arthur, a quienes los niños llamaban Boo, supuestamente sufría la influencia de sus “malas juntas”: un grupo de niños que terminó arrestado y llevado a juicio después de conducir por el pueblo en un auto viejo y encerrar al sacristán de Maycomb en una letrina. Aunque los otros niños fueron enviados a escuelas industriales como castigo, e, irónicamente, recibieron una educación excelente, la familia de Arthur Radley prefirió encerrarlo en el hogar. Después de vivir allí quince años, se dice que Boo, de treinta y tres años, apuñaló a su padre en la pierna con una tijera y luego continuó como si nada con su tarea de recortar artículos de los periódicos. Rechazando que a su hijo se lo declarase loco o se le imputasen cargos criminales, el señor Radley permitió que Boo quedara encerrado en el sótano del tribunal: “el sheriff (alguacil) no tuvo el valor de meterlo en un calabozo junto con negros”. Boo finalmente fue devuelto a su casa. Después de la muerte del señor Radley, su hermano mayor, Nathan, llegó para continuar con el trabajo de su padre y mantener a Boo fuera de la vista de la gente.
Dill desarrolla una insaciable curiosidad por Boo y queda ansioso de ver a este extraño “fantasma”, de quien se decía que andaba por las noches espiando a través de las ventanas. Dill desafía a Jem a traspasar la puerta de entrada de los Radley. Aunque pasa tres días evadiendo la situación, el miedo que Jem le tiene a Boo sucumbe a su sentido del honor cuando Dill cambia el desafío a solo tocar la casa con un dedo. Jem finalmente acepta. Corre, toca la casa, y todos vuelven a salvo al pórtico de su casa, donde contemplan la casa: “nos pareció ver que una persiana interior se movía. Un movimiento leve, casi imperceptible, y la casa continuó silenciosa”.
Capítulo 2
El verano termina, y ya estamos en septiembre. Dill regresa a su familia en Meridian, y Scout espera ansiosa su primer día de escuela. Le emociona la idea de finalmente empezar, pero el primer día del primer grado la decepciona profundamente. Su maestra, la señorita Caroline Fisher, tiene 21 años y es nueva en las escuelas del condado de Maycomb. Ella proviene del norte de Alabama, que es más rico y culto, y no comprende las costumbres de Maycomb.
Para empezar el día escolar, la señorita Caroline les lee una empalagosa historia infantil sobre gatos, que deja a los niños impacientes. Scout explica: “La señorita Caroline parecía no darse cuenta de que los andrajosos alumnos de “primer grado” (el primer año de la escuela primaria), con camisas de franela y faldas de tela de saco, eran inmunes a la literatura". La mitad de estos niños eran recursantes, y por lo tanto, cuando la señorita Caroline escribe el alfabeto en la pizarra y Scout lo lee sin problemas, y sigue leyendo de su abecedario y el periódico local, la señorita Caroline le prohíbe a Scout seguir aprendiendo a leer con Atticus. En lugar de felicitarla por su conocimiento, la señorita Caroline cree que a Scout no se le está enseñando correctamente y le pide que ya no lea más en su casa. Scout le explica que no recuerda cómo aprendió a leer, y que le parece que siempre supo cómo hacerlo. Cuando la señorita Caroline le prohíbe continuar leyendo, Scout se da cuenta de lo importante que es la lectura para ella: “Hasta que temí perderlo, jamás me embelesó leer. A uno no le embelesa respirar”.
En el recreo, Jem escucha las quejas de Scout y trata de calmarla, explicándole que la señorita Caroline está introduciendo una nueva técnica de estudio denominada el sistema decimal de Dewey. De vuelta en la clase, Scout se aburre y comienza a escribirle cartas a Dill, pero nuevamente su maestra le hace una crítica por saber escribir en cursiva cuando solo debería saber letras de molde (letras de imprenta) en el primer grado. Scout le echa la culpa a Calpurnia por enseñarle a escribir en letra cursiva los días de lluvia.
Durante el almuerzo, la señorita Caroline quiere saber quiénes no van a casa para almorzar, y les dice que ellos tienen que mostrarle sus almuerzos empacados. Un niño, Walter Cunningham, no tiene almuerzo y no quiere aceptar el dinero que la señorita Caroline le da para comprarse algo. La señorita Caroline no entiende el rechazo, y un compañero de clase le pide a Scout que lo ayude a explicárselo. Scout le dice a la señorita Caroline que Walter es un Cunningham, asumiendo que esa explicación sea suficiente. Después de darse cuenta de que la señorita Caroline no entiende lo que significa esto, Scout le explica que los Cunningham no aceptan ayuda de nadie y se arreglan las cosas con lo poco que tienen. Scout recuerda interiormente cómo el señor Cunningham, cuando se complicó el mayorazgo de su estancia, le pagó a Atticus por sus servicios legales con un saco de nueces, leña para la estufa y otros productos de la finca familiar involucrada. Los Cunningham son granjeros con algo de tierra pero nada de dinero en efectivo debido a la Gran Depresión. Muchos profesionales del pueblo les cobran a sus clientes del campo con productos agrícolas en lugar de dinero debido a este trasfondo económico. Cuando Scout explica que Walter no podrá devolver el dinero del almuerzo que la señorita Caroline le ofreció, la maestra golpea la mano de Scout con una regla y la obliga a pararse en un rincón del aula. Scout y el resto de los niños quedan perplejos ante esta forma poco amenazadora de la “azotaina” reglamentaria, ya que están acostumbrados a castigos corporales más severos, y toda la clase se echa a reír hasta que una maestra local de sexto grado llega y anuncia que “prendería fuego a todos” si no hacen silencio (en la novela original, solo amenaza a los estudiantes con una paliza clásica).
Termina la primera parte del día y cuando sale de la clase, Scout ve a la señorita Caroline esconder la cabeza entre los brazos. Sin embargo, Scout no siente pena por ella después de lo mal que la trató aquella mañana.
Capítulo 3
Jem invita a Walter Cunningham a almorzar cuando se entera de que éste no tiene nada para comer. Walter duda, pero terminaba aceptando la invitación. En la casa de los Finch, Atticus y Walter discuten asuntos técnicos del campo, y Scout está abrumada por su discurso tan maduro. Walter pide un poco de melaza y la vierte en la carne y las verduras. Scout le pregunta sin pelos en la lengua qué está haciendo, y Calpurnia le da una lección sobre cómo tratar a los invitados, incluso si son de familias como los Cunningham.
De vuelta en la escuela, surge un alboroto cuando la señorita Caroline grita al ver un piojo saltar de la cabeza de uno de los niños de la clase. El niño, Burris Ewell, viene de una familia tan pobre que Atticus dice que “viven como animales”. Todos los niños Ewell van a la escuela el primer día de clase pero jamás vuelven el resto del año escolar. Los otros niños advierten a la maestra de esto, explicándole que “es uno de los Ewell”. La señorita Caroline quiere que Burris vaya a casa y que se bañe, pero antes de abandonar la clase por el resto del año, él la insulta a los gritos y la hace llorar. Los niños la tranquilizan y le piden que les lea una historia.
Cuando llega a casa de la escuela, Scout se siente desmotivada. Después de cenar, le dice a Atticus que no quiere regresar. Atticus le explica que debe entender la situación desde el punto de vista de la señorita Caroline: no se le puede esperar que maneje bien a sus alumnos si no sabe nada de ellos. Scout quiere ser como Burris Ewell y no tener que ir a la escuela. Como Atticus le explica, las autoridades del pueblo hacen excepciones a la ley con los Ewell porque jamás cambiarían sus hábitos. Por ejemplo: el señor Ewell puede cazar fuera de la temporada designada para cada animal porque todos saben que gasta sus cheques de subsidio en whiskey, y como tal, si él no caza, no comen sus hijos. Atticus le enseña a Scout sobre el compromiso: si va a la escuela, Atticus le dejará leer con él al llegar a casa. Scout acepta, y Atticus les lee el periódico a ella y a Jem.
Capítulo 4
La escuela sigue avanzando; el año también. Scout duda de que el nuevo sistema educativo realmente la beneficie; la escuela le aburre y desearía que la maestra le permitiera leer y escribir, en lugar de pedirles hacer actividades tontas relacionadas con “la dinámica de grupo” y “la buena ciudadanía”. Una tarde, cuando pasa por la casa de los Radley, nota algo en un agujero en el tronco de un roble en el jardín delantero. Decide investigar un poco más y descubre ahí adentro dos gomas de mascar. Scout tiene cuidado, pero decide comerlas. Cuando se entera de que su hermana encontró ahí goma de mascar, Jem la obliga a escupirla. Un tiempo después, cuando se acerca el fin del año escolar, Jem y Scout descubren en el mismo agujero dos “centavos indios” (monedas de un centavo del periodo en el cual se imprimían con una cabeza de un indígena en el verso), considerados monedas de la suerte. Los niños no saben si el agujero es el escondite de alguien o si las monedas son un regalo, pero deciden guardarlas en el baúl de Jem.
Dill regresa a Maycomb por el verano, lleno de historias sobre viajes en tren y sobre su padre, a quien afirma por fin haber podido ver. Los tres intentan comenzar juegos nuevos, pero se aburren rápidamente. Jem pone a Scout en una llanta vieja (un neumático automóvil de la época) para que pueda rodar en ella, pero la empuja tan fuerte que termina en el patio de los Radley. Aterrada, Scout corre de vuelta a su casa, pero deja la llanta. Jem tiene que ir a buscarla. Dill piensa que Boo Radley haya muerto, y Jem dice que hayan colocado su cuerpo en la chimenea (para esconderlo). Scout piensa que tal vez esté vivo. Inventan un nuevo juego sobre Boo Radley. Jem hace de Boo, Dill interpreta al señor Radley y Scout tiene el papel de la señora Radley. Durante el verano, el juego se va transformando en una pequeña obra dramática incorporando a todos los rumores que escucharon sobre Boo y su familia, incluyendo una escena donde usan la tijera de Calpurnia como utilería. Un día, Atticus los descubre mientras juegan así y les pregunta si la obra tiene algo que ver con la familia Radley. Ellos lo niegan, y Atticus responde: “Espero que no”. La firmeza de Atticus los obliga a dejar de jugar, y Scout se siente aliviada ya que estaba preocupada por otros motivos: le pareció escuchar a alguien riéndose en la casa de los Radley cuando sucedió lo del neumático.
Capítulo 5
Jem and Dill se hacen muy amigos, y Scout, al ser niña, se encuentra excluida de sus juegos. Dill, comportándose de manera infantil, decide comprometerse con Scout; pero ahora que él y Jem juegan juntos a menudo, Scout siente que no la quieren allí. En lugar de jugar con ellos, Scout se sienta con su vecina —una jardinera ávida de nombre Maudie Atkison— a mirar la puesta del sol o a comer los pasteles caseros que la señorita Maudie hace. La señorita Maudie es muy honesta en lo que dice y en cómo se comporta, y además tiene parla. Por lo tanto, Scout la considera una amiga de confianza. Un día, Scout le pregunta sobre Boo Radley, y la señorita Maudie dice que todavía está vivo y que no le gusta salir. También agrega que la mayoría de los rumores sobre él son mentiras. La señorita Maudie le explica que los Radley son bautistas estrictos: ellos creen que los placeres son un pecado contra Dios y pasan la mayor parte del tiempo encerrados y leyendo la Biblia. Dice que Arthur había sido un niño agradable cuando ella lo conocía.
Al día siguiente, Jem y Dill inventan un plan para dejarle una nota a Boo en la ventana de los Radley, usando una caña de pescar. La nota le pedirá que de vez en cuando se asome para decirles qué está haciendo adentro, y también dirá que no le harán daño y le comprarán un helado. Dill dice que quiere que Boo salga y se siente con ellos por un rato ya que podría ayudarle a sentirse mejor. Dill y Scout vigilan en caso de que alguien llegue, y Jem intenta entregar la nota con la caña de pescar, pero se da cuenta de que éste es más difícil de manejar de lo que pensaba. Mientras se las ingenia, Atticus llega y los descubre. Les dice que dejen de molestar a Boo y les da una lección sobre el derecho que tiene Boo a su privacidad, y sobre el derecho que no tienen ellos para acercarse a la casa, a menos que sean invitados. Los acusa de explotar la vida de Boo para la edificación del vecindario. Jem dice que no estaban haciendo eso y admite sin querer que justamente era eso lo que hacían. Atticus los había enredado recurriendo a “la treta jurídica más vieja que existe”.
Capítulo 6
Es la última noche de verano de Dill en Maycomb. Jem y Scout tienen permiso para sentarse con él aquella tarde. Dill quiere dar “un paseo”, pero termina siendo algo más: Jem y Dill quieren escabullirse para ir a la casa de los Radley y espiar por una de las ventanas. Scout no quiere que lo hagan, pero Jem la acusa de ser una niñita, un insulto que ella no puede soportar y decide sumarse al plan. Pasan por debajo de una cerca de alambres y traspasan una puerta. En la ventana, Scout y Jem le echaron una mano a Dill para que pueda espiar por la ventana. Dill no ve nada, solo cortinas y una luz tenue a lo lejos. Los chicos intentan con una ventana trasera, a pesar de que Scout pide irse. Cuando Jem levanta su cabeza para mirar adentro, la sombra de un hombre aparece y pasa por delante de Jem. Tan pronto como desaparece, los tres niños corren lo más rápido que puedan de regreso a casa, pero Jem pierde sus pantalones, enganchados en la verja. Mientras corren, escuchan el sonido de un disparo de escopeta detrás de ellos.
Cuando vuelven, el señor Radley está parado en la puerta, y Atticus está ahí con varios vecinos. Escucharon que el señor Radley le estaba disparando a un "negro blanco" en su patio trasero y tenía otro barril esperando por si regrese. Dill inventa una historia acerca de jugar strip poker para explicar por qué Jem no traía pantalones, y Jem dice que jugaban con fósforos en lugar de cartas, pecado que sería considerado imperdonable. Dill se despide de ellos, y Jem y Scout se van a dormir. Jem decide volver por sus pantalones una vez que anochezca. Scout trata de convencerlo de que no lo haga, de que sería mejor que Atticus lo azote antes de que el señor Radley le dispare y lo mate, pero Jem insiste en ir. Jem le explica que Atticus jamás lo azotó y que no quiere que lo azote. Jem se va por un corto tiempo, pero vuelve con los pantalones, temblando.
ANÁLISIS
El primer capítulo se centra en la historias familiares, y las historias dentro de historias describen los rígidos lazos sociales que mantienen unida a la sociedad del pequeño pueblo de Maycomb, Alabama, y los inevitables nexos que unen a un individuo con su familia o clan. El libro comienza mencionando cómo, a los doce años, Jem se quebró el brazo. El narrador menciona que el resto del libro explicará cómo sucedió la lesión, y la novela termina con este suceso. Desde el comienzo, mediante un análisis histórico, la novela trata de explicar cómo surgió “este suceso particular”. Los intentos de los niños por rastrear los orígenes del incidente (la quebradura de Jem) hasta sus raíces los lleva a preguntarse si todo comenzó con la llegada de Dill a Maycomb y su amistad con él, o si el origen real yace mucho más profundo, en la historia de sus ancestros y los sucesos casuales que llevó =la familia Finch a Maycomb. Su discusión se trata de problemas fundamentales mucho más profundos acerca de la naturaleza del bien y el mal en los seres humanos, abriendo sutilmente hacia la vieja discusión sobre “la innato contra lo adquirido”. Dill, el niño nuevo del pueblo, representa una influencia externa sobre los niños que los afecta profundamente, mientras que la historia familiar de Scout es un patrón más inexorable que existió desde mucho antes de que nacieran. Atticus le dice a Jem y a Scout que los patrones de historia, familia, identidad y temperamento (tanto nuevos como viejos) ayudan a formar a cada persona.
Scout narra el libro en primera persona, pero en tiempo pasado. Su voz y perspectiva ofrecen una perspectiva hacia los eventos y las personalidades del pueblo a través de los ojos de una niña, que puede que no siempre logre captar toda la historia. A menudo, ella busca consejos de Atticus, que siempre tiene una respuesta correcta y sólidamente moral para sus reacciones a lo sucedido. Sin embargo, la voz de Scout suele adoptar un tono maduro cuando escribe desde un tiempo distante: ya sea cuando habla del pueblo y de sus habitantes en el tiempo pasado lejano o bien cuando se interrumpe para ofrecer explicaciones de términos pasados de moda (por ejemplo: “El señor Radley ‘compraba algodón’, una forma amable de decir que no hacía nada”). Esta estrategia narrativa le permite al lector entender un poco más sobre algo que cuenta Scout y que la joven narradora no termina de captar por completo en el hecho.
La casa de los Radley es vieja, oscura, cerrada y poco civilizada en comparación con el resto del vecindario, alguna vez blanca, ahora de color gris pizarra, con tejas de madera podridas, unos robles que cierran el paso del sol, patios enormes, y una puerta que mantenían cerrada los domingos. Los Radley también difieren del resto de la comunidad en que se aíslan voluntariamente de los patrones normales de interacción social, lo que provoca que el pueblo los excluya y convierta sin motivo alguno al misterioso Boo en un chivo expiatorio para cualquier circunstancia extraña o desafortunada. Por ejemplo: cuando varios animales domésticos aparecen mutilados y asesinados, los habitantes sospechan que sea por culpa de Boo, hasta después de saberse que el loco Addie es el culpable. Esto es un presagio del trato que recibirá más adelante en el libro Tom Robinson, a quien encuentran culpable a pesar de que hay sobrada evidencia al contrario.
Scout describe la tendencia de los Radley de “encerrarse” como una “costumbre imperdonable en Maycomb. Ellos no iban a la iglesia, la diversión principal de Maycomb, sino que celebraban el culto en casa”. Su elección de la palabra “diversión” para describir el culto a la iglesia es un indicio de la hipocresía ética de los habitantes del pueblo, especialmente con respeto a la idea del perdón, una de las virtudes más importantes en el protestantismo norteamericano. El libro parece implicar que ir a la iglesia no siempre garantiza que las personas tengan las virtudes del cristianismo si el culto se reduce a un evento social y si las leyes de la sociedad tienen más peso sobre qué se considere “perdonable” que las mismísimas leyes de la biblia. Esta idea se ve en más detalle en el Capítulo 24, en el que las mujeres de la Sociedad Misionera de Maycomb muestran en cantidades similares su “moralidad” religiosa y su explícita intolerancia racial.
Para los niños, Boo es poco más que lo que han escuchado de las leyendas populares, interpretado por su imaginación colectiva. El relato de Scout sobre la descripción que Jem hace de Boo muestra cómo su mente joven no puede distinguir lo verdadero de lo ficticio. Jem explica que Boo "comía ardillas crudas, por eso tenía las manos manchadas de sangre: si uno se come un animal crudo, jamás podrá limpiarse la sangre”. Que los niños acepten esos tipos de supersticiones —como la permanencia de la sangre de un animal crudo— demuestra que son igual de susceptibles a aceptar el rumor del pueblo sobre el misterioso Boo, como lo prueba el hecho de que Scout considere que la descripción de Jem sea “razonable”.
Por más que sea fácil de engañar, la mirada infantil también se utiliza en este capítulo para acercarse a la verdad más de lo que serían capaces de hacerlo los adultos. El comentario de Dill, “Soy pequeño pero mayor”, explica por qué su altura parece desproporcional con su madurez, pero también sugiere simbólicamente que las personas “pequeñas” tal vez tengan una comprensión de los eventos más amplia que la de los adultos. La representación física de esta faceta de la infancia está plasmada en esa visita audaz al patio de los Radley, es decir, cuando los niños entran a un espacio condenado de forma sistemática por todo el pueblo. El camino de esta persona contra las tradiciones de todo un grupo, aunque aquí se representen en miedo y en un desafío, presagian lo que sucederá cuando Atticus defienda a Tom Robinson en el juicio y cuando Scout se enfrente al clan amenazante de habitantes. Dill intenta convencer a los otros dos de que “lo hagan salir [a Boo]” porque “me gustaría verlo”. Su deseo de “verlo” es importante simbólicamente para la idea de que los niños —que aún son algo inocentes y no están influenciados por la sociedad— tienen el deseo de ver cosas de forma más verdadera que los adultos, y de que son capaces de comprender las falacias de las parcialidades, prejuicios y falsas acusaciones de los adultos.
En el Capítulo 2, Lee utiliza la descripción del primer día de Scout para presentar a algunas de las personas y familias del condado de Maycomb y de este modo brindar un contexto para los sucesos que vendrán. Con la presentación de la señorita Caroline, que es algo parecido a una extranjera en la escuela, Lee también revela al lector ciertos rasgos culturales de Maycomb. Los niños del condado de Maycomb son mayormente pobres, incultos, rudos y de campo (“muchos de los cuales habían cortado algodón y alimentado cerdos desde que aprendieron a caminar”), en comparación con la señorita Caroline, que usa maquillaje y “olía como una gota de peppermint y tenía el mismo aspecto” (“peppermint drop” es el nombre en inglés de un caramelo duro tradicional, rayado y con sabor a menta). El capítulo ayuda a mostrar que reina en el condado de Maycomb una ignorancia profunda. El sistema escolar, representado por la señorita Caroline, tiene buenas intenciones, pero al mismo tiempo carece del poder para lograr un cambio en los patrones de conducta tan profundamente arraigados en la estructura social del pueblo.
Como se ve en el primer capítulo, donde la identidad de una persona se representa como fuertemente influenciada por su familia y su historia, este capítulo vuelve a mostrar que en Maycomb, la conducta de un niño puede explicarse por tan solo su apellido, como cuando Scout le explica a su maestra que “él es un Cunningham”. Atticus dice que el señor Cunningham “viene de una casta de hombres testarudos”, lo que sugiere que toda la línea de los Cunningham comparte los mismos valores. En este caso, son orgullosos: no les gusta aceptar dinero que no pueden devolver y prefieren seguir viviendo de la tierra, en la pobreza, antes que trabajar para el gobierno. Entonces, en el condado de Maycomb, las personas pertenecen a “castas” familiares que determinan la posición o temperamento de sus miembros. Todos los otros niños de la clase entienden esto: crecer en este entorno les enseña a los niños que las personas pueden comportarse de cierto modo tan solo porque pertenecen a una determinada familia o grupo.
El capítulo también establece que Scout es una niña muy inteligente y precoz que aprendió a leer a través de su instinto natural, cuando se sentaba en el regazo de Atticus y seguía la lectura en su libro. Ella no comprende que ama leer hasta que su maestra se lo prohíbe: esto le demuestra que leer era un placer y una libertad que dio por sentados durante toda su vida hasta que se lo negaron. El valor de algunas libertades no puede terminar de comprenderse hasta que una persona es obligada a dejarlas. De forma similar, Scout y Jem aprenderán la verdadera importancia de la justicia más tarde en el libro a través del juicio a Tom Robinson, en el que la justicia se le quita y niega a una persona por ser afroamericano. La implicación es que las personas jóvenes esperan intrínsecamente ciertas libertades humanas y tienen un sentido natural de libertad y justicia, que solo llegan a comprender por completo cuando los adultos de la sociedad intentan arrebatárselas. Aunque Scout es joven y fácil de impresionar, se convierte en el portavoz de su clase e interactúa con su maestra adulta de forma cómoda y segura de sí misma; esto muestra que, aunque sea pequeña de edad, es más madura que algunos de sus compañeros.
En este capítulo, Lee también devela cómo Scout busca a Jem para que la apoye y le aconseje. Jem a veces la aconseja mal: cree que “entailment” (mayorazgo) quiere decir “tener tus dedos atrapados en una trampa” (confundiendo el término con “entrapment” tal vez), cuando en realidad es un término legal para una restricción en la herencia de propiedad, y llama a la nueva técnica de lectura “el sistema decimal de Dewey” porque se confunde el catálogo de la biblioteca (el sistema de clasificación decimal Dewey) con las nuevas teorías educativas del intelectual decimonónico John Dewey. Sin embargo, apoya a su hermana cuando ella lo necesita, aunque le advierte que no se junte ni con él, ni con sus compañeros de quinto año en la escuela.
En el Capítulo 3, la paciente enseñanza de Atticus le da una lección a Scout que, según él, la ayudará a “convivir mejor con muchas clases de personas”: debe siempre juzgar a las personas por sus intenciones y no por sus actos, y ponerse en el lugar del otro para entenderlo mejor. El capítulo establece que Atticus puede relacionarse con todo tipo de personas, incluso niños granjeros pobres. La última oración del capítulo, que dice: “Atticus tuvo razón”, se aplica a su predicción de que Jem se caería de su casita del árbol y también a casi todos los otros problemas que conciernen a los personajes. Normalmente, se puede confiar en las opiniones de Atticus; y él está convencido de la importancia de tratar a todas las personas justa- y razonablemente, sin importarle mucho las circunstancias.
El capítulo presenta a la familia Ewell, quienes tendrán mucha importancia en la parte final del libro. Burris Ewell y su familia se las ingenian para vivir por fuera de las leyes locales y nacionales porque son muy pobres e ignorantes; pertenecen al círculo más bajo de la sociedad de blancos de Maycomb. Los niños Ewell solo necesitan ir a la escuela el primer día, y luego el pueblo obviará el hecho de que están ausentes, aunque sea compulsoria la asistencia escolar para todos los niños ciudadanos del país entero. De igual manera, al señor Ewell se le permite cazar fuera de temporada porque se sabe que es un alcohólico que gasta sus cheques de subsidio en whiskey; si no puede cazar, puede que sus hijos no coman. Aquí podemos ver cómo la ley, que fue creada para proteger a la gente, a veces puede resultar dañina si se sigue demasiado al pie de la letra. En ciertas ocasiones, a veces lo mejor para todos es hacer excepciones a la ley. La opinión del pueblo es que ninguna ley jamás forzará a los Ewell a cambiar porque ellos están acostumbrados a sus “costumbres”. Más bien, la ley debe modificarse para adaptarse a ellos y proteger a los niños, que no deberían sufrir sin necesidad.
Scout también se entera que el motivo por el cual Walter Cunningham no aprueba el primer grado es que necesita abandonar la escuela en la primavera para ayudar en la granja de su familia. Los Cunningham no son necesariamente analfabetos e ignorantes por falta de inteligencia, sino porque están sujetos a un sistema económico que socava su acceso a una buena educación. Los Cunningham necesitan mantener la granja funcionando si quieren sobrevivir; y dado que el sistema escolar no realiza ninguna adaptación para niños del campo, hay un ciclo social que se perpetúa a sí mismo para que las familias del campo continúen siendo analfabetas e ignorantes.
En el Capítulo 4, vemos que las escuelas han intentado enseñarles a los estudiantes cómo comportarse en grupos y cómo ser ciudadanos de bien, pero Scout nota que su padre y Jem aprendieron estos trucos sin necesidad de la escolaridad que ella experimenta. La escuela puede intentar convertir a los niños en seres morales, pero la educación moral de Scout se da casi exclusivamente en su hogar o en la presencia de los adultos y amigos de Maycomb. Esto sugiere que las escuelas tan solo pueden proporcionar un cambio limitado en la sensibilidad moral de los niños, si es que haya algún cambio posible; las familias y las comunidades son las verdaderas creadoras del sentido de los niños sobre lo que está bien, lo que es correcto, y lo que no lo es.
Aceptar los regalos en el agujero del árbol de los Radley y entrar accidentalmente al patio de los Radley mientras juegan a rodar en llantas son dos de las primeras señales de que los niños se están acercando lentamente hacia contacto con Boo. No obstante, aún están aterrorizados por el misterio de Boo. Su curiosidad y el juego dramático que crearon es una muestra de cuán desesperados están por encontrar respuestas a sus preguntas sobre Boo, en ausencia de cualquier información o conocimiento real. De igual manera, los habitantes del pueblo tienen una tendencia a reaccionar de forma poco favorable a las cosas que son “diferentes” hasta que tienen razones para comprender la diferencia. Además, los niños comienzan gradualmente a humanizar a Boo: en el primer capítulo se lo menciona como un “fantasma maligno”, pero a esta altura, es un hombre real cuyo comportamiento antisocial lo califica como alguien poco normal y, por lo tanto, sospechoso o peligroso.
En el Capítulo 5, aunque Atticus intenta sugerirles a los niños que dejen en paz a Boo, ellos comienzan a sentir simpatía por él al pensar en lo solo que está y cuán estricta fue su crianza. Si bien aún le temen, desean ser sus amigos y ayudarlo. La descripción que la señorita Maudie les hace de Boo les ayuda a comprender que él es una víctima de su crianza.
La señorita Maudie es una de las pocas mujeres a quien Scout respeta y con quien es amigable. Calpurnia y la señorita Maudie son las principales influencias maternas en su vida. Más tarde, la tía Alexandra se impone como una madre sustituta que intenta convertir a Scout en una “dama” sin su consentimiento. La señorita Maudie es la más neutral y comprensiva de las tres, aunque Calpurnia se vuelve más simpática con el pasar del tiempo. La señorita Maudie está obsesionada con sus canteros de flores y continúa encargándose de ellos a pesar de la desaprobación de los “bautistas estrictos”, que de vez en cuando la acusan de pasar demasiado tiempo en dichos vanidosos propósitos terrenales. La señorita Maudie se opone a estas ideas estrictas y devotas, pero a la vez es religiosa, lo que demuestra que tal vez encuentra una relación entre mantener hermosas cosas en el mundo y comunicarse con Dios. Al igual que en el caso de los Ewell cuando cazan fuera de temporada, algunas cosas son más importantes que seguir la ley al pie de la letra. La extremadamente religiosa familia Radley se queda encerrada todo el día y raras veces participa en actividades de la comunidad, excepto durante emergencias. Sin embargo, la señorita Maudie parece pensar que servir a cosas vivas, ya sean humanos o flores, es una parte importante de servir a Dios. No hay una forma única de adorar a Dios, pero el capítulo sugiere que leer la Biblia todo el día puede ser una aplicación de la ley de Dios que, como la ley de caza cuando se aplica a los Ewell, se vuelve contraproducente si se aplica de forma demasiado severa. En ambos casos, mantener la vida (los hijos del señor Ewell o las flores de la señorita Maudie) es más importante que obedecer los códigos estrictos. La señorita Maudie también cree en la importancia del placer y de saber disfrutar la vida.
En el Capítulo 6, los niños están cada vez más cerca de achicar la brecha entre ellos y Boo. Scout no está convencida del valor de participar en estos juegos, pero tampoco soporta quedarse afuera, especialmente cuando se la acusa de “niñita”. Más adelante, Scout se enterará de por qué le gusta a Boo su privacidad y por qué es importante dejarlo en paz, pero por ahora, solo sospecha de él.
Los intentos de los niños por comunicarse con Boo evocan, nuevamente, la impresión de que ellos podrán ver a Boo con más decencia y sinceridad que el resto del pueblo. Esta búsqueda en la oscuridad, las tantas puertas, los vegetales en el patio y el vistazo que Dill da a través de la oscura ventana con cortinas donde se ve una luz tenue son de alguna manera simbólicos de la búsqueda de los niños a través de capas de ignorancia y rumores para encontrar la verdad que subyace a todo. Al buscar al hombre que la sociedad convirtió en monstruo, le devuelven su humanidad básica fundamental y lo conectan con todo el resto de las personas a pesar de su personalidad poco común. De otra manera, Atticus quiere hacer lo posible para que la gente afroamericana exista al mismo nivel que los blancos, y que ya no estén sujetos a una subyugación inhumana. El color es algo significativo aquí: Boo Radley es descrito al final del libro como alguien muy, muy blanco; y Tom es descrito como alguien de color negro “aterciopelado”. Si bien están en extremos opuestos de la escala de color de piel, estas dos principales “figuras de ruiseñor” comparten el dilema común de ser calificados como diferentes por no tener el color de piel considerado normal en Maycomb.