Resumen
Capítulo 41: Moby Dick
Ismael festeja como parte de la tripulación. Se siente identificado con la lucha de Ahab; la toma como propia. Ha escuchado las historias sobre la terrible letalidad de Moby Dick. Existen rumores exagerados y desorbitados sobre la maldad de este monstruo, que parece tener poderes sobrenaturales. Pero Ismael también encuentra fundamentos en libros para afirmar la existencia de esta ballena blanca. Moby Dick es gigantesca y maligna por naturaleza, y tiene una gran frente blanca y arrugada. Su cuerpo está lleno de marcas y heridas, y por eso es fácil de reconocer. Por su parte, Ahab, un hombre lleno de rabia y odio hacia la humanidad, también tiene una marca corporal de la lucha con el cachalote: su pierna mutilada. La combinación de su dolor espiritual y de su herida física lo ha llevado a la locura.
Capítulo 42: La blancura de la ballena
Ismael reflexiona sobre los significados simbólicos del color blanco. En muchos objetos naturales la blancura remite a la belleza y potencia la sofisticación, como en las perlas. Este color también puede simbolizar valores y cualidades positivas, como la inocencia y la pureza. Sin embargo, la blancura también puede inspirar más que ningún otro color sentimientos y pensamientos de terror. Por ejemplo, los osos polares y los tiburones blancos de los trópicos son especialmente peligrosos y amenazantes para los humanos. Para el narrador, entre las personas, los albinos son impresionantes y aborrecidos. Por su parte, la blancura de los cadáveres es una de sus características más repugnantes y perturbadoras. El significado más profundo y abstracto de este color remite a una aparición del espíritu; en ese sentido, Ismael recuerda que los fantasmas son representados como figuras blancuzcas. Si bien el blanco es poderoso, porque es eterno e indefinido, también es terrorífico, porque no es un color sino la ausencia de color.
Capítulo 43: ¡Escucha!
Durante la guardia nocturna, la tripulación coloca agua dulce en un barril usando pequeños baldes que se pasan de mano en mano. Escuchan sonidos indefinidos.
Capítulo 44: La carta de navegación
Para Ahab es posible encontrar a Moby Dick en el inmenso océano porque conoce la dirección de todas las mareas y corrientes del planeta y puede calcular hacia dónde se dirige el cachalote siguiendo los peces y seres que funcionan como su alimento. El capitán ha elegido zarpar en el Pequod de manera anticipada para poder aprovechar un año de navegación alrededor del mundo buscando a Moby Dick. Ismael narra que Ahab suele despertarse durante la noches porque tiene sueños agotadores e insoportables sobre la ballena, tan vívidos que le generan una gran impresión y una terrible angustia.
Capítulo 45: El afidávit
En este capítulo, Ismael pausa la narración y se dedica a explicar hábitos de los cachalotes. A veces, tras recibir un arponazo, una ballena logra escaparse y solo sufre un daño menor. Algunas ballenas gozan de cierta fama porque tienen características físicas particulares. Existe una idea generalizada sobre las ballenas como criaturas enormes de gran poder, pero Ismael comenta que, cuando informa sobre el animal, otros creen que es exagerado. Un cachalote puede ser lo suficientemente poderoso, inteligente y maligno como para destruir por completo un barco, y el narrador demuestra que eso ha ocurrido muchas veces en la historia.
Capítulo 46: Conjeturas
A pesar de que Ahab está consumido por perseguir a Moby Dick, está por naturaleza muy ligado a las costumbres de los hombres balleneros como para abandonar la misión principal de la embarcación, que es cazar ballenas para obtener ganancias. El capitán sabe que tiene una gran influencia sobre Starbuck, pero este no es incondicional. El primer oficial realmente detesta la obsesión de Ahab y le pondría fin si pudiera. El capitán también sabe que su tripulación no solo aspira a encontrar a Moby Dick sino que también tiene apetitos diarios, necesidades cotidianas. Ahab es consciente de que se arriesga a ser acusado por usurpación si solo se dedica a buscar a Moby Dick, y que así la tripulación podría dejar de obedecer sus órdenes.
Capítulo 47: El tejedor de esteras
Una tarde calurosa, Queequeg e Ismael tejen una estera de sable, un tipo de red que sirve para amarrar y proteger diversas partes de la embarcación. El narrador compara este trabajo con la creación del Telar del Tiempo. Mientras tanto, Ismael observa el cielo nublado y escucha la voz que Tashtego, que anuncia a los gritos “¡Allá sopla!”. Se refiere a una ballena, ya que avista su chorro. Ahab le ordena a la tripulación descender al mar en los botes más pequeños, destinados a acercarse a las ballenas y cazarlas. Al final del capítulo, todos los marineros miran deslumbrados al capitán, que aparece rodeado de “cinco fantasmas oscuros”, un equipo especial que lo acompaña en su propio bote, que parecen materializarse de la nada.
Capítulo 48: El primer descenso
El equipo de “fantasmas” corta las amarras de un barco que dirige Ahab. Ismael observa cómo Stubb dirige a su propio equipo de una manera peculiar: les da órdenes con un tono divertido y furioso al mismo tiempo, pero sin maltratarlos; así logra que su tripulación trabaje al máximo. Stubb se siente desilusionado cuando se dan cuenta de que no han encontrado a Moby Dick. Durante esta primera cacería, es difícil ver a la ballena porque hay niebla. Ahab reprende a su equipo por no haber atrapado una ballena. Finalmente, cuando uno de los animales sale a la superficie, Queequeg logra lanzarle su arpón, pero no lo daña lo suficiente como para matarlo.
Capítulo 49: La hiena
Ismael piensa que a veces, en la vida, un hombre observa el universo entero como si fuera una broma pesada. Esta actitud solo se hace presente en momentos de tribulación extrema. Se siente impresionado por lo peligroso que ha sido el reciente acercamiento a la ballena y les pregunta a Queequeg, Stubb y Flask si la experiencia siempre es así. Cree que no es prudente hacerlo en circunstancias como esas. Entonces el narrador toma consciencia de que está comprometido en la persecución de Moby Dick y se ve sujeto a las decisiones irracionales de sus superiores a bordo. Por eso decide escribir su testamento y le pide a Queequeg que lo acompañe como su abogado, albacea y heredero.
Capítulo 50: El bote y la tripulación de Ahab. Fedallah
Stubb le comenta a Flask que es sorprendente cómo Ahab se ha subido a un barco para aproximarse y cazar ballenas a pesar de tener una sola pierna. Ismael recuerda un debate típico de los marineros: si es conveniente o no que un capitán arriesgue su propia vida en este tipo de viajes. Luego describe a los “fantasmas” que forman el equipo de Ahab. Se han mantenido ocultos hasta el encuentro directo con la primera ballena. Entre ellos destaca Fedallah, que se mantendrá como un gran enigma hasta el final de la narración. Es un hombre proveniente de Asia y las islas orientales al este de ese continente. Usa un turbante y es presentado como un espíritu oscuro que solo se aparece en sueños.
Capítulo 51: El chorro espectral
Pasan varias semanas de navegación tranquila. El Pequod ha pasado por cuatro zonas de caza diferentes de los dos lados del océano Atlántico. Cuando se encuentran al sur de Santa Helena ven un chorro plateado durante la noche. Fedallah es el primero en avistarlo y Ahab ordena navegar hacia allí para encontrar a la ballena, pero no lo logran. Algunos días más tarde, casi han olvidado el episodio, pero vuelven a encontrar este chorro plateado. Luego, el Pequod llega al Cabo de Buena Esperanza, que para Ismael debería llamarse Cabo Tormentoso, su nombre antiguo, porque el mar es muy turbulento allí. Ahab pasa horas y horas observando el mar, sin decir nada. Starbuck lo encuentra dormido en su silla; tiene la ropa mojada, está rodeado de mapas y cartas de navegación, y su cabeza apunta hacia el techo.
Capítulo 52: El Albatros
El Pequod se encuentra con un nuevo barco, el Albatros. Esta nave se ve blanqueada como el esqueleto de una morsa varada. Al pasar a su lado, Ahab le pregunta al capitán del Albatros si ha visto a Moby Dick. Este responde alguna cosa, pero desde el Pequod no logran escucharlo.
Capítulo 53: La visita en alta mar
Ahab parece no subir a bordo del Albatros porque hay mucho viento y el mar indica que se acerca una tormenta, pero, de cualquier manera, no hubiera subido con buen tiempo tampoco. Sin embargo, Ismael destaca que ese comportamiento ha sido muy extraño, ya que hay una tradición de encuentro y visitas entre diferentes barcos que se encuentran en altamar. Esta visita se llama “gam”. Las tripulaciones tienen varios motivos para encontrarse e intercambiar información útil, así como cartas y periódicos. Los dos capitanes se reúnen en uno de los barcos, mientras que los marineros se encuentran en otro.
Capítulo 54: La historia del Town-Ho
Ismael renarra una historia tal cual él mismo la cuenta en otra oportunidad a un grupo de amigos españoles, en la Posada del Oro, en Lima. El Pequod se encuentra con un barco llamado Town-Ho, tripulado casi enteramente por hombres de la Polinesia que durante una “gam” les cuentan a los hombres de Ahab fuertes noticias sobre Moby Dick. El Town-Ho es atacado, probablemente, por un pez espada, y comienza a llenarse de agua. Si bien podría haber llegado a un puerto seguro y salvarse, su primer oficial, llamado Radney, y Steelkilt, un forajido proveniente de Buffalo, ponen al barco en riesgo. Steelkilt se burla de Radney y este le ordena que limpie la cubierta como castigo, pero el forajido se niega. El conflicto entre ambos casi lleva a un motín, y el capitán amenaza con tirar a la tripulación al mar por desobediencia. Cerca de una docena de marineros amotinados son aprisionados en el fondo del barco, pero la mayoría se rinde y se entrega. Steelkilt tiene algunos aliados y los convence de actuar para tomar el barco. Radney sofoca ese plan y el forajido intenta vengarse. Entonces el Town-Ho se encuentra con Moby Dick, que ataca el barco y destruye a Radney con su mandíbula. La nave logra escapar y llega a un puerto, donde muchos marineros desertan. Los que no escapan, solicitan la ayuda de los nativos para reparar el barco. Steelkilt se escapa hacia Tahití y se embarca en un viaje a Francia.
Capítulo 55: De las monstruosas imágenes de las ballenas
En este capítulo, Ismael intenta disipar las imágenes equivocadas que existen sobre las ballenas. Comienza comentando las primeras representaciones hindúes, egipcias y griegas de este animal. La representación más antigua proviene de India, pero, al igual que la cristiana, es una imagen errada. Incluso en 1825 se publica un libro de un gran naturalista, llamado Bernard Germain, que exhibe imágenes incorrectas de las especies del leviatán. Por su parte, Frederick Cuvier ofrece una imagen del cachalote que en realidad se corresponde más con el calamar. Ismael señala que, si bien es posible diseñar un retrato correcto del esqueleto de una ballena, los huesos guardan un parecido mínimo con el cuerpo completo del animal.
Capítulo 56: De las menos erróneas imágenes de las ballenas, y de las imágenes verdaderas de las escenas de caza
En este capítulo, el narrador mantiene el registro y el tono explicativo del anterior. La narración de lo que ocurre a bordo del Pequod está en pausa. Ismael cita las únicas cuatro publicaciones sobre el cachalote que conoce y afirma que el trabajo de Beale es el mejor de todos. Esto se debe a que la mayoría de sus ilustraciones son muy buenas.
Capítulo 57: De las ballenas en la pintura, en los dientes, en la madera, en las planchas de hierro, en la piedra, en las montañas, en las estrellas
En este capítulo, el narrador mantiene el registro y el tono explicativo de los dos anteriores. Cuenta que en Tower-Hill, Londres, es posible encontrar a un mendigo con una pintura que representa la escena en la que pierde su pierna por el ataque de una ballena. Además, en el Pacífico y en Nantucket se pueden encontrar dibujos vívidos de ballenas y encuentros de hombres con ballenas. La imagen del leviatán es predominante en varias sociedades y culturas.
Capítulo 58: Krill
El Pequod encuentra grandes cantidades de krill en su camino. Se trata de una sustancia diminuta y amarilla que constituye el principal alimento de la ballena franca. Luego, como es de esperarse, el barco avista un grupo grande de ballenas francas, que están seguras, ya que un ballenero de cachalotes como el Pequod no las ataca. Ismael reflexiona sobre las diferencias entre la vida en el mar y la vida en la tierra.
Capítulo 59: Calamar
Una mañana, Daggoo avista una masa blanca en el océano a la distancia y grita que ha visto a la Ballena Blanca, es decir, a Moby Dick. Ahab ordena que desciendan los botes al agua, pero no encuentran al legendario cachalote sino a un gran calamar, como un pulpo gigante. Para Starbuck, este monstruo es aún más peligroso que Moby Dick, ya que, según la leyenda, pocos son los barcos balleneros que lo han encontrado y luego han vuelto a un puerto sanos y salvos.
Capítulo 60: La estacha
Los arpones tienen una soga atada para que, después de herir a un animal, los arponeros puedan tirar de ella y recuperar su arma. Esta cuerda se llama estacha. En este capítulo, Ismael se dedica a describir la estacha de la ballena. Para él, es un objeto mágico y a veces horrible. Es de Manila y no de cáñamo, para que sea más resistente, suave y elástica. Es peligroso enredarse en la estacha porque se corre el riesgo de caer al mar y ahogarse. Ismael reflexiona y considera que, de alguna manera, todos los hombres viven rodeados por estachas: nacen con cuerdas alrededor del cuello, pero solo ante situaciones cercanas a la muerte toman conciencia de los peligros sutiles de la vida.
Análisis
Al comienzo de esta sección, Ismael demuestra su identificación con la misión del Pequod. Se siente parte de la tripulación, que comienza a configurarse como una familia, y destaca su propia sensación de pertenencia: "Yo, Ismael, era un integrante de esa tripulación; mis gritos se elevaron con los del resto; mi juramento se integró al de ellos [...]. Había en mí un sentimiento salvaje y místico de identificación: el insaciable aborrecimiento de Ahab parecía mío. Con voraz atención escuché la historia de ese monstruo asesino contra el cual yo y los demás tomamos nuestro juramento de violencia y venganza" (286). Todos los hombres juran acompañar a Ahab y así entrelazan sus destinos. En este punto, queda confirmado el destino trágico de la historia: todos se entregarán al combate contra Moby Dick.
En esta serie de capítulos se profundiza la relación obsesiva de Ahab con Moby Dick y se amplían las descripciones del capitán y del monstruo. Ahab está cada vez más desgastado por la locura: "consumido por el ardor de su propósito, Ahab, en todos sus pensamientos y actos siempre tenía en vista la captura final de Moby Dick" (335). Tiene pesadillas, no puede dormir y pasa largas horas en silencio. La locura empieza a ligarse con una cualidad diabólica de su ser. Su sed de venganza también se refleja en una identificación entre el hombre y el cachalote: ambos tienen marcas, heridas en el cuerpo, que dan cuenta de sus combates: Moby Dick tiene cicatrices de todos los arpones y lanzas que le han arrojado y Ahab tiene su pierna ortopédica.
La ballena, por su parte, es tremenda y peligrosa; se destaca por su gigantesco tamaño y por su carácter maligno. El narrador comenta que tiene una voluntad malvada y ataca a los hombres para dañarlos, no solo para defenderse. Además, la monstruosidad de Moby Dick genera todo tipo de relatos fantasiosos, rumores que contribuyen a su carácter legendario: "no puede sorprender que algunos balleneros fueran más allá en su superstición, declarando que Moby Dick no era solo ubicua, sino inmortal (ya que la inmortalidad es ubicuidad en el tiempo)" (291). El poder de este cachalote es tal que parece estar en varios lugares al mismo tiempo y parece inmortal, ya que muchos lo han atacado y dañado severamente, pero nadie consigue matarlo. Ismael resalta que "inclusive sin estas conjeturas sobrenaturales, el carácter terrenal y el aspecto del monstruo eran suficientes para encender la imaginación con inusual poder" (291).
Moby Dick es gigante, extremadamente resistente, se mueve con agilidad y rapidez y ataca con violencia. Tiene una frente arrugada muy peculiar y una joroba muy alta en forma de pirámide, rasgos físicos que la hacen imponente. Otro de sus aspectos característicos es su color blanco. La blancura es uno de los rasgos más atemorizantes de este animal. Ismael reflexiona sobre los múltiples símbolos relacionados con el color blanco. Paradójicamente, puede representar lo más divino, noble, sofisticado y puro, y, al mismo tiempo, simboliza las cosas más terroríficas y peligrosas. Es el color de la muerte, de los fantasmas, de algunos animales letales: "a pesar de todas estas acumuladas asociaciones con lo que es dulce, y honorable, y sublime, sin embargo se oculta algo elusivo en lo más íntimo y secreto de este color, que infunde más pánico al alma que el rojo que en la sangre nos aterra" (302). La blancura de Moby Dick genera al mismo tiempo fascinación y terror, es atractiva e inspira pánico.
A lo largo de esta sección, Ismael continúa compartiendo información sobre las ballenas. Explica y desmitifica falsas historias y concepciones exageradas. Para hacerlo, analiza fuentes de todo tipo y realiza una investigación a lo largo de diversas culturas y épocas. La mezcla de textualidades y géneros sigue presente; con frencuencia, el narrador detiene la narración y pasa a elaborar apartados descriptivos e informativos, en los que también ofrece opiniones y conclusiones propias. Su objetivo es doble: intenta darle relevancia y valor al estudio de las ballenas y a la caza ballenera, y también pretende discutir las ideas falsas que se propagan al respecto desde sus propios conocimientos y experiencias: "No tardaré en pintarte -lo mejor que se pueda sin tela- algo parecido a la forma de la ballena tal cual se muestra ante la mirada del ballenero en carne y hueso cuando está amarrada al costado del barco de manera tal que se puede caminar sobre ella" (400).
En esta sección, la acción también cobra fuerza, ya que se avista una ballena por primera vez, y la tripulación desciende a los botes, que les permiten acercarse para capturarla. Aunque este primer intento es fallido, sirve para presentar a un personaje fundamental de la historia que representa la fatalidad que inunda el destino de Ahab. Se trata de Fedallah, uno de los miembros de la tripulación especial del capitán que Ismael ve como "fantasmas". Nadie ve a estos hombres en el barco hasta el momento del primer avistaje. Son presencias espectrales, tenebrosas. Fedallah es enigmático, misterioso; el narrador nunca termina de conocer su verdadera esencia. Más adelante, será descrito como el mismísimo diablo disfrazado.
La fatalidad cobra cada vez mayor importancia en la novela. Al ver de cerca los peligros que implica la caza de ballenas, Ismael toma consciencia de los riesgos a los que se ha comprometido. Ve que la embarcación tiene un destino trágico y se siente identificado. Entonces decide escribir su testamento, lo cual simboliza su aproximación con la muerte. Él mismo enuncia: "aquí vamos preparados para una fresca y serena zambullida en la muerte y la destrucción" (356). Además, sella su vínculo de afecto y confianza con Queequeg al nombrarlo heredero de su fortuna. Así, se refuerza la intimidad entre ambos (que, como se ha mencionado, es similar a la de un matrimonio) y el tipo de vínculos familiares que se desarrollan entre miembros de una misma tripulación.