Resumen
Ovidio continúa con la historia del banquete de bodas de Perseo, que se convierte en un motín cuando el tío de Andrómeda, Fineo, a quien le prometieron la mano de la muchacha, amenaza con arrojar una lanza a Perseo por robarle a su prometida. Cefeo, un amigo de Fineo, sostiene que la sentencia de muerte de Andrómeda efectivamente puso fin a su compromiso, y que el rescate de Perseo (y la falta de un intento de rescate de Fineo) convierte a Andrómeda en su verdadera esposa. Fineo arroja la lanza a Perseo de todos modos, pero falla, y Perseo arroja la lanza hacia atrás, fallando a Fineo pero matando a uno de sus compañeros. Comienza una pelea y Atenea llega para proteger a Perseo, quien mata a Athis, una joven y hermosa lanzadora de jabalina, y a su amante. Finalmente, Perseo termina la batalla convirtiendo en piedra a todos sus enemigos con la cabeza de Medusa.
Minerva viaja a Tebas, donde pregunta a las musas si su fuente realmente surgió después de que Pegaso haya pisoteado allí con su casco. Ellas confirman esto y le muestran a Minerva la fuente, enorgulleciéndose de su santuario. Asimismo, le cuentan a Minerva sobre Pirineo, rey del Parnaso, que intentó secuestrarlas y retenerlas en su palacio solo para caer hacia su muerte desde una torre mientras escapaban por el aire. Minerva hace referencia a nueve pájaros con voces humanas, que según las musas eran nueve hermanas que las retaron a un concurso de canto con las ninfas como árbitros. Las hermanas se transformaron en urracas cuando perdieron.
Una de las musas, Calíope, canta a Minerva la canción que le valió el juicio de las ninfas, comenzando con la historia de la violación de Proserpina. Un día, el gigante enterrado bajo la isla de Sicilia comenzó a moverse tanto que Dis, el Rey de los Muertos, temió que destruyera su reino. Dejó el reino de los muertos para examinar la situación, momento en el que Venus le dijo a Mercurio que lo golpeara con la flecha del amor, ya que él era la única criatura inmune a la pasión del amor. Venus planificó que Plutón se enamorara de Proserpina, la hija de Ceres, una virgen, ya que la diosa desdeñaba su virginidad. Dis, golpeado por la flecha de Cupido, la agarró y la arrastró al Inframundo, a pesar de su lucha y el intento de una ninfa cercana, Ciane, de detenerlo. Desesperada porque su estanque había sido contaminado, Ciane casi se derrite. Mientras tanto, Ceres buscaba a su hija por todas partes.
Después de largas búsquedas, Ceres conoció a Ciane, quien le mostró la cinta de Prosperpina. Furiosa y desesperada, Ceres descargó su ira con los agricultores de esta tierra, arruinando sus cosechas. Otra ninfa informó a Ceres que Proserpina se había convertido en la reina del inframundo. Furiosa, Ceres pidió a Júpiter que interviniera y restaurara a su hija. Júpiter consideró que la falta de consentimiento de Ceres anulaba el matrimonio y acordó liberarla si no había comido la comida de los muertos, pues las Parcas insisten en que quien lo haga no puede salir del inframundo. Prosperina había comido siete semillas de granada, acto presenciado por Ascálafo, por lo que al principio se le prohibió salir, pero Júpiter decretó que Proserpina pasara la mitad del año con su madre y la otra mitad con su marido. Por lo tanto, durante la primavera y el verano, cuando Proserpina está en la superficie, Ceres está feliz y las cosechas florecen. Sin embargo, durante el otoño y el invierno, Proserpina vive en el Inframundo y Ceres se niega a dejar crecer los cultivos.
Calíope luego canta sobre Aretusa, la ninfa que habló de la captura de Proserpina. Relata que un día, mientras se bañaba, Alfeo vio a Aretusa y la persiguió. Diana acudió en ayuda de Aretusa, creando una nube impenetrable alrededor de ella, pero Alfeo continuó persiguiéndola hasta que finalmente Diana transportó a Aretusa a través de cavernas secretas, durante cuyo transporte vio a Proserpina en el inframundo, hasta que se estableció en Ortigia, la fuente sagrada. Calíope continúa cantando y cuenta la historia de cómo Ceres le dio a Triptolemo preciosas semillas y le dijo que las usara para reparar las tierras que había destruido después de que Dis violara a su hija. Triptolemo llevó las semillas a Linco, el rey, y este, celosamente, intentó robar las semillas y matar a Triptolemo. Ceres convirtió al rey en un lince por su intento de asesinato. Las Musas le dicen a Minerva que después de que Calíope terminó con su canción, las ninfas juzgaron que las Musas eran victoriosas, y después de que las hermanas se negaron a aceptar la derrota amablemente, fueron transformadas en urracas.
La historia de las Musas le recuerda a Minerva otro desafío a los dioses. Una mortal, Aracne, que es muy buena tejiendo, declara que es mejor incluso que Palas Atenea. Disfrazada de anciana, Atenea consigue que Aracne le diga que participará en un concurso. Luego se quita el disfraz y comienza el concurso. Atenea representa su discusión con Neptuno sobre el derecho a nombrar la ciudad que se convirtió en Atenas y también teje cuatro escenas de mortales arrogantes. Mientras tanto, Aracne teje imágenes de Júpiter violando y seduciendo mujeres, incluida Europa con el toro Júpiter, Asterie con el águila Júpiter y Leda con el cisne Júpiter. Aracne continúa con imágenes de Neptuno, Apolo y Baco, todos violando a los mortales. Incapaz de derrotar a Aracne y enfurecida por su elección del tema, Atenea rasga su tejido y la golpea. Aracne se enrolla un trozo de cuerda alrededor de su cuello para suicidarse, pero Atenea la transforma en una araña.
Níobe, amiga de la infancia de Aracne, no aprende de su destino. Esposa de Anfión y reina de Tebas, está orgullosa de muchas cosas, pero sobre todo de todos sus hijos. Un día, Manto, la hija de Tiresias, pide a las mujeres de Tebas que hagan sacrificios a Latona y a sus hijos, Diana y Apolo. Todas las mujeres obedecen, excepto la orgullosa Níobe. Ella camina por las calles, describiendo su linaje divino y declarando que es más apta para el culto que Latona, que vagó por la tierra porque nadie le daba un pedazo de tierra para dar a luz a sus hijos sagrados. Níobe destaca especialmente cuántos hijos más tuvo que Latona, catorce frente a sus dos únicos. Latona busca justicia por esta arrogancia y los dioses están de acuerdo. Apolo mata a los siete hijos de Níobe con flechas, y ella es informada de su muerte y de la de su marido, Anfión, quien se suicidó de tristeza. Niobe se burla aún más de Latona, diciendo que ella es más feliz en su dolor que Latona en su alegría. Más flechas matan a seis de sus hijas, dejando solo a la menor de Níobe, que también muere al tiempo. El cuerpo de Níobe se convierte en piedra en su dolor y es llevada al país de su nacimiento, donde las lágrimas aún brotan de sus ojos de mármol.
Luego, el poema pasa a otra historia sobre Latona: en un lugar de Licia, un antiguo altar conmemora el lugar donde Latona dio a luz a Diana y Apolo. Después de dar a luz en ese lugar, Latona llega a un lago, donde intentó saciar una sed ardiente. Los hombres del lugar no la dejaron, y en venganza fueron transformados en ranas. Otro narrador relata un desafío con la flauta a Apolo por parte del sátiro Marsias, quien fue desollado después de perder. Tantos lloraron el destino de Marsias que de sus lágrimas se formó el río Marsia.
La compañía lamenta la pérdida de Anfión, su rey y sus hijos. Culpan a Níobe, cuyo hermano es el único que llora por ella. Reyes de todo el mundo vienen a presentar sus respetos. Solo el rey de Atenas está ausente, atrapado en una guerra con los bárbaros. Tereo de Tracia lidera la defensa de Atenas, y Pandion, rey de Atenas, le da a su hija, Progne, en matrimonio. Su boda es un asunto espantoso: Juno, Himeneo y las Gracias están ausentes, pero asisten las Furias y las Euménides. No obstante, la pareja se casa y tiene hijos. Cinco años después, Progne le pide a su marido que le invite a su hermana Filomela a visitarlos. Tereo va a buscarla, solo para sentirse abrumado ante la lujuria que le causa Filomela solo por verla. Tereo convence a Filomena para que suba a bordo con él con el pretexto de visitar Progne, pero, en cambio, la lleva a una fortaleza en el bosque, donde la encarcela y la viola. Después, ella le pregunta por qué no la mata, ya que, de lo contrario, ella seguramente revelará su crimen. Tereo le corta la lengua para evitar que hable. Luego llega a casa y le dice a Progne que su hermana está muerta.
Un año después, Filomela concibe un plan para revelar su destino. Ella teje la historia y se las arreglar para entregársela a Progne, quien está abrumada por la ira, aunque logra ocultarlo y planea venganza. Esa noche es la fiesta de Baco, y Progne se disfraza de juerguista, se dirige a la fortaleza en el bosque y rescata a su hermana. Acto seguido, Progne busca venganza y decide, a pesar del amor por su hijo, matarlo y dárselo a comer a su padre. Mientras Tereo come, él llama a su hijo y Progne revela el crimen. Tereo invoca a las Furias e intenta matar a su esposa y a la hermana, pero antes de que pueda, Progne se convierte en ruiseñor, y Filomela, en golondrina. Tereo también se convierte en pájaro. Pandión, padre de Progne y Filomela, muere al enterarse de la noticia y el reino pasa a Erecteo, que tiene cuatro hijos y cuatro hijas, dos de ellos bellísimos. Uno de ellos, Céfalo, forma un matrimonio feliz. La otra, Oritía, no puede tener a su amado Bóreas debido a su conexión con Tereo. Entonces, un día, Bóreas se da cuenta de que, como dios del viento del norte, debe apoderarse de su amor sin consentimiento. Toma a Oritía y se casa con ella, y tienen gemelos, a quienes les crecen alas como a su padre. Cuando estos dos niños son mayores, navegan como argonautas en busca del vellocino de oro.
Análisis
Las historias de esta sección del poema continúan ilustrando la dinámica clave entre dioses y mortales: los mortales siguen desafiando a los dioses, y los dioses continúan castigando a los mortales. Como en apartados anteriores, los dioses gobiernan mediante el miedo y la fuerza. De hecho, vemos en la historia de Dis, Proserpina y Ceres que incluso entre los inmortales una jerarquía de poder determina los acontecimientos. A Dis, uno de los dioses más poderosos, no se le impide secuestrar a Proserpina. Solo después, cuando Ceres requiere sus servicios, interviene Júpiter. Así, los dioses, no menos mezquinos que los mortales, se quitan unos a otros, se violan unos a otros y se roban unos a otros, y solo encuentran compromisos bajo la amenaza del caos. También es importante señalar que, una vez más, el dios más poderoso de todos es el Amor, que es capaz de manipular incluso a la Muerte.
En esta sección se representan dos concursos importantes: las nueve hermanas desafían a las Musas a un concurso de canto, y Aracne desafía a Atenea a un concurso de tejido:
Después, al marcharse, la rocía con jugos de una hierba de Hécate, y los cabellos, al contacto de la fatal ponzoña, cayeron enseguida, y con ellos la nariz y las orejas; su cabeza se hace pequeñísima (...) así como también todo su cuerpo; a los costados se le adhieren como unos endebles dedos en lugar de piernas, y todo el resto es un vientre; y de él saca, sin embargo, un hilo y, convertida en araña, se dedica, como antes, a tejer sus telas. (p. 118)
En esta cita, observamos una de las tantas transformaciones que sufre un mortal: Aracne es convertida en araña por Atenea luego de afirmar soberbiamente que no había ni mortal ni diosa que tejiera mejor que ella. En ese sentido, la ira de Atenea surge a partir de la soberbia de Aracne, y la consecuencia es una transformación: de mujer tejedora a insecto cuya principal actividad es, justamente, la de tejer.
En este punto, la pregunta que cabe es la siguiente: ¿Por qué un mortal sería tan tonto como para desafiar a un dios? Incluso si el mortal ganara, él o ella podría estar seguro de no ser castigado en el futuro por otros dioses. Al representar estas demostraciones irracionales de arrogancia, Ovidio captura la terquedad y la perseverancia humanas. Los expertos, los sabios y los amantes de la humanidad no aceptan el estatus inferior que los dioses les exigen, aunque esa resistencia inevitablemente termine mal para los mortales. Así, los rivales mortales de Ovidio se ganan hasta cierto punto la simpatía del lector: incluso contra las desesperadas probabilidades de su propia mortalidad, se esfuerzan por superar a los dioses. Y desde este punto de vista, la falta de justicia de los dioses los vuelven bastante tiránicos. Aracne, por ejemplo, es probablemente mejor tejedora que Atenea. Su talento audaz, unido a su tema, que denuncia la inmoralidad de la conducta de los dioses con los mortales, la convierte al final en una mártir de los caprichosos inmortales. Quizás sea incluso la heroína del cuento, accediendo al relato desde el punto de vista de Atenea.
Dicho esto, Ovidio ciertamente invita a sus lectores a reconocer que los mortales desafiantes son ofensivos para los dioses por su jactancia, no por su talento. Las nueve hermanas van directamente a las Musas y exigen un concurso. Aracne y Níobe desafían a las diosas declarando descaradamente su superioridad ante cualquiera que las escuche. Las afirmaciones de Níobe son muy dañinas porque, al igual que las de Aracne, hay algo de verdad en ellas. Níobe puede demostrar claramente que sus pretensiones de divinidad son esencialmente tan buenas como las de Latona. Si Latona ignora sus alardes, no solo se pondrá en duda su divinidad, sino que el concepto mismo de divinidad (de una raza superior de seres que merecen su estatus superior) se verá sacudido. Así, el horrible castigo que sufre Níobe enfatiza audazmente la verdadera diferencia entre dios y ser humano: la mortalidad. Se puede matar a los humanos, no a los dioses; esa es la única base sobre la cual los dioses "merecen" ser adorados.
Un tema relacionado introducido en esta sección tiene que ver con los actos mortales de venganza. Cuando Progne descubre la traición de su marido, le da de comer a su propio hijo. Esto puede parecer inadecuado, ya que daña tanto a Progne como a Tereo. Sin embargo, Ovidio presenta metamorfosis emocionales con tanta frecuencia como transformaciones físicas, y la destrucción de la hermana de Progne la daña sin posibilidad de reparación. Este evento crea una situación de caos familiar tan fuerte que ese amor que alguna vez ella sintió por Tereo se transforma en odio; un odio tan profundo que alcanza para que ella mate a su propio hijo como forma de castigo hacia él. Transformada por el dolor y la venganza, Progne es una criatura completamente nueva, capaz de una crueldad indescriptible. Así las cosas, podemos observar que Tereo es transformado por el amor (o la lujuria que siente por Filomela), y Progne, por el odio. En relación con esto, podemos decir que ambos han abandonado tanto a la familia como a su humanidad, y esto se refleja en las metamorfosis que experimentan al convertirse en pájaros.